Entrevista con el director de la Oficina Catalana de Canvi Climàtic

Salvador Samitier: “No hay soluciones mágicas. Debemos trabajar juntos”

“El aumento de la temperatura en Catalunya será mayor que en el conjunto del planeta”

“La cosecha de maíz de regadío fue un 30% inferior este año por culpa del excesivo calor”

Entrevista con Salvador Samitier, director de la Oficina Catalana de Canvi Climàtic, a propósito de la próxima cumbre del clima en París / ÁLVARO MONGE / VÍDEO: CARLA FAJARDO

Salvador Samitier es desde el año 2009 director la Oficina Catalana de Canvi Climàtic, un organismo dependiente del Departament de Territori cuyo objetivo es ayudar a la implantación en Catalunya de políticas y medidas que contribuyan a luchar contra el cambio climático. Participa estos días en la cumbre del clima de París

Los países han presentado sus planes de acción para reducir emisiones de CO2, pero no son suficientes. Efectivamente, ha sido un gran paso adelante, algo impensable hace cinco años, pero con lo que hay sobre la mesa nos vamos a un horizonte de aumento de la temperatura de al menos 3-3,5 grados. Demasiado.

¿Y en la península Ibérica un poco más? Sí, eso parece. Las temperaturas ya han aumentado por encima de la media mundial. Y, en el caso concreto de Catalunya, es posible que el aumento sea todavía mayor en las zonas de montaña.

¿Las montañas? Sí, son muy vulnerables, especialmente en apartados como la cubierta de nieve. En el interior, en líneas generales, esperamos un aumento superior a la media en cuanto a temperaturas. A todo ello hay que sumar un previsible incremento de los fenómenos extremos, como las olas de calor y las sequías. Habrá un impacto muy importante en la productividad agraria, por ejemplo.

Pero no está claro que vaya a llover menos. Así es, pero todo indica que puede haber un cambio en el régimen de lluvias, con una mayor concentración de las precipitaciones y un descenso de las precipitaciones estivales. Incluso en el caso de que llueva lo mismo, el hecho de que haga más calor afectará a la disponibilidad de agua porque se incrementará la evapotransipiración.

¿Ya lo notamos? Durante la ola de calor de este verano, de una gran intensidad, la cosecha de maíz de regadío fue un 30% inferior a la de otros años porque no pudo madurar correctamente. Ya no es cuestión únicamente de disponer de más agua y regar más, sino de que las temperaturas pueden afectar a la maduración. Habrá que buscar variedades más resistentes. Y eso es también extensivo, por ejemplo, a las vides.

¿Y los bosques? Pues nos enfrentamos a un mayor riesgo de incendio forestal.

¿Las costas? Son una de las zonas más vulnerables tanto por incremento del nivel del mar, algo que ya estamos empezando a constatar, como por un posible cambio en la fuerza de los temporales o en el régimen de las olas. Aunque no suba mucho el nivel del mar, las levantadas típicas llegarán más lejos y sus efectos serán mayores. Por ejemplo, habrá que reconsiderar las defensas de los puertos y el mantenimiento de las playas.

Y los deltas, supongo, será lo peor. Los deltas estarían mal aunque no hubiera cambio climático por la simple reducción de los aportes de sedimentos que llevan los ríos, como sucede en el Ebro. El cambio climático afectará más a lo que tienes más frágil.

¿Qué capacidad tenemos de contrarrestar los efectos? Tenemos y tendremos capacidad técnica y gestión para intentar adaptarnos, pero hay que ponerse manos a la obra. Lo primero es ver qué riesgos hay y ser conscientes de que los tenemos.

¿Qué porcentaje de las emisiones de España corresponden a Catalunya? Un 13%, aproximadamente, menos de lo que le correspondería por su PIB y por su población. En gran parte es por nuestra mayor dependencia de la industria nuclear. Digamos que el mix energético del conjunto de España tiene un CO2 superior.

¿Y se reducen las emisiones a un ritmo similar? Nosotros las hemos reducido más, pero ha de tenerse en cuenta que nuestro nivel de partida en 1990 era también superior. Por aquel entonces emitíamos más que la media por nuestro desarrollo económico e industrial.

¿Y cuánto emitimos ahora? Mirando los datos del 2012, último ejercicio consolidado, las emisiones de Catalunya se quedaron un 14,8% por encima de 1990. España llegó a un 37% en el mismo periodo, aunque cumplió sin problemas con Kioto gracias al 4% de sumideros (reforestación) y a la compra en el extranjero de bonos de emisión. En cualquier caso, creo sinceramente que en Catalunya se han hecho más cosas que en el conjunto de España en cuestiones como los planes de eficiencia energética y los compromisos voluntarios de las empresas.

¿Compromisos voluntarios? Más de 130 organizaciones al margen de las grandes empresas de la directiva (sector energético, cementos, siderurgia…), la mayoría pymes, se han comprometido reducir emisiones con cambios en el trabajo, mejoras en las flotas de reparto o eficiencia en los edificios, entre otras posibilidades. Tienen que ser actuaciones verificables y públicas. Con ello ganan reputación, por supuesto, pero también ganan económicamente.

¿Qué perspectivas a corto plazo? En el capítulo de los llamados difusos (sector transportes, residencial y comercial), Catalunya quiere llegar en el 2020 a una reducción del 15% con respecto al 2005.

¿Y cómo se consigue? No hay soluciones mágicas. Para avanzar es necesario que todos los sectores aporten su grano de arena, desde mejorar la eficiencia en la industria, la biomasa, los aislantes en viviendas, el transporte, la agricultura…

 

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