Relación entre salarios, beneficios y excedente

En términos macro, no hay discusión en que, si no en cantidad, sí en valor, en nuestro actual sistema económico (y no teniendo en cuenta las externalidades ecológicas o medioambientales) el Input (insumos de dicho sistema (I)), es menor que su Output (O): I < O [1]

También es poco discutible que si al Output (valor del producto total del sistema) restamos la suma total de todos los costes (incluyendo salarios, gastos financieros, amortizaciones, etc) de producirlo (C) lo que queda son los beneficios (S):

C + S = O [2]

Primera propuesta instrumental: dado que no estamos en un sistema esclavista, vamos a considerar que el salario esta constituido por dos categorías: M, salario mínimo de subsistencia (aquella parte necesaria para reproducir la fuerza de trabajo) y L, resto del salario (aquella parte del salario, directo o indirecto -producto de impuestos, cotizaciones o similares- que no se destina a la mera y estricta reproducción de la fuerza del trabajo). Restaremos de C la cantidad L, obteniendo el coste de reproducción del sistema (Cr):

C = Cr + L;

Cr + L + S = O [3]

Segunda propuesta instrumental: Consideraremos Cr equivalente a I, al representar ambos el coste de reproducción de las condiciones iniciales del sistema:

I + L + S = O [4] (congruente con la desigualdad enunciada en [1])

Dado que I es menor que O, es decir, no estamos en un sistema económico de subsistencia sino en un sistema económico excedentario, llamaremos E (excedente) a la diferencia entre O e I:

E = O – I [5]

Por lo que, restando I en las dos partes de la igualdad [4] y aplicando [5], tendremos que

L + S = E

La pregunta es ¿si S no consume la parte de E (E – L) que “le toca”, cómo puede ser consumida? Una respuesta es: a través de la generación de deuda privada y pública. Antaño la respuesta era: a través del consumo de lujo (cultura, arquitectura, ropa, etc), y la extracción y apropiación de materiales y minerales de lujo (joyas, oro, plata, perlas, etc), hogaño no hay suficiente consumo de lujo que cubra la generación de beneficios, por lo que estos van directos a la financiarización de la economía a través de la creación de deuda.

Con lo anterior, y con independencia de la teoría que utilicemos para fijar el precio, y con ello el monto concreto del beneficio, queremos hacer visibles las razones que explican la actual crisis de deuda que estamos padeciendo, razones que ya fueron anunciadas con increíble lucidez por “viejos” economistas, como Keynes, que acuñó en 1933 su famosa sentencia de la “eutanasia del rentista” como corolario a su tesis de que en todo sistema de ciclo cerrado (y nuestro actual sistema económico, en tanto que global, ya lo es) si el Beneficio (S) no se convierte en Inversión (entendida en su más amplio significado) o Gasto, el sistema necesariamente colapsará.

Y ahí estamos, bordeando el colapso.

 

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