Precisamos respirar, beber y comer para no morir. Y energía para transformar y calentarnos. Las cuatro necesidades, bienes comunes, están afectadas por el cambio climático o son su causa. Las cuatro las empleamos en beneficio propio sin pensar en el interés colectivo. Y a las cuatro el sistema las quiere privatizadas y objeto de especulación.
Algunas consecuencias
El aire contaminado enferma personas, las mata prematuramente y afecta al desarrollo cognitivo y físico de los niños. Las precipitaciones disminuyen un 2,1% por decenio desde 1950. Habrá menos agua disponible para uso de boca, saneamiento, riego, ganado y bosques. El riesgo de incendio forestal aumenta.
Habrá territorios que por falta de agua no serán útiles para determinados cultivos y se deberán implementar en ellos modelos productivos más eficientes y no contaminantes ni agresivos.
Los cambios fenológicos son significativos. En el observatorio climático de la Serra d’Almos han visto que albaricoqueros, olivos y viñedos florecen antes. Que melocotones, peras, manzanas, albaricoques y uvas maduran antes. Que la recolección de aceitunas y patatas se ha anticipado. Y que las hojas de las especies descritas, caen más tarde.
Derecho y obligación, a decidir
Cuánta agua se puede gastar y cómo se obtiene. Qué se puede producir y dónde y qué no. Qué dieta es la óptima/posible y educar para el cambio. Sustituir las energías fósiles por renovables. Aire para respirar sin purificadores. Fomentar el ahorro y evitar el despilfarro. Asegurar a todas el acceso a los bienes comunes imprescindibles que no deberán ser objeto de negocio
Es urgente un debate social abierto a todas, crítico pero constructivo, que decida cómo hacemos frente a la alarma climática y saque de la confrontación, que no del debate, a las políticas básicas para la vida digna.