Una economía que funcione, documento informativo n. ° 2
Resúmen
El segundo de nuestra serie de notas informativas dedicadas a la construcción de una economía que funcione, investiga la desigualdad en el Reino Unido, examina la evidencia del aumento de la desigualdad en los últimos cincuenta años, estima la pérdida de bienestar económico por la sociedad a partir de una distribución desigual de ingresos y se encara la cuestión crítica de gestionar la desigualdad en un contexto de tasas menguantes de crecimiento.
El documento encuentra que:
- Utilizando el coeficiente de Gini como medida de la desigualdad en los ingresos, se encuentra que este aumentó en un 50% entre la década de 1970 y la crisis financiera
- Midiendo el coeficiete de Gini a partir del ingresos de los hogares «después de los costos de la vivienda’, se encuentra que este coeficiente aumentó aún más (60%) durante el mismo periodo;
- La parte de los ingresos que se lleva el 1% mas rico de los hogares casi se triplicó entre 1977 y 2009;
- La consecuencia Inmediata justo después de la crisis financiera, fue que la desigualdad en los ingresos se redujo ligeramente en las tres medidas pero la tendencia desde entonces se ha estabilizado o invertido y la desigualdad de ingresos sigue siendo sustancialmente mayor de lo que fue hace cuatro décadas;
- En el Reino Unido la desigualdad de la riqueza es incluso mayor que la desigualdad de los ingresos, lo que sugiere que un aumento en la desigualdad de los ingresos es probable;
- La desigualdad en la riqueza de la propiedad y en la riqueza financiera han aumentado sustancialmente desde la crisis financiera;
- El 10% más rico de los hogares ahora posee el 61% de todos riqueza financiera, mientras que los más pobres tienen unas deudas financieras considerables (riqueza financiera negativa). Estas desigualdades generan otras significativas desigualdades en el bienestar de la sociedad. La población de las zonas más ricas tienen 20 años de vida sana más que la de las áreas más necesitadas. A la vez, los hogares más ricos tienen una huella de carbono hasta 30 veces más alta que la de los más pobres.
Reconociendo que la desigualdad impone costes significativos en el bienestar de la sociedad, este trabajo utiliza el Índice de desigualdad de Atkinson para medir las pérdidas de bienestar asociadas al nivel de desigualdad de hoy, encontrando que:
- La pérdida de bienestar debida a la desigualdad se elevó desde un mínimo de 6% del PIB a casi 12.5% del PIB en 2016;
- En términos monetarios, esto equivale a quintuplicar las pérdidas de bienestar en el último medio siglo;
- El valor absoluto de la pérdida de bienestar como consecuencia de la desigualdad en 2016/17 fue de alrededor de 240 mil millones £, casi el doble del presupuesto anual del Servicio Nacional de Salud (NHS) de UK.
Finalmente, el documento aborda el reto de reducir la desigualdad en el contexto de una disminución de las tasas de crecimiento y muestra que no hay evidencias para apoyar la afirmación de que la desigualdad inevitablemente aumenta a medida que disminuye el crecimiento del PIB. Por el contrario, los datos empíricos muestran que, en la historia reciente del Reino Unido, es tan probable que se cumpla esta afirmación cómo la afirmación contraria: que las tasas de crecimiento más bajas estén asociadas a una disminución de la desigualdad.
Un análisis más detallado revela que el impacto de la disminución Las tasas de crecimiento de la desigualdad depende críticamente de las condiciones del mercado. El documento discute brevemente las implicaciones de estos hallazgos para los cambios en la tecnología y el mundo del trabajo.
Índice
- Resumen
- La desigualdad importa
- Midiendo la desigualdad en el Reino Unido
- La pérdida de bienestar a través de la desigualdad.
- ¿El lento crecimiento lleva al aumento de desigualdad?
-
Las condiciones de la desigualdad.
Haciendo frente a la desigualdad en una era de bajo crecimiento - Notas
La desigualdad importa
En marzo de 1968, poco antes de su asesinato,
El senador Robert F. Kennedy pronunció un discurso en la Universidad de Kansas en la que señaló algunas de Las carencias del Producto Interno Bruto (PIB) como medida del bienestar de la nación: su inclusión indiscriminada de actividades destructivas, su exclusión de cualquier contabilidad de los daños al medio ambiente; su fracaso en valorar el trabajo que las personas hacen de forma gratuita. En última instancia, Kennedy argumentaba, el PIB no mide ni nuestro ingenio ni nuestro valor, ni nuestra sabiduría ni nuestro aprendizaje, ni nuestra
compasión ni nuestra devoción a nuestro país.
En resumen, el PIB lo mide todo excepto lo que hace que la vida valga
la pena «. (1)
Una de las principales omisiones del PIB es el impacto de la desigualdad en los ingresos. Al medir los ingresos de forma agregada , esta medida convencional no logra tener en cuenta lo que sucede cuando los ingresos se distribueien de forma desigual entre la población de una sociedad.
La injusticia económica fue uno de los temas principales del discurso de Kennedy: lamentaba una América que veía, incluso en aquel momento, innecesariamente dividida entre «los que tienen» y los «no tienen». Medio siglo más tarde, la situación es aún peor. La creciente desigualdad ha llevado al descontento social y a la inestabilidad política. Este año, dos senadores estadounidenses presentaron el acta de Medición del Crecimiento del Ingreso Real de 2018, que requeriría a la Oficina de Análisis Económico (BEA) la información sobre la distribución del crecimiento económico entre todo el espectro de ingresos.(2)
Abordar la cuestión de la desigualdad finalmente está logrando la atención que se merece.(3) Pero este desafío es particularmente grave en el contexto de la disminución de las tasas de crecimiento (4), como el economista francés Thomas Piketty ha señalado.(5) tenemos la sensación inmediata de que la distribución de los ingresos se vuelve más crítica cuando la expansión económica es, por cualquier razón, difícil de conseguir. Mientras el tamaño de la tarta vaya creciendo, es más posible que los pobres se hagan más ricos sin que los ricos tengan que empobrecerse. Cuando el pastel deja de crecer, entonces la reducción de la pobreza se basa en la redistribución o quizá en la «pre-distribución» de los ingresos.(6)
El objetivo de esta nota informativa es explorar ese reto. Primero examinamos la evidencia de la desigualdad en el Reino Unido. A continuación, presentamos un análisis que estima la pérdida de bienestar económico para la sociedad como resultado de tener una distribución desigual de los ingresos y discute la implicaciones que ello conlleva para medir el progreso social. Luego volvemos al reto particular planteado por Piketty, es decir, la relación entre crecimiento decreciente y desigualdad, antes de concluir con una breve discusión sobre las perspectivas de cómo enfrentar la desigualdad en el futuro.
Midiendo la desigualdad en el Reino Unido
Generalmente se reconoce que la desigualdad en los ingresos en el Reino Unido ha aumentado sustancialmente desde los años setenta.
El coeficiente de Gini mide la distribución de los ingresos en una escala de 0 (donde todos tienen exactamente el mismo ingreso) a 1 (donde una sola persona recibe todos los ingresos). Aplicando el coeficiente a los ingresos del hogar después de impuestos y beneficios, pero antes de los costos de la vivienda (BHC), el coeficiente de Gini del Reino Unido aumentó un 50%, de 0.24 en 1977 a 0.36 en 2009. Cuando se mide después de los costos de la vivienda (AHC), el el coeficiente de Gini aumentó en más del 60%, de 0.25 a 0.41 durante el mismo periodo. La figura 1 también muestra la parte de ingresos de la nación que va al 1% superior de los hogares. Esta proporción casi se ha triplicado del 3% en 1976 a poco menos de 9% en 2009. Las tres medidas han caído ligeramente desde la crisis financiera, pero siguen siendo sustancialmente mayores de lo que eran hace medio siglo. Cuando Robert Kennedy dio su discurso en la Universidad de Kansas 1968, la desigualdad de ingresos estaba disminuyendo. Desde entonces, ha aumentado considerablemente.
Uno de los determinantes de las tendencias futuras en la desigualdad de los ingresos es el nivel de la desigualdad de la riqueza en el país. Aquellos que poseen más propiedades y poseen mayores niveles de activos financieros tienden a tener mayores ingresos y más poder de negociación en la sociedad. De hecho, la desigualdad de la riqueza en el Reino Unido es considerablemente superior a la desigualdad de los ingresos: el coeficiente de Gini para la riqueza es de 0,62 en comparación con el 0,34 de desigualdad para los ingresos.
Ciertos componentes de la desigualdad de la riqueza han tenido un aumento brusco desde la crisis financiera. El coeficiente de Gini de la riqueza patrimonial subió de 0,62 a 0,67en una decada. El coeficiente de Gini de la riqueza financiera ha aumentado de 0.81 a 0.91 en el mismo espacio de tiempo. Solo el 10% de los hogares posee más del 60% de la riqueza financiera de los hogares en el Reino Unido, mientras que el 10% más pobre de los hogares trabajan bajo una creciente deuda financiera. Estos números cuentan la historia de una concentración creciente de la riqueza en manos de una minoría de la población y sugieren la posibilidad de mayores aumentos de desigualdad en los ingresos en los próximos años. (7)
Figura 1 Desigualdad de ingresos en el Reino Unido:
1966-2016 Fuente: Datos de IFS. 2018 de los niveles de vida, pobreza y desigualdad en el Reino Unido; El eje de la derecha muestra la parte de ingresos del 1% superior de los hogares; el eje de la izquierda muestra el valor absoluto del coeficiente de Gini antes (BHC) y después (AHC) de los costos de vivienda.
El bienestar perdido a través de la desigualdad
Los costos de la desigualdad son asumidos no solo por el pobres sino por la sociedad en su conjunto. Las sociedades más desiguales tienden a tener menor esperanza de vida, mayor mortalidad infantil, mayor delincuencia, mayor incidencia de enfermedades mentales, mayores niveles de obesidad, menos confianza y menores logros educativos. (8 ). La gente de las zonas más ricas gozan de 20 años más de vida con de salud que las de las zonas más desfavorecidas. (9). Muy Altos niveles de desigualdad generan inestabilidad tanto social como política. No es fácil de conseguir un manejar de forma clara el valor preciso de estos costes de bienestar para la sociedad, pero está claro que importan.
Un interesante intento de capturar el bienestar perdido por la sociedad a través de la desigualdad fue propuesta por el economista británico Anthony Atkinson. (10) El Índice de Atkinson mide esta pérdida de bienestar como porcentaje del ingreso nacional total. La figura 2 muestra los resultados del cálculo de la Índice de Atkinson para el Reino Unido. La línea discontinua muestra el valor del Índice de Atkinson como un porcentaje de El PIB. La línea continua muestra la pérdida de bienestar en valor absoluto . El patrón del Índice de Atkinson no es diferente de los patrones de la Figura 1. Como porcentaje de PIB, el bienestar perdido a través de la desigualdad aumentó desde el 6,5% del PIB en 1977 hasta un máximo de alrededor del 15% durante las décadas de 1990 y 2000, antes de estabilizarse en cerca del 12,5% del PIB en la actualidad. Sin embargo, es notable la pérdida en valor absoluto del bienestar que ha aumentado casi cinco veces en las últimas cinco décadas desde alrededor de £ 50 mil millones (actualizados a su valor actual) en 1950 a poco menos de £ 240 Miles de millones en 2016. Para poner la escala de estas pérdidas en perspectiva, el valor del bienestar perdido actualmente como resultado de la desigualdad en los ingresos es alrededor de dos veces el presupuesto anual de la NHS (Sistema Nacional de Salud) en 2016/17. (11)
Figura 2 El bienestar económico perdido a través de la desigualdad 1966 – 2016. Fuente: Cálculos del autor utilizando datos de deciles de la Oficina Nacional de Estadísticas con un coeficiente a la ‘aversión a la desigualdad’ de 0,8; el eje de la izquierda muestra el valor absoluto del bienestar perdido en libras. El eje de la derecha muestra la pérdida de bienestar como porcentaje del PIB (el Índice de Atkinson).
Vale la pena mencionar brevemente un aspecto adicional de la desigualdad. Debido a que las emisiones de carbono están estrechamente vinculadas a los ingresos, los hogares más ricos tienden a tener mayores emisiones per cápita que los más pobres. De hecho, un estudio reciente encontró que el 10% más rico de la población emite en promedio 2.4 veces más carbono que el que emite el 10% más pobre.
Dentro de esos dos amplios grupos, se encuentran todavia desigualdades más sangrantes. Algunos de los hogares más ricos de la muestra emitian 30 veces más carbono que los hogares mas pobres.(12) En un mundo donde las emisiones de carbono imponen costos sociales potencialmente enormes a la sociedad, la desigualdad en el carbono representa una forma de transferencia social de los pobres a los ricos.
Figura 3 Tasa de crecimiento del PIB vs desigualdad 1950–2016 | Fuente: Autor cálculos del índice de Atkinson utilizando datos de deciles de la Oficina Nacional de Estadística con un coeficiente a la «aversión de desigualdad» de 0,8; la La línea de tendencia más baja es para los años 1950 a 1980; la línea de tendencia superior es para los años 1981 a 2016.
¿El lento crecimiento lleva al aumento de la desigualdad?
Lo interesante del análisis de Atkinson es la sugerencia de que la sociedad esté dispuesta a aceptar un menor nivel de ingresos agregados si estos ingresos se distribuyeran de forma más equitativa. En otras palabras, el dilema del crecimiento decreciente podría no ser tan intractable como comúnmente se supone, si los ingresos fueran menos desiguales. Pero aquí es precisamente donde el desafío de Piketty se vuelve importante. Si es correcta su afirmación que las tasas decrecientes de crecimiento conducen a la creciente desigualdad, entonces, lograr una sociedad más equiatativa se vuelve más difícil cuando el crecimiento se ralentiza. Podemos probar esta hipótesis, tanto empíricamente como conceptualmente. Por ejemplo, podríamos analizar la relación entre el coeficiente de Gini o el índice de Atkinson y el crecimiento del PIB durante el último medio siglo, aproximadamente, para ver si en realidad existe un patrón que apoya la afirmación de Piketty.
La Figura 3 muestra los valores para el Índice de Atkinson Gráficos representados frente a las tasas de crecimiento anual del PIB durante el período comprendido entre 1950 y 2016. Si las tesis de Piketty fueran correctas esperaríamos ver una clara tendencia de pendiente descendente, con los puntos agrupados alrededor de una línea inclinada desde la parte superior izquierda de la gráfica a la parte inferior derecha. Las tasas de crecimiento más bajas deberían exhibir claramente mayores niveles de desigualdad. Pero examinado todo el período globalmente, apenas se percibe un patrón discernible, con la puntos dispersos de manera bastante desigual en el gráfico. Sin embargo, cuando los datos se dividen en dos periodos, de 1950 a 1980 y de 1981 a 2016, surgen algunos fenómenos interesantes. En primer lugar, la línea de tendencia entre 1981 y 2016 es mayor que la línea de tendencia desde 1950 hasta 1980; El aumento substancial de la desigualdad durante la década de 1980 es responsable de esta diferencia. Más que eso, la línea de tendencia durante los últimos años sigue un ligero descenso cuesta abajo. Durante las últimas décadas, la hipótesis de Piketty parece mantenerse: menores tasas de crecimiento se asociaron con mayores niveles de desigualdad. La tendencia no es particularmente fuerte (la la pendiente es muy poco pronunciada) y de hecho, esta tendencia a la baja tiene una significación estadística muy baja.
La línea de tendencia para el período anterior (anterior a 1980) tiene un mejor ajuste pero sorprendentemente la tendencia apunta muy ligeramente hacia arriba, directamente en contra de lo esperado. Entre 1950 y 1980 las tasas de crecimiento más lentas se asociaron con menor desigualdad (13) Claramente, la hipótesi de Piketty no puede ser una verdad universal. Y surge la pregunta: ¿Cuáles son las condiciones precisas bajo las cuales el crecimiento lento conduce a una creciente desigualdad y cuando puede ocurrir lo contrario. Dicho de otra forma, ¿Cómo podríamos abordar la desigualdad frente a un tasa de crecimiento decreciente?
Las condiciones de la desigualdad
La argumentación de Piketty era teórica. Mostró, algebraicamente, que la proporción de las rentas que va a los propietarios de los bienes de capital eran proporcionales a la tasa de rendimiento del capital multiplicada por la tasa de ahorro y dividida por la tasa de crecimiento. Intuitivamente, dividir por un número que se está haciendo muy pequeño sugiere que la parte de las rentas del capital debe aumentar. Si el capital (riqueza) se distribuyera equitativamente entre la población esto no importaría tanto, pero ya hemos visto claramente que este no es el caso en el Reino Unido (o en los Estados Unidos). En estas condiciones, que una mayor proporción de los ingresos vaya a los propietarios de capital significa una creciente desigualdad. El análisis de Piketty depende, sin embargo, de un par de suposiciones críticas.(14) La primera de estas concierne al comportamiento de la tasa de ahorro a medida que la tasa de crecimiento disminuye. Piketty supuso implícitamente que se mantendría constante. El segundo se relaciona con la facilidad con la que es posible sustituir capital por trabajo. Con tasas de ahorro constantes y un alta sustituibilidad del capital por trabajo, es posible demostrar que Piketty estaba en lo cierto. La desigualdad aumenta, potencialmente de forma explosiva, como se muestra en la línea continua superior en la Figura 4.
Figura 4 Cambios en la desigualdad a medida que la tasa de crecimiento disminuye hasta cero| Fuente: Jackson y Victor 2017: las líneas continuas indican escenarios donde la tasa de ahorro se mantiene sin cambios durante el transcurso del tiempo; las líneas discontinuas indican escenarios donde la tasa de ahorro cae a cero a medida que la tasa de crecimiento declina. Las líneas rojas indican una alta elasticidad de substitución entre trabajo y capital. (cuando es fácil sustituir capital por trabajo); Las líneas azules representan una baja elasticidad (donde es más difícil sustituir el capital por el trabajo); Las líneas en gris representan el caso donde la elasticidad de la sustitución es 1
Pero fuera de esas condiciones, son del todo posibles diferentes resultados. Uno de esos resultados es un futuro donde la tasa de ahorro neta disminuye junto con el tasa de crecimiento. Esto es lo que probablemente suceda automáticamente, por ejemplo, cuando la tasa de retorno de la inversión caiga. Esto tendería a desincentivar el ahorro y reducir la tasa de ahorro global. Bajo estas condiciones (ilustradas por las líneas discontinuas en Figura 4), la desigualdad queda contenida de inmediato dentro de límites más razonables. Y todavia se logra un impacto mas acusado reduciendo la facilidad con la que el capital sustituye al trabajo. Bajo estas condiciones donde es más difícil sustituir el capital por el trabajo (mostrado por las dos líneas azules en la Figura 4), la desigualdad disminuye sustancialmente, aun cuando la la tasa de crecimiento caiga a cero. En resumen, la idea de que la creciente desigualdad en las rentas es una consecuencia inevitable de la caída de las tasas de crecimiento es incorrecto. Bajo las condiciones apropiadas, una economía con una tasa de crecimiento decreciente podría encaminarse idistintamente hacia una caída de la desigualdad como a una creciente desigualdad.
Hacer frente a la desigualdad en una era de bajo crecimiento
Estos argumentos pueden parecer puramente teóricos pero tienen una relación importante con el mundo real. En una situación donde el gobierno, la política, el comportamiento de las empresas y las condiciones del mercado todos conspiran para proteger la tasa de retorno sobre el capital a expensas de los salarios de trabajadores ordinarios, la inversión podría florecer y sería probable que la sustitución de capital por trabajo fuera alta. Pero estas son exactamente las condiciones que conducirían a un aumento explosivo de la desigualdad como el que se muestra en la línea superior en la Figura 4. Este mundo tiene un gran parecido con algunas visiones distópicas del futuro asociadas a automatización creciente: una pequeña minoría de las siempre más poderosas empresas de alta tecnología impulsan un mundo cada vez más digitalizado con una creciente intensidad de capital en la que cada vez hay menos necesidad de trabajo asalariado. La demanda general puede estancarse, pero siempre que los propietarios minoritarios de capital tengan suficiente influencia sobre el gobierno para proteger los rendimientos del capital, prevalecen las condiciones descritas anteriormente. El resultado puede ser el completo «empobrecimiento» de trabajo asalariado. (15). Fundamentalmente, las medidas fiscales redistributivas: impuestos sobre la renta, impuestos sobre la riqueza, subsidios de bienestar (incluso la idea tan cacareada de una renta básica), por si solas, servirian de poco para detener esta situación de desastre social. (16) Bajo otro conjunto de condiciones, las cosas podrían ser radicalmente diferentes. Es totalmente posible prever un mundo donde haya mucha menos sustituibilidad entre trabajo y capital, los rendimientos del capital se estabilizen con una disminución en la tasa de ahorro y los derechos de los trabajadores estén mejor protegidos. En términos de política, esto podría implicar una propiedad más distribuida de las empresas, una mayor representación de los trabajadores en las juntas, una mejor distribución de las recompensas de la innovación y la adopción de un «derecho al trabajo», donde el gobierno desempeñe el papel de «empleador de último recurso». Explorar estas innovaciones en profundidad sobrepasa el alcance de este documento, pero volveremos a ellas en los artículos posteriores de esta serie.
La desigualdad importa. Esta es la lección principal de la historia de las últimas décadas. Importa el bienestar social. Importa en términos de nuestra capacidad para abordar los desafíos críticos de hoy, tales como la crisis climática o las demandas rápidamente cambiantes de nuestro sistema de salud. Importa para la estabilidad financiera, social e incluso política. El llamamiento de Robert Kennedy a una sociedad más justa y a una visión más profunda del progreso es tan relevante hoy como lo fue hace cincuenta años.
Notas
1 Jackson, T 2018: Everything, in short, except that which makes life worthwhile. Centre for the Understanding of Sustainable Prosperity, Blog, 18 March 2018. Online: cusp.ac.uk/rfk50
2 See: democrats.senate.gov/newsroom/press-releases/schumer-heinrich-introduce-legislation-to-require-new-income-growth-data-alongside-quarterly-gdp-reports
3 The first briefing paper in this series explored the evidence for this so-called ‘secular stagnation’ and discussed some of its major implications. See Jackson T 2018. Understanding the New Normal—The Challenge of Secular Stagnation. AETW Briefing Paper No 1. APPG on Limits to Growth. Online: limits2growth.org.uk/publications
4 Piketty, T 2014. Capitalism in the 21st Century. Harvard: Harvard University Press.
5 The term pre-distribution has been used to describe policies that attempt to equalise gross incomes (and wealth) rather than tax it (and subsidise the poorest) after the fact.
6 See for instance: IPPR 2018. Prosperity and Justice – a plan for the new economy. Online at: https://www.ippr.org/research/publications/prosperity-and-justice.
7 See Table 2.5 in ONS 2018 Wealth in Great Britain, Wave 5. London: Office for National Statistics. See also: ippr.org/publications/wealth-in-the-twenty-first-century. Data available online at: ons.gov.uk/peoplepopulationandcommunity/personalandhouseholdfinances/incomeandwealth/datasets/totalwealthwealthingreatbritain
8 Wilkinson, R and K Pickett 2009. The Spirit Level. London: Penguin.
9 publichealthmatters.blog.gov.uk/2017/07/13/understanding-health-inequalities-in-england
10 Atkinson, A 1970. On the measurement of inequality. Journal of Economic Theory, 2 (3): 244–263. For more detail see Stymne and Jackson 2000. Intra-generational equity and sustainable welfare. Ecological Economics, 33: 219–236. Figure 2 updates the UK index estimated in that paper. The use of decile data may underestimate the impact of inequality within the deciles, particularly in the richest decile.
11 Planned spending for the Department of Health was approximately £120.5 billion in 2017/18. This comparison is illustrative and should be treated with some caution. It doesn’t necessarily imply that this money is somehow available to triple the NHS budget!
12 Gough, I et al 2012. The distribution of total greenhouse gas emissions by households in the UK, and some implications for social policy. London: Centre for the Analysis of Social Exclusion (CASE). Online: sticerd.lse.ac.uk/ dps/case/cp/CASEpaper152.pdf
13 The R2 value for the later trend line is less than 0.02; for the earlier years the trend line is around 0.04 which is also very low.
14 The arguments summarised here are set out in more detail in Jackson, T and P Victor 2016. Does slow growth lead to rising inequality? Ecological Economics 121: 206–219 and in Jackson, T and P Victor 2017. Confronting inequality in a post-growth world. CUSP Working Paper No 11. Online: cusp.ac.uk/themes/aetw/wp11.
15 See Susskind, D 2017. A model of technological unemployment. economics.ox.ac.uk/materials/papers/15126/819-susskind-a-model-of-technological-unemployment-july-2017.pdf.
16 See Jackson and Victor 2017 (Note 14) for further discussion of the impacts of different redistribution policies.
Acerca del Autor
Tim Jackson is Professor of Sustainable Development at the University of Surrey and Director of the Centre for the Understanding of Sustainable Prosperity (CUSP), which provides the secretariat for the All-Party Parliamentary Group on the Limits to Growth.
http://limits2growth.org.uk/wp-content/uploads/AETW-Briefing-No-2-web.pdf
Traducción: Neus Casajuana