La historia demuestra que las intervenciones / guerras / golpes se hacen para controlar los recursos, no para liberar a las víctimas de los dictadores. Los resultados demuestran el cinismo imperial y colonial
Josep Cabayol | Ester González | Siscu Baiges
04.02.2019
No hay guerras en favor de la democracia. Las hay por los recursos, porque las élites locales y globales no quieren que otros que no sean ellas, tengan el control. Tierras, minerales, energía, alimentación, agua y los negocios derivados de su control y la reconstrucción de los territorios previamente devastados. En definitiva, control sobre los derechos esenciales de las personas, aquellas necesidades por las que estamos dispuestos a pagar por
no morir y entre las que también está la educación, la vivienda, la sanidad y el tiempo, un recurso que ahora mismo se niega a muchas personas, obligadas como están a pasar el día buscando trabajo / recursos para sobrevivir ellas y sus hijas / hijos. Si el poder evita que la gente tenga tiempo – también se niega a través de los procesos de alienación colectiva – no hay oposición, cambio, transformación, revolución. Ni tampoco compasión, reconocimiento mutuo, ni amor, en su sentido más amplio.
Reuters
España lo sabe de primera mano. La Guerra Civil es un ejemplo inequívoco. Al margen de las renuncias de los supuestos gobiernos democráticos europeos a ayudar al legítimo gobierno republicano a combatir el golpe de estado fascista, terminada la segunda guerra mundial, los líderes de las potencias ganadoras decidieron no liberar España del franquismo con argumentos tan cínicos como que querían evitar una nueva guerra civil. El resultado ya lo sabéis: exiliados, represión, oscuridad / tinieblas, vivir en el pasado, sueños y trompetas imperiales que vuelven a resonar y una dictadura que, aunque formalmente terminada, aun determina la vida en todo el Estado.
Hay tantos jemplos de guerras y golpes de estado recientes para la obtención de los recursos y los negocios, justificados en la lucha contra la opresión y en favor de la democracia, fomentados desde los imperios, que no caben en este artículo. Casos recientes como el de Siria, Yemen, Irak, Afganistán, Congo, Nigeria, Ucrania, Libia, Honduras.
¿Y qué ha pasado? Observemos a través de los resultados. ¿Cuál de los países descritos está mejor que antes de la intervención / invasión / golpe? Siria y Libia convertidos en estados fallidos; Irak, empobrecido y roto; en Honduras, la voluntad de Zelaya de repartir las tierras ha derivado en una dictadura sanguinaria; el Congo, víctima de una guerra interminable por el control del coltán; o Nigeria y su petróleo, o Afganistán, donde se apoyó a los talibanes para combatir la URSS y donde continúa la guerra. Y las mujeres, ese noble objetivo invocado para justificar la invasión, siguen igual de oprimidas. ¿Quien controla la economía y los recursos de estos países?
Y si pensamos en los golpes más antiguos, por ejemplo en Centroamérica o en Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador … ¿Cuál ha sido su historia antes de liberarse? Opresión, muerte, dictadura y enriquecimiento de las élites. O en Irán, donde hubo un golpe contra Moshadeq porque nacionalizó la Anglo-Iranian Oil Company y se puso en el poder a Reza Pahlavi, un dictador derrocado por los ayatolás.
¿Y qué decir de las primaveras abortadas por los imperios al ver que no evolucionaban como ellos querían? Siempre, y en todos los casos, las intervenciones / guerras / golpes se hicieron para salvar a las personas de dictadores y dictaduras. El resultados demuestran el cinismo imperial / colonial.
Cada vez hay menos recursos disponibles. El petróleo, los minerales estratégicos, cada día son más difíciles de conseguir. Donella y Dennis Meadows lo advirtieron a principios de los setenta cuando publicaron ‘Los límites del Crecimiento’, un documento que recomendamos leer y donde se advertía de las limitaciones físicas del planeta y sus recursos y que se avanzó a la crisis ecológica que ya se vivía en el planeta y de la que ahora tenemos muestras inequívocas – tal vez irreversibles -, como lo son el calentamiento global o el agotamiento de los materiales.
Desde entonces, el sistema económico dominante, el capitalismo en sus diferentes formas y transformaciones en el transcurso del tiempo, ha hecho de la apropiación / depredación de los recursos, su objetivo principal e ineludible. Y lo hace sean cuales sean las consecuencias para las personas y la biosfera, el espacio donde se desarrolla la vida humana, animal, vegetal. El metabolismo capitalista necesita crecer de forma permanente para no desaparecer. De él depende su supervivencia y la de las élites que hay detrás. Y no tiene escrúpulos ni le importa mentir.
Muchos de los países citados eran gobernados por dictadores execrables, otros por demócratas y revolucionarios. Tanto le da al poder establecido. Cuando alguien se opone a sus intereses, a su dominio, a su dictadura económica, es destruido/a. No hay escrúpulos, empatía ni interés por las personas, consideradas objetos a mercantilizar para obtener beneficios o a destruir si no los producen y se convierten en una rémora.
No hablaremos de Venezuela ahora o de Irán mañana. La reflexión os la dejamos a vosotros.
Traducción Neus Casajuana