Tormenta perfecta a tiro de cañón

Tres crisis, la climática, la del petróleo y la geopolítica, que se sube a lomos de las dos primeras, se ceban sobre Venezuela. Rica en recursos naturales, es objetivo prioritario de los depredadores.

Josep Cabayol | Ester González | Siscu Baiges , 10/02/19

La crisis climática

2018 fue un año seco como consecuencia del cambio climático. En grandes áreas de estados como Falcón, Sucre, Lara y Zulia, avanza la desertificación. También en el norte de la península de Guajira. Faltó agua, faltó electricidad, recursos suministrados/generados en los embalses.

‘Las sequías serán más prolongadas y causarán penurias tanto de agua como electricidad’, advertía en 2015 Juan Carlos Sánchez, venezolano, uno de los autores del informe IPCC presentado aquel año. [Entre un 18 y un 25% menos de agua a mitad de siglo] El cambio climático agrava los fenómenos naturales de ‘El Niño/La Niña’, añade Sánchez. La disponibilidad tanto de agua como de electricidad disminuirá en el futuro inmediato [Para exportar tanto petróleo como sea posible, la electricidad es de generación hidroeléctrica en un 65%]. En consecuencia, la producción agrícola se verá afectada. Además, la elevación de la temperatura del mar causará la migración de especies sensibles y la disminución de la pesca.

Así ha sido. La falta de agua afecta a las cosechas de maíz, habas negras y plátanos de gran parte del país. El suministro eléctrico se ha interrumpido en demasiadas ocasiones. La capacidad de suministro de alimentos se ha resentido. La pesca se reduce.

El resultado ha sido el tráfico ilegal de alimentos, – a lo que contribuye el embargo considerado por Naciones Unidas humanitariamente condenable -, usado como guerra económica. Los medios de comunicación estatales han detectado que empresas privadas dedicadas al acaparamiento tienen estrechas relaciones con la oposición. Pero también élites funcionariales han aprovechado el desplome para enriquecerse. En respuesta, el gobierno se ha apropiado de tierras, cultivos y negocios, sin conseguir aumentar la producción. El resultado de las sanciones tampoco es ajeno al problema, puesto que una importante caída de la producción coincidió con su imposición.

El ejecutivo de Maduro no se ha tomado en serio el cambio climático que ha agravado la situación económica y aumentado el hambre. Pero sería de cínicos culpar al gobierno de Caracas de no atender sus obligaciones. Lo haga quien lo haga. Sea Trump, un negacionista que combate a los estados federales de EUA que impulsan políticas contra el calentamiento, o sean los demás países, incapaces de ponerse de acuerdo en Katowice, Polonia, para aplicar las recomendaciones de los expertos del IPCC publicadas en Incheon, Corea del Sur, el pasado octubre. Todos incumplen con las obligaciones de la crisis climática. Todos nos acercan al cataclismo que se va vislumbrando, también en Venezuela.

Petróleo

La Agencia Internacional de la Energía calcula que, incluso con el fracking norteamericano, en 2025 habrá un déficit de unos 13 millones de barriles diarios, Mbd, sobre la demanda, que estaría por encima de los 100Mbd ese año y alrededor de los 106MBd en 2040.

Los Estados Unidos, ante la incertidumbre del mercado internacional de petróleo y la amenaza que suponen los costes de producción – cuando los beneficios obtenidos con el crudo son inferiores a la inversión que se necesitó para obtenerlo considerando todo el proceso de producción, ya sea por la dificultad/encarecimiento de la extracción o por la baja tasa de retorno energético TRE – optaron por la autosuficiencia a través del fracking, sin preocuparse del deterioro brutal del medio ambiente que conlleva.

Ni de las inversiones continuas que necesita para abrir nuevos pozos dado lo rápido que declina la producción. Ahora son los máximos productores del mundo pero la técnica es deficitaria con los precios del petróleo actuales. Y subirlos acarrearía problemas de deuda inasumibles para los países compradores y de crecimiento/consumo. El resultado es la acumulación de deuda de las empresas extractoras compensada por el alud de inversores, es decir una pinchable burbuja de proporciones aún por medir. Se estima esta deuda en como mínimo 240 mil millones de dólares en 2018 aunque informaciones ‘menos optimistas’ la elevan a 300.000 millones.

No queda claro de cuantas reservas de petróleo procedente del fracking disponen los Estados Unidos, ni cuanto tiempo falta para que se pinche la burbuja. En consecuencia, la autosuficiencia precisa de pozos cercanos no amenazados por un conflicto internacional que no suponga cargas para la economía de los EUA, resulten al precio que resulten – ecológicamente, económicamente, humanamente – para el país neocolonizado. Alcanzar la suficiencia a costa de la soberanía de terceros. Una práctica que se repetirá con la crisis climática.

Además, y excepto los posibles/futuros e inseguros recursos del Ártico, en competencia con Rusia, los principales suministradores, como la península Arábiga e Irán están muy lejos. Difíciles de conseguir en el escenario de un conflicto político internacional. En cambio, Venezuela, oficialmente el primer país en reservas de crudo, está muy cerca y a tiro de cañón. Y es en esta tesitura cuando el escenario deviene inquietante. ¿Es Irán un objetivo inminente? El conflicto con Teherán siempre ha estado en el aire, deseado por Israel y por la mayoría de aliados y sectores influyentes, fundamentalistas cristianos y judíos incluidos, de Trump.¿Necesita el presidente una guerra para desviar/posponer/ocultar los problemas internos? ¿Es suficiente con Venezuela? ¿Qué le dijo Trump a la UE para que reconociera, sumisa, a un representante de la extrema derecha como Juan Guaidó?

La gestión del petróleo [también de la economía] venezolano ha sido nefasta: sobredependencia, mala planificación, corrupción. Pero las sanciones no han servido ni han pretendido solucionar los problemas, sino agravarlos para justificar la intervención con la colaboración de buena parte de la oposición que ha contribuido al empeoramiento social – los más necesitados no se han rebelado contra Maduro – y ahora se ponen al servicio de Trump alentando incluso al enfrentamiento civil.

John Bolton, asesor de seguridad nacional de Trump, lo dejó claro: “los activos petrolíferos son el flujo de ingresos más importante de Venezuela. Estamos en conversaciones con grandes empresas norteamericanas para ver qué hacemos”. La economía sistémica [de les élites y los poderes dominantes] por encima de los derechos de las personas que no precisan, que tal vez no lamenten que perezcan. El petróleo es una adicción y la dependencia puede resultar criminal.

Extractivismo

Los recursos naturales de Venezuela, sus bienes fondo, son apreciables. Además del petróleo, cuatro llaman la atención: oro, cobre, coltán y las tierras raras.

Todas estas riquezas se encuentran en el ‘arco minero del Orinoco’. Obtenerlos, como pretende el gobierno para sanear sus cuentas, significa la “destrucción socio-ambiental irreversible de una significativa proporción del territorio” según la descripción del Observatorio de Ecología Política de Venezuela.

El Arco está situado en la Amazonía y abarca una región de 7 millones de hectáreas, compartidas por 9 países. Tiene un gran valor ecológico, que su explotación pondría en peligro, así como a las comunidades que lo habitan. La zona venezolana, además de los minerales, contiene la mayor parte de las reservas de agua, y allí viven la mayor parte de los pueblos indígenas, 300 entre todos los países que comparten la Amazonia.

Riqueza material a corto plazo a costa de los negativos efectos a medio y largo plazo sobre elementos básicos para la vida como el agua y las personas.

Pero tras la crisis de gobierno aparece un escenario aún peor, la aparición sin limitaciones de les transnacionales, ávidas de beneficios para las cuentas corrientes de sus accionistas.

Leemos en la revista Aporrea: “en el territorio donde se pretende ejecutar el megaproyecto existen conflictos de larga data, producto de la minería ilegal. Hay presencia de sindicatos, mafias, comerciantes, traficantes, grupos armados irregulares, militares y personeros del gobierno que controlan la actividad minera. Y a su vez de población local, indígenas, gente que ha migrado de las ciudades para sobrevivir con los pocos ingresos que les deja esta práctica, que también tienen sus contradicciones internas”.

En definitiva, un nuevo ‘El Dorado’, un nuevo ‘Far West’, más que apetecible para las grandes compañías y el capitalismo imperante en las principales potencias: antes que nada, sostener el crecimiento sin ningún remordimiento aunque sea a costa de las personas y el medio ambiente.

Venezuela es un magnífico ejemplo de lo que se nos viene encima. Estados, también los progresistas, acuciados por la falta de recursos materiales, prefiriendo el pan para hoy [extractivismo, deterioro ambiental, esquilmación de recursos para obtener materias primas que se agotan] que no garantizar el futuro.

Cada vez que un estado se desploma por la propia gestión y/o con la ‘ayuda´ exterior, surgen nuevos centros de poder que compiten por los recursos. En estas circunstancias, estados fallidos, colapsados, las transnacionales, con servicios de seguridad propios [ejércitos de contratistas/mercenarios] se adueñan violentamente de la zona hasta esquilmarla. Sea cual sea el futuro de Venezuela, caiga en la órbita de los Estados Unidos o se mantenga el gobierno bolivariano, con el sostén de China o Rusia o de ambas, los bienes fondo, los recursos necesarios para la economía capitalista, serán depredados.

El capitalismo necesita crecer permanentemente, y precisa de los recursos para continuar con su ‘virulenta’ economía al servicio de sus cuentas corrientes. La desposesión es una ‘buena manera’ de hacer caja y sanear las cuentas con los bienes de otros. La clave está en entender que rige el orden global vigente impuesto por el mercado: quien lo desafía, cae. Sean cuales sean los males de Chávez/Maduro, lo que viene será mucho peor. No hacen falta más ejemplos. La historia reciente está llena de ellos.

Futuro

El cambio climático es una realidad inequívoca. Está causado por el sistema económico basado en la quema de combustibles fósiles que envenenan la atmósfera, la biosfera. Un sistema económico que basa en la depredación sus máquinas de crecimiento. No le importa que los recursos no se renueven. Los usa con independencia de las consecuencias.

La temperatura sube y los bienes fondo se reducen. La máquina cada vez puede satisfacer a menos personas. La acumulación de riqueza en pocas manos y la exclusión/desposesión/precarización así lo demuestra. Y crisis como la de Venezuela tendrán lugar en otros países y, en último término, también en las superpotencias como China, Rusia o los Estados Unidos. Por el camino caerán países, morirán personas.

Ante este futuro, la ciudadanía debe presionar tanto como sea necesario hasta conseguir que este antieconómico crecimiento se detenga. Las señales de advertencia son inconfundibles. Debemos cambiar el pensamiento económico, adaptarnos a una vida en la que la posesión no sea lo más importante. Mejor ser que tener. Esta es la clave para una vida buena. Acabar con la ‘buena vida’ de tan pocos.

http://catalunyaplural.cat/es/tormenta-perfecta-a-tiro-de-canon/

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