Una estrategia no es un curriculum adornado de buenas intenciones. Una estrategia es una ruta argumentada de medios y objetivos tendentes a un fin y capaz de responder a cambios posibles en el futuro
Editorial. El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, presentó ayer en Consejo de Ministros las directrices de la Agenda 2030. En ellas el Gobierno define los grandes retos que España tiene que afrontar para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Pero el enfoque aun más que la resolución, solo puede resultarnos decepcionante.
La Agenda 2030: ¿proyecto país o propaganda gubernamental?
El documento intenta identificar objetivos consensuales y contó con las aportaciones de administraciones regionales y locales, sindicatos, fundaciones, empresas y otros actores.
Comienza con un análisis de contexto, acompañado de una evaluación cuando menos acrítica de las políticas públicas durante el último año. A estas alturas la consigna no dejar a nadie atrás podría suscitar evaluaciones ponderadas o cuando menos una jerarquía de principios. En el texto actual lo buscaríamos en vano.
En un documento de Estado no es de recibo afirmar sin más que el Escudo Social o los ERTE han sido las mayores defensas de los ODS. No si no se incluye un contrapunto autocrítico o al menos una cuantificación de los objetivos perseguidos y una evaluación del grado de cumplimiento.
Cabría pensar que lo que el estado exige a las memorias de las fundaciones y ONGs es el mínimo exigible al Gobierno. Pero no parece ser el caso.
Encuadrar los proyectos e inversiones para la reconstrucción dentro del paraguas Agenda 2030, tampoco debería despacharse con argumentos generales. Una vez más, si en cualquier proyecto europeo hay que justificar objetivos, herramientas y resultados, cómo va a liquidarse la estrategia de desarrollo humano y social de un país entero con sobreentendidos y valoraciones generales. Lo que vale para una presentación de intenciones y compromisos éticos, no vale para fundar una estrategia país.
Fases y retos de la Agenda 2030 española
En el texto se establecen tres fases: La identificación de los retos estratégicos, políticas aceleradoras y actuaciones prioritarias para el país que queremos ser en 2030; la concreción de políticas prioritarias; y la aprobación de la Estrategia de Desarrollo Sostenible 2030.
Los Retos País identificados son:
- Acabar con la pobreza y la desigualdad
- Hacer frente a la emergencia climática y ambiental
- Cerrar la brecha de la desigualdad de género y poner fin a la discriminación
- Superar las ineficiencias de un sistema económico excesivamente concentrado y dependiente
- Poner fina la precariedad laboral
- Revertir la crisis de los servicios públicos
- Poner fin a la injusticia global y a las amenazas a los derechos humanos, los principios democráticos y a la sostenibilidad del planeta
- Revitalizar nuestro medio rural y afrontar el reto demográfico
Aunque lo más comentado por los medios han sido las medidas para frenar los desahucios más sangrantes, regular el mercado del alquiler y el compromiso de trabajar porque la contratación indefinida sea la norma, el documento también incluye en el Reto País 1 la necesidad de no desvincular del derecho a una vivienda adecuada el acceso a ciertos servicios esenciales, como la electricidad.
Recuerda que España es el quinto país de la UE con la factura eléctrica más cara, lo que afecta a los índices de pobreza energética, por lo que incluye:
La necesidad de abordar los cambios normativos necesarios para la reforma del mercado eléctrico, poniendo fin a la sobreretribución que reciben en el mercado mayorista determinadas tecnologías, cuyo efecto sobre los altos costes de la electricidad en España merece una atención prioritaria.
En cuanto a las medidas de urgencia ante el desarrollo y masificación de la pobreza, promete avanzar hacia un modelo automático en la concesión de la prestación del bono social y promete buscar maneras de proteger a los consumidores vulnerables de los cortes de suministro, a través de figuras como el suministro mínimo vital y el principio de precaución.
En su segundo reto país el documento resulta abrumador en el intento detallado por mostrar que el Gobierno desarrolló y sigue desarrollando una amplia agenda legislativa específica.
Un error de enfoque y método
En realidad solo hace evidente el error de enfoque y método. La Agenda 2030 y los ODS no van del gobierno y sus compromisos y visiones generales, no pueden ser un balance autocomplaciente ni listar iniciativas legislativas como el académico que lista publicaciones esperando un reconocimiento.
Sobre todo, una estrategia no es un curriculum adornado de buenas intenciones. Una estrategia es una ruta argumentada de medios y objetivos tendentes a un fin y capaz de responder a cambios posibles en el futuro. Aun concediendo que en la fase actual de lo que se trataba era de listar objetivos, cuando menos podrían haberse jerarquizado y ordenado en el tiempo.
Y desde luego podrían habernos ahorrado la autocomplacencia. Porque si algo requieren y pretenden los ODS es obligarnos a enfrentar el mundo tal cual es y tal cual está: en una crisis sin precedentes, una verdadera crisis de civilización en la que el desarrollo humano ha sido ya la primera víctima.
Publicado en https://eugreendeal.news/agenda-2030-directrices/