30.11.2021

Compartir en

Temas relacionados

< Volver

La biodiversidad: más allá del cambio climático

Con o sin cambio climático, si no cambiamos nosotros como especie, el colapso de la humanidad está inevitablemente servido

Con o sin cambio climático, si no cambiamos nosotros como especie, el colapso de la humanidad está inevitablemente servido

Francesc Sardà i Amills

Documento traducido del original en catalán

La biodiversidad no debe entenderse solo como el número de especies que habitan un lugar determinado. El hecho de que encontremos muchas y diferentes especies no puede hacernos presuponer que un determinado ecosistemas esté en mejores o peores condiciones. Más que el número de especies diferentes, debemos fijarnos cuál es la función que cada una de ellas realiza en su ecosistema, de modo que la energía fluya manteniendo el ecosistema más o menos estable, al tiempo que sea suficientemente resistente y elástico para soportar embates biológicos, climáticos o geológicos breves. Cuanto más maduro y estabilizado sea un ecosistema, más resistente será.

Dentro del concepto de Gaia, que entiende la tierra como un organismo holístico, donde biota y biotopo se retro alimentan y complementan mutuamente, podrá mantenerse un equilibrio durante tiempo, al menos el tiempo suficiente para que los organismos vivos puedan percibido como indefinidamente estable en función de la propia longevidad de sus generaciones sucesivas. Evidentemente que la función de un organismo en la red trófica va ligada a su número, pero, como hemos dicho antes, su función debe interpretarse en el ambiente capaz de suministrarle los recursos que necesite. Así pues, podemos decir que cada una de las especies está, en número y función, en equilibrio con todas las demás y el entorno. Por poner un ejemplo, en una sabana africana, no puede haber más leones que cebras; en el océano, más ballenas que individuos de krill; en las selvas no pueden crecer árboles bajos, por falta de sol en su interior; o bosques espesos, en un desierto sin agua.

La función que una especie desarrolla dentro de su ecosistema, también llamado nicho ecológico, permitirá ésta y otras especies desarrollarse, crecer y reproducirse en equilibrio con las demás especies con las que interacciona. Cuando por determinadas circunstancias una especie se desequilibra respecto a las demás, generalmente por un repentino aumento demográfico desmedido o por invadir o tomar nichos donde no estaba antes, bien porque una determinada temporada le ha ofrecido pocos depredadores; porque ha gozado de muy buenas condiciones ambientales para reproducirse i expandirse, o bien por otras razones al mismo tiempo, esta especie no sólo sufrirá rápidamente escasez de recursos, sino que podrá entrar en competencia con las demás y hará bajar la biodiversidad del conjunto. Esta rueda autodestructiva se resolverá con hambre, proliferación de enfermedades, falta de descendencia, transformación del hábitat, desaparición de especies autóctonas, vulnerabilidad en general y/o con migraciones masivas, que afectarán parte al ecosistema haciéndolo más vulnerable. Esto hará que la población vuelva a mermar en una espiral infinita causa-efecto. Así pues, dentro de este sistema de equilibrio, ninguna especie puede crecer indefinidamente.

De repente dentro de Gaia, una nueva especie aparece evolucionando rápidamente, dejando atrás todas las demás pruebas similares y competidoras que ha hecho la Naturaleza. Es una especie muy invasora en todos los ambientes. Al ser una especie depredadora, de nivel metabólico complejo, enseguida elimina a sus competidores similares y desarrolla una función de depredador apical, es decir, se sitúa en lo más alto de la pirámide alimentaria, evolucionando y resistiendo con mucha eficacia a sus depredadores, tanto macroscópicos como microscópicos. Tiene incidencia en la casi totalidad de los ambientes terrestres. Es una especie con una gran avidez por todo lo que le rodea y, por tanto, capaz de provocar grandes cambios rápidos en los hábitats que ocupa y, al mismo tiempo, generar residuos de su actividad metabólica endógena y exógena, puesto que su capacidad de gestionar grandes cantidades de energía no se puede comparar con la de cualquier otra especie.

¿Pero cómo ha tenido lugar este estallido dentro de unos ecosistemas estables y auto regulados? En primer lugar, porque los sistemas tienen cierta capacidad de carga que les permite un margen de elasticidad relativamente alto; lo que actualmente se llama ser “resiliente”. Pero sobre todo porque esta especie ha tenido habilidades para utilizar una energía que no estaba disponible para ninguna otra especie. Energía acumulada de miles y miles de años. Es como si, de repente, esta especie fuera capaz en poco tiempo, de tragarse millones y millones de toneladas de alimento vegetal que se ha ido acumulando en forma fósil. No lo ha tenido que buscar ni prácticamente, almacenar (como hacen las hormigas haciendo acopio de comida en invierno); se lo ha encontrado y se ha lanzado vorazmente sobre él. Esto, lógicamente, ha producido un metabolismo a nivel de especie descomunal que se ha disipado dentro de Gaia llenando su propio hábitat de residuos contaminantes y venenosos perjudiciales para su propia subsistencia y de su entorno. Al mismo tiempo, ha modificado la función de otros ecosistemas geológicos, hidrológicos y atmosféricos. Simplemente, el aumento fuera del equilibrio del Homo sapiens, repercute dramáticamente sobre la biodiversidad global y, en consecuencia, distorsiona el metabolismo homeostático de Gaia.

Debemos tener en cuenta que Gaia, como gran organismo que vive casi aislado en el Universo, es finita. Me contaba un bacteriólogo que si pusiéramos bacterias dentro de un matraz que sólo permitiera la entrada de alimento y oxígeno, en poco tiempo las bacterias morirían. ¿Por qué? Pues simplemente por acumulación de demasiados organismos que producirían tal cantidad de heces que contaminarían su propio ambiente hasta hacerlo inviable. Si Gaia representa la botella y los recursos, y las bacterias son el hombre, más tarde que temprano el hombre desaparecerá sin la influencia de ningún otro cambio.

Profundizando un poco más en las causas, cabe recordar que Meadows y colaboradores, ya en los años ‘70 i ‘90, al simular los límites del crecimiento en el futuro y las consecuencias del crecimiento, no intuyeron concretamente el cambio climático actual. En su trabajo, curiosamente, no se contempla la necesidad de un calentamiento global para llegar al colapso a partir de mediados del siglo XXI. Con el progresivo agotamiento de recursos, la disminución de alimentos, el aumento de la demografía y la contaminación, ya se preveía el colapso de nuestra sociedad tal y como hoy la consideramos entre el 2050 y el 2100. Por tanto, ¿debemos preocuparnos pues también por este calentamiento global actual como fenómeno que amenaza la subsistencia de la especie humana? Por supuesto que sí! ¡Y mucho! Pero suponiendo que fuéramos capaces de detener el calentamiento global, que no parece el caso, no resolveríamos la amenaza de fondo de extinción de la especie humana. La gran amenaza es ella misma! Solo el crecimiento demográfico ya llevará, por sí mismo, al agotamiento de los recursos y al colapso de cualquier especie (como el ejemplo de las bacterias dentro del matraz). La decadencia como especie ya estaba vaticinada con o sin cambio climático.

Simplemente una especie no puede crecer infinitamente en un medio finito.

Así que si buscamos soluciones con un mínimo de posibilidades de efectos reales, más allá de incidir en la transición energética y el decrecimiento forzado, es necesario incidir en el “cambio de mentalidad humana”. Pero, ¿puede una especie dejar de ser lo que ha sido y es a partir de su propia conciencia evolutiva?

Es interesante comentar la fábula del escorpión y la rana, Su origen, como todo el saber popular es desconocido, aunque se atribuye a Esopo.

El escorpión le pide a la rana que le monte en su espalda para atravesar el río.

La rana le dice con reticencia:

– ¿Cómo puedo saber que cuando estemos en la mitad de la travesía no me picarás?-

El escorpión responde:

– Pues por qué me va la vida-.

A mitad del trayecto, el escorpión aguijonea a la rana. Entonces la rana, dolida y sorprendida, exclama:

– ¿por qué lo has hecho?-

A lo que el escorpión le contesta:

– ¡No puedo evitarlo! Es mi naturaleza-

Si volvemos a identificar el contexto de dónde y cómo se desarrolla la acción con Gaia, y el papel concreto del escorpión como la especie humana, quizás haya llegado el momento de preguntarnos si estamos dispuestos a atribuirnos y aceptar el razonamiento totalmente determinista del escorpión. ¿Debemos aceptar resignadamente esta visión de nuestra “naturaleza” que nos aboca a nuestra propia auto-destrucción? ¿O podemos imaginar, siguiendo la misma lógica de la dinámica evolutiva que nos ha traído hasta aquí, con sus ensayos y errores, que nos abre otras posibilidades de adaptación? ¿Podemos nosotros, con plena conciencia de dónde estamos y quiénes somos, de la que también nos ha dotado la Naturaleza, aceptar e impulsar esta nueva posibilidad adaptativa, aunque sea a costa de sacrificar nuestra actual forma material de vivir?

En el punto en el que nos encontramos y con todo lo que nuestra “inteligencia” nos dicta, parece que no hay otra salida que la de reintegrarnos a nuestro nicho ecológico del que nunca deberíamos haber salido y re emprender nuestra función como especie.

Haciendo ciencia ficción, quizás deberíamos esperar que este trauma, que ya estamos sufriendo como especie, nos quede fijado en nuestra epigenética y quizá, con el tiempo, incluso en nuestro propio genoma. Esperamos que la selección natural, que nos ha dotado de una supuesta capacidad cognitiva, aparentemente “superior” a las otras especies, se encargue de reconducirnos hacia dónde nos corresponde dentro de Gaia… o quizás podemos iniciar un proceso de “auto adaptación propia” hacia una nueva especie con una nueva conciencia?.

CONLUSIÓN: Lo molesto e inmediato es el cambio climático, pero el problema, no nos equivoquemos, somos nosotros mismos! Con o sin cambio climático, si no cambiamos nosotros como especie, el colapso de la humanidad está inevitablemente servido.

< Volver

Deja una
respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Un comentario

  1. Entonces, nuestra máxima aspiración es retardar la extinción, frenando el avance del calentamiento global y cambio climático….

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbete a nuestro newsletter