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El euro digital afecta a toda la sociedad, no sólo a las finanzas

El desarrollo del euro digital ofrece nuevas oportunidades para Europa, pero sólo pueden aprovecharse si la sociedad civil participa en este debate,

El desarrollo del euro digital ofrece nuevas oportunidades para Europa, pero sólo pueden aprovecharse si la sociedad civil participa en este debate,

Sostienen Tristan Dissaux, Jézabel Couppey-Soubeyran y Wojtek Kalinowski en un artículo de opinión firmado por más de 100 académicos y ONG.

Jézabel Couppey-Soubeyran*, Tristan Dissaux* y Wojtek Kalinowski*

Mientras el euro celebra su 20º aniversario, el Banco Central Europeo (BCE) investiga la posibilidad de crear un «euro digital» que se sume a las monedas y billetes que aún utilizamos, aunque cada vez menos, en nuestras transacciones diarias.

A diferencia de las tarjetas bancarias y otros sistemas de pago, el euro digital sería una «moneda digital del banco central», es decir, una moneda emitida y garantizada directamente por el BCE, accesible y utilizable por todos.

Como tal, ofrece nuevas oportunidades para nuestras sociedades y para el propio euro, amenazado como está por numerosos proyectos privados de moneda digital. ¿Pero está el BCE dispuesto a aprovechar estas oportunidades?

El acceso al dinero del Banco Central en forma digital está actualmente restringido a los agentes bancarios y financieros; el euro digital lo haría disponible a todos los individuos y agentes económicos. Un euro digital podría hacer que nuestros sistemas de pago fueran más inclusivos y menos costosos para los sectores más pobres de la población.

También podría utilizarse para aplicar nuevas políticas económicas, sociales o medioambientales al permitir las transferencias monetarias a todos los ciudadanos europeos. Por último, podría reforzar la legitimidad de la moneda única al ponerla más claramente al servicio de los ciudadanos europeos.

Sin embargo, hay razones para temer una oportunidad perdida. El BCE parece considerar la nueva moneda digital como una herramienta puramente técnica y desvinculada de cualquier consideración social o política, y los preparativos avanzan sin ninguna participación real de los ciudadanos, de forma descendente y tecnocrática.

Aunque el BCE ha anunciado su intención de colaborar con todos los actores de la sociedad, de momento sólo ha creado un grupo de 30 expertos (el Grupo Asesor del Mercado Digital del Euro) procedentes exclusivamente del sector bancario y financiero. Estos expertos están, de hecho, en una posición privilegiada para dar forma concreta al euro digital.

En cuanto al Consejo de Pagos al por menor del Euro, que sí cuenta con dos asociaciones de consumidores entre sus 20 miembros, sólo está invitado a dar su opinión sobre los resultados concretos que presente el BCE. Los ciudadanos sólo participarán a través de algunos grupos de discusión, cuyos detalles se desconocen.

La consulta pública ya organizada por el BCE y cerrada en enero de 2021 no puede justificar que no se involucre más a los ciudadanos europeos.

Lo que está en juego en términos democráticos merece mucho más que un cuestionario en línea apenas publicitado, poco accesible y que no permite comprender el tema, mientras la mayoría de las personas no están familiarizadas con toda la cuestión.

Por lo tanto, pedimos al BCE que implique realmente a la sociedad en la investigación en curso sobre el euro digital y que amplíe el debate a los objetivos que podrían perseguirse con la ayuda de esta innovación monetaria.

Para ello es necesario, en primer lugar, que haya transparencia en las actividades y debates que se llevan a cabo en el seno del BCE sobre el futuro euro digital, así como la posibilidad de que la sociedad civil y los agentes académicos participen en ellos.

En segundo lugar, pedimos al BCE que inicie un verdadero debate público sobre el euro digital, informado y esclarecido, dentro de los Estados miembros.

Sobre todo, necesitamos que nuestra democracia se implique. El asunto no es sólo técnico, es sobre todo político, ya que el euro digital nos concierne a todos.

Por ello, pedimos al Parlamento Europeo que se ocupe de esta cuestión en el marco de su diálogo monetario con el BCE. Este diálogo es el principal marco establecido por los Tratados donde nuestra democracia puede expresarse sobre los objetivos de la política monetaria.

Por lo tanto, debe incluir los objetivos del euro digital, sin reducirse a una mera formalidad en la que el Parlamento se limita a tomar nota de las decisiones ya adoptadas.

El futuro euro digital debe ser considerado como un bien público. Su fase de preparación ofrece una oportunidad única para implicar a los ciudadanos, a sus representantes y a los agentes de la sociedad civil en un debate más amplio sobre la forma en que el euro digital podría ayudar a los países de la eurozona a abordar mejor las múltiples crisis a las que se enfrentan.

Estas opciones dependerán en gran medida del diseño técnico que se elija, que por lo tanto no debe ser anticipado por los actores financieros

* Tristan Dissaux es investigador de la Universidad Libre de Bruselas. Jézabel Couppey-Soubeyran es profesora asociada en París 1 Panthéon-Sorbonne y en la Escuela de Economía de París. Wojtek Kalinowski es codirector del Instituto Veblen de Reformas Económicas.

https://www.euractiv.com/section/economy-jobs/opinion/the-digital-euro-concerns-the-whole-society-not-only-finance/

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