Visiones sobre el futuro que permitirán las Renovables e ideologías sobre la solución a la crisis climática-energética

Textos extraídos del documento “Escenarios para una transición energética sostenible” de Antonio García-Olivares

Antonio García Olivares

¿Qué nivel económico futuro permitirán las Renovables?

Algunos tecno-optimistas creen que las ER, junto con saltos tecnológicos como la Fusión, permitirán una prolongación del crecimiento exponencial. Esa tesis me parece inverosímil, pues las tecnologías energéticas hasta ahora han necesitado unos 50 años para implantarse económicamente a gran escala.

Por otro lado, si no se hace nada, acabarán teniendo razón los colapsistas y nos dirigiremos a una desestabilización inevitable del clima, y a un declive incontrolado de la producción, de la prosperidad social y de la viabilidad de los Estados (Figura).


Una proyección diferente es la de David Holmgren, uno de los fundadores de la Permacultura, que opina que las energías renovables serán insuficientes para mantener la industria actual y nos encaminamos hacia una sociedad ruralizada y de baja tecnología.

Otra proyección es la de Herman Daly, que opina que bajo regulaciones muy estrictas, el capitalismo podría ser obligado a funcionar en un régimen de Economía Estacionaria, esto es, donde las tasas de insumo de materias primas sean siempre menores o iguales a las de reposición natural o reciclado de dichos recursos. En este escenario, la futura economía global 100% renovable sería bastante industrializada y tendría niveles de prosperidad similar a la media actual.

El que la economía acabe estando más cerca del escenario de Holmgren o más cerca del escenario de Daly dependerá de la cantidad de problemas técnicos inesperados que puedan surgir en la práctica; de factores político-económicos que puedan dificultar la transición; de la gravedad de las crisis ecológicas que se puedan producir durante la transición.

Actitudes de los partidos e ideologías políticas sobre la crisis climáticaenergética y su solución

En el debate político sobre la transición energética y ecológica podemos identificar actualmente cuatro marcos conceptuales (o narrativas) principales:

A) No pasa nada grave y cuando pase, el mercado y la innovación reaccionarán, no hay necesidad por tanto de sobrerreaccionar prematuramente gastando recursos. En España, EE. UU. y los países occidentales, defiende esta postura gran parte del pensamiento conservador y liberal. En mi opinión, lo que el mercado oligopólico ha demostrado es que es imbatible a la hora de maximizar la tasa de producción de mercancías, siempre que no se contabilice la destrucción de bienes naturales y culturales. Pero que es incapaz de prever con antelación y evitar la destrucción ecológica, climática y de recursos. El estado del arte de las investigaciones sobre sostenibilidad contradice esta postura.

B) Es necesario instalar fuentes renovables y nuevas tecnologías de captación de carbono; la tecnología de la fusión se unirá a éstas para resolvernos el problema energético y climático (una parte del liberalismo y gran parte de la izquierda). Esta postura tecno-optimista descansa en su fe en tecnologías no-probadas. Podrían funcionar o no funcionar económicamente. No resuelven la imposibilidad de incrementar permanentemente el consumo de materiales en una economía de crecimiento exponencial.

C) Es necesario instalar renovables, más captación tradicional de carbono (agricultura regenerativa, regeneración de ecosistemas); esta postura estaría representada en EE. UU. por el ala más radical del partido demócrata y su propuesta del Green New Deal, y en España por partidos ecologistas como Verdes Equo. Esta postura tiene un respaldo científico amplio (IPCC, etc.), y ello supone un apoyo ideológico, pero puede resultar insuficiente a largo plazo, y debería aspirarse a combinarla con un decrecimiento importante del consumo de recursos en los países desarrollados, teniendo en cuenta los lock-in o bloqueos tecnológicos que provocan los sistemas basados en combustibles fósiles.

D) Es imprescindible parar cuanto antes el crecimiento económico y comenzar un decrecimiento controlado postcapitalista. La representan los grupos minoritarios favorables al decrecimiento, generalmente con ideologías sociales de izquierdas. Esta postura es la más radical y, si fuera acompañada por una propuesta creíble de remetabolización social, podría adaptar rápidamente las sociedades a los ecosistemas, pero no cuenta en la actualidad con apoyo social suficiente.

Dentro de la postura decrecentista hay sectores más posibilistas, que creen que una combinación de renovables a escala local y otras a escala industrial puede generar un sistema eficaz alternativo al actual, que sostenga un decrecimiento ordenado hacia una economía estacionaria. Bardi (2013), García-Olivares y Solé (2015) y Heinberg y Fridley (2016) han argumentado en esta línea.

Hay otro sector que critica toda instalación de renovables que no se haga a pequeña escala, y/o dentro de nichos económicos alternativos al capitalismo del beneficio, por ejemplo, en el marco de cooperativas y comunidades en transición. Este sector considera la implantación de renovables a escala industrial como una continuación del business as usual (BAU), pero con barniz ecológico, y no creen que esa clase de renovables sea un paso en la dirección correcta. Creo que tienen razón en que el desarrollo amplio del autoconsumo y las cooperativas de renovables son imprescindibles para la democracia energética y el empoderamiento social, y serán cruciales para una futura transición post-capitalista. Pero los grandes parques renovables son necesarios también si queremos mantener en el futuro ciertos servicios industriales que mejoran la calidad de vida. Y estos grandes parques podrían ser controlados públicamente si hay voluntad política y presión social.

Finalmente, hay un sector más radical, “colapsista”, cuya actitud ante la transición energética es fatalista y presupone una especie de determinismo energético que nos llevará a todos, casi con seguridad, a un colapso inevitable que sería posible mitigar con intervenciones a pequeña escala. Algunos en este grupo llegan a argumentar la conveniencia de que, dado que no podemos evitar el colapso, es mejor que este sea rápido, para así abrir el camino a una reconstrucción en un marco civilizatorio distinto. Pienso que esta actitud no está de acuerdo con el consenso científico (tal como lo sintetiza por ejemplo, el IPCC), y en la práctica crea inmovilismo y hace el juego a los lobbies fosilistas, que siguen siendo poderosos.

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