Tenemos la transición enrocada por la poca valentía política para aceptar las consecuencias de hacer el camino y por ciertos colectivos que piensan que, si la economía colapsa, todo irá mejor
¿Cuál será el desarrollo que deberá figurar en el siglo XXI? No me cabe duda de que será el freno al cambio climático y la adaptación a él por parte de la humanidad. Por eso no entiendo a quienes no dan ese valor a las acciones para realizar la transición energética, que nos debe llevar a frenar el cambio climático ya dejar un planeta más habitable a nuestros hijos. No entiendo cómo no se ve la gravedad de las malas cosechas, la escasez de agua, el estrés de las plantas, la desaparición de especies, la futura pérdida de actividad económica, en definitiva, la llegada de la ruina ambiental y económica, el hambre en muchos países, y los desplazamientos masivos de emigración. No comprendo cómo se bloquean ante unos aerogeneradores que serán visibles en el horizonte, o por placas fotovoltaicas en los tejados, o en ciertos campos. No percibo qué es lo que explicamos mal para que la gente no lo vea y me acuse, por ejemplo, de estar pagado por poderes fácticos para decir lo que digo o de ser una persona insensible detrás de una hoja de cálculo.
La transición la tenemos enrocada por la poca valentía política para aceptar las consecuencias de hacer el camino y por ciertos colectivos que piensan que, si la economía colapsa, todo irá mejor. Si la economía colapsa vendrán las cartillas de racionamiento, porque el sistema no será capaz de garantizar la producción y circulación de productos hasta los usuarios.
El lunes, mientras estaba en las Jornadas sobre Energías Renovables y Soberanía, pensé que era necesario actuar: ya va siendo hora de dejar de invertir todos los esfuerzos en hablar y debatir. Es cierto que hay muchos argumentos que hay que rebatir, como que los ciudadanos de Barcelona no tienen derecho a estropear territorios para obtener su energía, o que sería suficiente con placas fotovoltaicas en los tejados para satisfacer la demanda de energía futura . Pero, por mucho que lo expliquemos, topamos con gente que no quiere escuchar, incapaz de ser relativos y ver que los efectos de lo que va viniendo son infinitamente superiores a sus valores de cambio de paisaje.
La solución creo que pasa por implicar a todos y romper estereotipos. Por ejemplo, si en cada pueblo ponemos un parque de 8 hectáreas, posiblemente romperemos ciertos argumentos de por qué yo sí, y los demás no, y haremos la mejor pedagogía.
He empezado a realizar el ejercicio por la Garrotxa. En esta comarca existen 21 municipios y tiene un consumo energético equivalente de 1.234 GWh, que la transición energética podrá llevar hasta 500 GWh invirtiendo en nuevas tecnologías. Si se ponen placas en todos los tejados se podrían obtener 212 GWh, el biogás podría aportar 120 GWh y los parques de 8 ha. podrían aportar 268 GWh, con lo que la comarca podría equilibrarse haciendo este camino. La solución parece razonable.
El problema de los parques pequeños es la dificultad de evacuar la energía producida en la red eléctrica, muy difícil si la línea es de 25 kV y tiene clientes conectados a ella. En la Garrotxa existen 3 líneas de transporte eléctrico a 132 kV que cruzan el territorio. Esto hace más fácil la conexión de estos pequeños parques a la red, quedando sólo el problema del coste de la conexión. Una posibilidad sería pedir a la administración que ayude a sostener el coste de la conexión desde los parques a la línea. Pero otra es agrupar parques de los municipios cercanos y realizar la conexión de forma mancomunada. Así, si el parque de Maià de Montcal junta su línea con el de Beuda, con el de Besalú y con el de Sant Ferriol, el coste de la conexión a 132 kV podría ser repartido entre los 4 parques. Lo mismo ocurriría con Argelaguer, Tortellà, Salas de Llierca, Montagut y Sant Jaume de Llierca. O con los parques de Castellfollit de la Roca, Vall de Bianya y Sant Joan les Fonts. O con Ridaura, Olot, Les Preses y Vall d’en Bas. O con Santa Pau, Mieres, San Aniol de Ventanas, Les Planes d’Hostoles y Sant Feliu de Pallerols.
Este camino debería venir por imposición de la Generalitat, de forma que ningún municipio pueda negarse a poner su aportación. Los 947 municipios de Cataluña podrían aportar una energía de 12.120 GWh, lejos todavía de los 32.000 GWh de la fotovoltaica en el suelo que se necesitará en Cataluña, lo que significa que todavía habrá que hacer grandes parques en el suelo, además de los eólicos. Pero el camino, haciéndolo así, romperá el enroque en el que nos hemos puesto todos. En las comarcas de Girona, por ejemplo, con los parques de 8 ha., más el parque eólico de Roses, la cobertura energética en 2050 podría ser total.Habrá que presentar la propuesta al Consejo Comarcal de la Garrotxa e intentar atraer la complicidad de todos los 21 municipios. En la comarca existe cierta experiencia en colaboración público-privada, con ejemplos de éxito como el de la fibra óptica y tiene un alto consenso en promover una comarca sostenible, tanto desde los responsables de los parques naturales, como desde los empresarios, pasando por todos los políticos y por la mayoría de la gente.
Como dijo el viernes Josep Lagares en la presentación del concierto de la Sinfónica de Cobla y Corda, las pequeñas acciones pueden conducir a grandes transformaciones. Sólo hay que pensar a lo grande. Y actuar.