La transición energética es una necesidad urgente. Debemos acordar lugares de encuentro para poder discutir nuestras diferencias y trabajar juntos para construir un futuro sostenible
Antonio Turiel / Juan Bordera / Kike Ballesteros / Sergi Nuss / Mar Reguant / Maria Serra / Jordi Vilardell
A nadie se le escapa que durante los últimos meses se ha producido una gran agitación en la opinión pública sobre la cuestión de la ineludible y ya impostergable transición renovable. En una ceremonia de la confusión que no beneficia a nadie, ha tenido lugar una auténtica batalla, con más de campal que de dialéctica, entre expertos, grupos ecologistas y plataformas ciudadanas. Lo peor del caso es que quienes más hemos participado en esta discusión pública sin duda coincidimos en lo verdaderamente esencial, a saber: que vivimos una crisis ambiental de tal magnitud que requiere una respuesta decidida, constante y urgente; y que una de las piezas clave de la transición necesaria es el rápido abandono de los combustibles fósiles y su no menos rápida substitución por energías renovables.
Siendo, como son, los puntos de coincidencia tan importantes y tan críticos para garantizar nada más y nada menos que la continuidad de la civilización humana, dice poco de nosotros la incapacidad de crear espacios amplios de diálogo y de consenso. Se diría que hemos perdido la capacidad de discutir en el sentido propio del término (debatir sobre una cuestión para tratar de llegar a un acuerdo) y ya solo lo hacemos en el sentido más impropio, que es el de reñir.
No es que las cuestiones que definen nuestro desencuentro sean menores, ni fácilmente soslayables, pero no solventaremos nuestras diferencias simplemente lanzándonoslas los unos a la cara de los otros. Peor aún, nuestra falta de capacidad de diálogo favorece que unos grupos o plataformas escojan las opiniones de unos expertos, mientras que otros escojan las de los otros y así, en vez de converger en pro del bien común, seguimos trayectorias divergentes en un mundo que va a la deriva climática, energética y social.
No podemos seguir así. Tenemos que parar. Tenemos que trabajar juntos para construir el futuro que tanto necesitamos.
Los que firmamos esta columna nos hemos puesto de acuerdo en que no estamos de acuerdo en todo, pero sí en lo más importante: lo esencial apuntado más arriba, y la necesidad de que hablemos y trabajemos juntos. Y rápido, porque por desgracia el tiempo que nos resta para evitar lo peor es breve.
Tenemos que acordar lugares de encuentro para poder discutir nuestras diferencias, y dejar de usar las redes sociales para acusar de desafectos a quienes deben ser nuestros aliados, o de usar los medios para exceder los límites de la legítima crítica y caer en valoraciones de los demás no siempre acertadas, cuando no directamente injustas con otras personas (cosa que el primer firmante de esta columna reconoce que hizo en su reciente artículo “El manifiesto que nadie pidió” respecto del manifiesto “Renovables o una Catalunya a la cua”firmado por otros firmantes de esta columna).
Tenemos que dialogar, sobre todo, de manera completa y sin excusas. E igual que no podemos aceptar más demoras en la toma de decisiones críticas, no podemos ignorar las legítimas reclamaciones de esa ciudadanía que se siente atropellada y excluida de la gestión de medidas que le afectan directamente, ni la necesidad de emprender reformas mucho más profundas que las que interesan a ciertos poderes económicos, ni las alertas de los científicos sobre los riesgos medioambientales de ciertas actuaciones, ni la discusión sobre los límites materiales y técnicos del modelo que se quiere implantar. Si realmente queremos implementar algo que funcione, tenemos que estar razonablemente seguros de que sirve para mantener una sociedad funcional y verdaderamente sostenible. Durante demasiado tiempo se han desdeñado aquellas voces que incidían sobre estos problemas, como si fueran de segundo orden o pudiesen esperar. Ya estamos viendo que no, que ignorar los problemas lleva a una creciente contestación en la calle y a la división ciudadana que tenemos que evitar por todo lo que está en juego, y por el riesgo de que las opciones más populistas se aprovechen de ella y nos alejen de los objetivos que ahora son ya absolutamente vitales para garantizar la continuidad de nuestra civilización y de nuestra especie.
No hay límites en la discusión, no hay tabús, no hay exclusiones: sentémonos y hablemos de todo lo que sea necesario, usando para ello la mejor ciencia y el mejor conocimiento para guiar nuestra toma de decisiones. Con rigor y con respeto. Hagámoslo, y hagámoslo ya, por nuestro futuro y el de las generaciones que vendrán. Porque no hay tiempo que perder.
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Kike Ballesteros, ecòleg marí, CEAB-CSIC.
Mar Reguant es economista, profesora en Northwestern University e investigadora en la Barcelona School of Economics, especializada en l’estudis de mercats elèctrics i d’emissions.
Jordi Vilardell Gómez es periodista especializado en crisis climática y de biodiversidad, temas sobre los que ha publicado decenas de análisis y dirigido una veintena de documentales.
Sergi Nuss Girona es activista ambiental y miembro del Departamento de Geografía de la UdG. Investiga el rol de los movimientos sociales en la preservación del paisaje y la ordenación del territorio. Expresidente de SOS Costa Brava.
Maria Serra Olivella es activista por la Justicia Climática, embajadora del Pacto Climático Europeo y representante de Europea en Earth Uprising. Estudia Relaciones Internacionales y trabaja en empoderar e integrar juventud en espacios de decisión sobre el cambio climático. Ex-portavoz y cofundadora del movimiento Fridays For Future en Barcelona.
Un comentario
Bueno, muy bien. Pero ahora qué?
Está muy bien decir: RENOVABLES SÍ, PERO NO ASÍ…. y no dar alternativas factibles y que atiendan a las necesidades reales para conseguir una transición energética justa – que empieza, claro que sí, por la reducción de consumos, por diseñar e implantar un sistema económico y social que limite o revierta los crecimientos etc- pero aún así hay que dar respuesta a los retos de generar energias renovables suficientes y que se base en la asunción de las responsabilidades y de los impactos consecuentes con un modelo de soberanía energética y no en la importación de «energía verde desde otros continentes o des de los territorios «vaciados» ¡¡¡,
Una cosa es querer Energía renovable, «pero no así» y otra «Energia renovable PERO NO AQUÍ ¡¡¡» que -por desgracia- es lo que parece en algunos casos…… Debemos asumir que toda actividad humana, toda actuación sobre el territorio y sobre el medio ambiente tiene impactos, todas… por tanto se trata de evaluarlos, mitigarlos, adaptarlos, repararlos, compensarlos..para al final asumir responsabilidades que son compartidas pero diferenciades: RENOVABLES SÍ, Y TAMBIEN AQUÍ»