‘Es la desigualdad lo que mata’: Naomi Klein sobre el futuro de la justicia climática

La autora canadiense y profesora de justicia climática celebró con cautela los acuerdos sobre pérdidas y daños en la Cop27

Madeleine de Trenqualye

Naomi Klein publicó su primer libro sobre la crisis climática, “Esto lo cambia todo”, hace casi una década. Fue una de las organizadoras y autoras del Manifiesto “Dar el Salto” de Canadá, un modelo para una transición rápida y justa hacia el abandono de los combustibles fósiles. En 2021, se unió a la Universidad de Columbia Británica como profesora de justicia climática en el Departamento de Geografía y codirectora del primer Centro de Justicia Climática de Canadá .

¿ Qué es la justicia climática ?

Siempre pienso en la justicia climática como una multitarea. Vivimos en una época de múltiples crisis superpuestas: tenemos una emergencia sanitaria; tenemos una emergencia de vivienda; tenemos una emergencia de desigualdad; tenemos una emergencia de injusticia racial; y tenemos una emergencia climática, así que no vamos a llegar a ninguna parte si intentamos abordarlas de una en una. Necesitamos respuestas que sean verdaderamente transversalesEntonces, ¿qué tal si a medida que descarbonizamos y creamos un mundo menos contaminado, también construimos una sociedad mucho más justa en múltiples frentes?

Naomi Klein: ‘Siempre pienso en la justicia climática como una multitarea.’ Photograph: Adrienne Grunwald/The Guardian

Muchos ambientalistas escuchan eso y piensan: “Bueno, eso suena mucho más difícil que simplemente aplicar un impuesto al carbono o cambiar a la energía verde”. Y el argumento que esgrimimos en el movimiento por la justicia climática es que lo que intentamos es construir una base de poder que se comprometa con la acción climática. Porque si solo hablas del carbono, cualquiera que tenga una emergencia más cotidiana, ya sea la violencia policial, la violencia de género o la precariedad de la vivienda, pensará: “Eso es un problema de ricos. Yo estoy centrado en la emergencia diaria de seguir vivo”. Pero si puedes conectar los temas y mostrar cómo la acción climática puede crear mejores empleos, corregir las enormes desigualdades y reducir los niveles de estrés, entonces empiezas a captar la atención de la gente y se creará una base más amplia de votantes interesados en que se aprueben políticas climáticas.

Lleva más de una década comunicando la emergencia climática. ¿Cómo han cambiado sus estrategias a lo largo de los años?

Sitúo mi  concienciación en torno al cambio climático a raíz del huracán Katrina en 2005. Vi cómo el Katrina destapaba y agravaba desigualdades e injusticias preexistentes, de la misma manera que la pandemia y otros desastres climáticos han servido como revelaciones sociales. La gente que tenía recursos y coches dejaron la ciudad y consiguieron un hotel. Pero los que no lo hicieron, -en su inmensa mayoría pobres y negros- se quedaron tirados en sus tejados con pancartas que decían: “Ayuda”. Y luego, en lugar de invertir en los servicios públicos desatendidos que habían fallado a la gente, la respuesta del gobierno fue: vender el sistema escolar; vender la vivienda pública; convertir la ciudad en ese laboratorio para la lista de deseos neoliberales. Entonces, la historia que comencé a contar era muy distópica: era la historia de la Doctrina del Shock. La historia era: Si seguimos por este camino, nos llevará a un mundo de Katrinas. Cada catástrofe intensificará las desigualdades preexistentes y entonces entrarán los buitres a aprovecharse del dolor para enriquecerse aún más y profundizar esas desigualdades. No era una historia muy alegre, y no estoy segura de que fuera muy motivadora.

Luego, en Esto lo cambia todo , la historia que traté de contar fue: ¿Qué pasaría si respondiéramos a estas situaciones con una respuesta transversal que realmente intentara cambiar el sistema que está produciendo estas crisis superpuestas? Esa es la historia que trato de contar desde hace una década, junto con muchos otros. Creo que hemos mejorado un poco al contarlo, incluso en las películas ” Mensaje del futuro ” que produjimos con Alexandria Ocasio-Cortez, Molly Crabapple y Avi Lewis. Nuestro objetivo era utilizar el poder del arte y la imaginación para contar la historia de una hermosa sociedad en la que podríamos vivir si respondiéramos de manera global.

Entonces, ¿cree que evocar la esperanza es, en última instancia, más eficaz para inspirar a la gente a tomar medidas  contra el cambio climático?

Hoy en día tengo una relación ambivalente con la palabra esperanza. Tenemos que ser realistas sobre el hecho que hemos trazado  un futuro muy difícil para mucha gente. Hemos estropeado tanto las cosas que incluso si, de ahora en adelante lo hacemos todo bien, todavía seguimos contemplando un futuro de desastres climáticos discontinuos.

Pero no creo que nos podamos permitir levantar las manos y decir: “Estamos condenados, vamos hacia Mad Max”. Creo que hay formas de prepararse para esos choques, que permitan una forma de vivir unos con otros significativamente más amable y generosa que la forma en que vivimos actualmente, que realmente es bastante brutal. Para ello hay que invertir en los cuidados en todos los niveles y garantizar los derechos económicos básicos, como el derecho a la vivienda, la alimentación y el agua potable. Si construimos esas infraestructuras, podemos capear los embates con mucha más eficacia. Ahí es donde pongo mi esperanza.

Ha escrito y hablado extensamente sobre cómo las crisis a gran escala pueden hacer retroceder a las sociedades o desencadenar cambios positivos. ¿Qué impacto cree que ha tenido la pandemia en nuestra respuesta al cambio climático?

Es demasiado pronto para saberlo. Creo que el aislamiento necesario para evitar más muertes masivas durante la Covid dañó las relaciones sociales de forma significativa, y no creo que hayamos reconstruido todavía nuestro tejido conectivo. Creo que el mayor obstáculo para hacernos conscientes de la magnitud del cambio que esta crisis nos exige es que tendemos a pensar en lo que podemos hacer como individuos en lugar de lo que podemos hacer colectivamente. No creo que el movimiento por la justicia climática haya recuperado el nivel que vimos en 2019 con las huelgas climáticas estudiantiles que sacaron a cientos de miles a las calles solo en Vancouver. Pero creo que lo haremos, y creo que la pandemia ha evidenciado otras cosas que nos ayudarán.

Por ejemplo, ahora tenemos una memoria colectiva reciente de la respuesta a una verdadera emergencia, aunque se abandonara demasiado pronto. Esto es diferente de la respuesta climática. Todo el mundo ha aprobado las declaraciones de emergencia climática, ya sean universidades, ciudades o naciones. Pero nunca hemos visto nada cercano al nivel de urgencia, gasto y hacer “lo que sea necesario” que vimos durante ese primer año y medio de la Covid. Nadie ha respondido a la crisis climática con la urgencia que ésta exige. Anteriormente, tendría que remontarme al New Deal o la movilización de la Segunda Guerra Mundial para decir: ¡Mira, en los tiempos de las películas en blanco y negro, existían estas respuestas de la sociedad a las crisis! Ahora no necesito hacerlo: La Covid nos lo mostró cuando nuestras instituciones trataron una emergencia como una emergencia real. El clima exige respuestas diferentes, pero el mismo grado de urgencia

La justicia climática a menudo se discute en términos de que los países ricos paguen su deuda climática a los países pobres. ¿Cómo es la justicia climática en Columbia Británica?

Es inseparable de las reivindicaciones indígenas por la devolución de la tierra y la reparación de los daños causados. Porque la razón por la que se tomaron esas tierras en primer lugar fue para la extracción, incluida la extracción de combustibles fósiles. Y esa extracción y ese robo continúan hoy en día.

La justicia climática también significa, en su nivel más básico, hacer frente al sobreconsumo salvaje de los ricos y el subconsumo de los pobres. La supervivencia exige una corrección porque el cambio climático nos sigue demostrándonos  que lo que mata es la desigualdad y la injusticia.

No es solo el Katrina, piense en la ola de calor de la Columbia Británica en 2021: cuando aumenta la temperatura, no afecta a todos por igual. Más de 600 personas murieron en la ola de calor. Ahora sabemos que hubo una fuerte relación entre la falta de viviendas asequibles y adecuadas y esas muertes. Casi todas estas muertes ocurrieron en casa o en un hotel y afectaron de manera desproporcionada a ancianos, discapacitados y pobres. Muchas de esas personas quedaron atrapadas en pequeñas viviendas de alquiler con muy poca circulación de aire y sombra inadecuada y no eran físicamente capaces o no se sentían seguras para llegar a un centro climatizado.

Tenemos múltiples emergencias aquí en Columbia Británica que están costando muchas vidas, ya sea una ola de calor que mata a 600 personas, o un suministro de drogas tóxicas. Lo que intentamos entender es cómo se alimentan entre sí y cómo se entrecruzan.

El año pasado, participó en la denuncia de la situación de los derechos humanos durante la cumbre climática Cop27 en Egipto. ¿Cuál es la intersección entre la justicia climática y los derechos humanos?

En mi opinión, no conseguiremos justicia climática si no somos libres para luchar por ella, si no somos libres para investigar, si no somos libres para hablar, si no somos libres para protestar, si no somos libres para hacer huelga. Y ninguna de esas libertades existe para los egipcios bajo el régimen actual. En el período previo a la Cop27, nuestro enfoque internacionalista de la justicia climática se aceleró muy rápidamente, porque nos dimos cuenta de que, incluso dentro de las organizaciones de justicia climática, no se estaban debatiendo mucho las implicaciones que tenía para la justicia celebrar la cumbre de las Naciones Unidas en un Estado policial tan represivo. Egipto atraviesa una crisis de derechos humanos. Tiene más de 60.000 presos políticos. Los que mantenemos relaciones con la sociedad civil egipcia creíamos que no era ético tratar a esta COP  cualquier otra y limitarnos a aparecer con insignias y tratar al país como una especie de telón de fondo para nuestras presentaciones en PowerPoint

Uno de los grandes titulares de la Cop27 fue el “acuerdo de pérdidas y daños”, que reserva fondos para compensar a los países de renta baja por los daños climáticos causados ​​por los países ricos que contaminan. ¿Cree que esto significa que la justicia climática se está tomando más en serio que antes?

Definitivamente ha habido un gran avance al aceptar que existe una deuda climática. Recuerdo la primera  Cop a la que asistí en 2009,  cuando salió el tema de la deuda climática y los delegados estadounidenses lo rechazaron de plano. Reconocer que existe una deuda es el resultado de décadas de trabajo.

Pero el diablo está en los detalles, si realmente llega la financiación y, si llega, ¿cómo se gasta?. Mi preocupación es que si los pagos por daños finalmente llegan cuando más países están cayendo bajo un régimen autoritario, y estos gobiernos están en guerra con su propio pueblo, entonces no se trata realmente de un avance político. Esto es lo que decían nuestros colegas egipcios durante la Cop: un sistema que subvenciona nuestro régimen militar en realidad no nos está ayudando.

Pero esto, no exime de ninguna manera nuestras responsabilidades a los grandes emisores históricos como EE. UU., Canadá y la UE. No podemos usar el autoritarismo en el sur global como excusa para no pagar nuestras deudas internacionales. Y, por supuesto, también tenemos autoritarismo en el norte global, razón por la cual las comunidades indígenas insisten en que se debe devolver la tierra para que la reparación pueda quedar bajo la gobernanza indígena en lugar de reinscribir la colonialidad. Lo que se necesita son estructuras que eviten los gobiernos autoritarios y lleven recursos a las bases para poder pagar proyectos como redes renovables descentralizadas, etc.

¿Qué es lo que afectará a la justicia climática en 2023?

En Canadá, estoy pendiente si Ottawa cede a las presiones de Alberta para que abandone sus incipientes y largamente esperados planes de transición justa para los trabajadores de combustibles fósiles. En relación con esto, estoy observando cómo la guerra en Ucrania está acelerando la transición hacia las energías renovables y haciendo más lucrativa la extracción de los últimos combustibles fósiles que quedan (porque el precio es muy alto), con graves consecuencias para las tierras y los modos de vida indígenas. Observo con creciente preocupación cómo el negacionismo de la Covid y el negacionismo del cambio climático se entrecruzan y refuerzan mutuamente. Y estoy atenta para ver si nosotros, como movimiento climático, hacemos un mejor trabajo para conectar los derechos humanos con la acción climática durante la próxima COP, que está programada para celebrarse en los altamente represivos Emiratos Árabes Unidos.

Usted está impartiendo un curso universitario sobre la emergencia climática. ¿Qué consejo da a los estudiantes y jóvenes que quieren promover la justicia climática en su vida y en su trabajo?

Creo que lo más importante es encontrar a otras personas. Tratar de pensar esto en solitario es una receta para sentirse fracasado y desanimarse muy, muy rápidamente. La ventaja de formar parte de un movimiento más amplio es saber que algunas personas están haciendo algunas cosas, y otras personas están haciendo otras cosas, y nadie tiene que hacerlo todo.

Siempre les digo a los estudiantes que busquen un movimiento en el que se sientan cómodos, que se aseguren de que esté interrelacionado con otros movimientos y luego trabajen en coalición de la manera más amplia posible.Y luego que unan su pasión con la necesidad. Sea lo que sea lo que queráis hacer, encontrad la manera de conectarlo con la crisis climática. Puede que sea arte, ingeniería o planificación: todo es necesario. No creo que la gente tenga que renunciar a lo que le apasiona para hacer frente al cambio climático. Creo que tienen que encontrar la manera de conectar lo que les apasiona con la crisis climática. Porque este es el trabajo de nuestras vidas.

https://www.theguardian.com/books/2023/feb/13/its-inequality-that-kills-naomi-klein-on-the-future-of-climate-justice

Traducción: Teresa Abril

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