El Acuerdo de París requiere un 7,6% de reducción anual de los gases de efecto invernadero para evitar la catástrofe climática. Para hacernos una idea de lo que significan reducciones de esa magnitud podemos compararlas con la reducción de las emisiones de este año, de entre un 4 y un 7%, a causa de la parada por la pandemia de la COVID19.

No podemos basar la necesaria descarbonización en un parón de la economía, tal como nos hemos visto obligados a hacer este año, porqué ya conocemos las nefastas consecuencias que esto supone socialmente. Nuestra estrategia de descarbonización debe ser otra: no lograremos alcanzar el objetivo de París si no cambiamos nuestras formas de producción, consumo y movilidad hacia sistemas y sociedades que sean menos consumistas y que sean más ahorradoras, aplicando profundas transformaciones sociales y laborales, y con un cambio en la forma de organizar la economía para reducir el consumo de recursos materiales y energéticos con producciones menos intensivas de energía y con un cambio radical en nuestros esquemas de movilidad. No olvidemos que el sector del transporte, responsable del 42% del gasto energético nacional, además de ser el primer emisor de GEI,  funciona con combustibles que dependen casi enteramente de una importación que perjudica mucho a la economía nacional. Es el momento de desplegar la producción de energía renovable y los esquemas de movilidad eléctrica a gran escala.

Medidas:

1. Eliminar los subsidios que los gobiernos conceden a los combustibles fósiles de forma directa o indirecta

Nuestros gobiernos deben dejar de subvencionar las industrias basadas en la producción de energía y en la movilidad contaminante, para pasar a promocionar la industria descarbonizada, aprovechando todas las oportunidades y apoyando la innovación tecnológica, la investigación y la formación.

Los planes renove, aunque parezca que ayuden a reducir los gases de efecto invernadero, no han demostrado reducirlos y además, no hacen sino retardar el cambio y alejarnos del cumplimiento de los acuerdos de París.

2. Apostar decididamente por el ahorro energético y por la producción de energías renovables descentralizadas y democráticas.

Desarrollar un plan de acción para la producción primaria de energía renovable siguiendo un modelo descentralizado y democrático, mucho más eficiente que el modelo actual centralizado y apostando decididamente, cuando sea posible, por el autoconsumo y la energía distribuida con un sistemas tarifario justo.

El modelo descentralizado no sólo favorece la participación y el beneficio de las comunidades locales, sino que facilita la implantación territorial de las energías renovables, venciendo las resistencias de las comunidades que con el modelo actual dominado por los oligopolios, se sienten injustamente perjudicadas

Priorización del aprovechamiento del territorio ocupado por infraestructuras ya existentes, antes que la ocupación de nuevo territorio para la implantación de parques eólicos o fotovoltaicos.

Impulsar la creación y el florecimiento de las comunidades energéticas.

Plan renove de las viviendas. El aislamiento térmico de las construcciones existentes y el cambio en la forma de climatización es un trabajo pendiente con un impacto importante en el bienestar de sus moradores.

3. Electrificación del transporte

Transformación del modelo de movilidad reduciendo el uso del vehículo privado y fortaleciendo las infraestructuras y los servicios del transporte público, especialmente del ferrocarril tanto para mercancías como para pasajeros.

Impulso al uso de las formas sencillas pero eficaces en la movilidad de las distancias cortas: como las bicicletas o los patinetes eléctricos, así como la substitución de automóviles de motor térmico por motores eléctricos.

4. Impulso al sector del hidrógeno y del biogás

El hidrógeno y el biogás, útiles tanto como sistema de almacenaje de la energía renovable sobrante, como para dar solución a la contaminación derivada de la producción de residuos orgánicos. El hidrógeno como sistema de almacenamiento de energía está llamado a ser la alternativa a los combustibles fósiles en los transportes pesados por carretera(camiones), autobuses, ferrocarriles no electrificados, y el transporte marítimo y aéreo(barcos y aviones). El desarrollo tecnológico que lo haga posible a corto y medio plazo de forma eficiente debe impulsarse a todos los niveles y, particularmente, en Europa, que genera energía sobrante (nocturna) suficiente para fabricar el H2.

5. políticas forestales

Que impulsen y hagan rentable la gestión sostenible de los bosques, impulsando los circuitos de comercialización y el aprovechamiento en cascada (de mayor a menor valor añadido) de los productos derivados de esta gestión, y entre ellos, el aprovechamiento de la biomasa para usos energéticos.

6. Empleos limpios del siglo XXI

Las medidas de estímulo ecológico respetuosas con la naturaleza y el clima tienen importantes beneficios económicos para la economía y el empleo. Una parte importante de los puestos de trabajo en el sector de las renovables es descentralizado, deslocalizable y difícilmente robotizable. La construcción de redes de recarga eléctrica, aislamiento de nuestros hogares o sustitución de los sistemas de calefacción significa un filón importante de nuevos empleos del siglo XXI, seguros y limpios que van ir substituyendo a muchos de los empleos sucios del siglo XX.