Hoy, la dependencia del gas, las reglas de formación de precios de la energía y la falta de una política energética común, han acabado con el sueño de la autosuficiencia energética de Europa.
El aprovechamiento de lo existente para cubrir las necesidades de edificación futuras no es una quimera: los mecanismos están en marcha, pero se necesita una coordinación y formación tanto de la ciudadanía como del sector especializado.