Su independencia de los abonos nitrogenados y su baja huella de carbono hacen de los distintos cultivos de leguminosas una gran herramienta para reducir el impacto de la agricultura en el cambio climático.
La crisis del mar Menor o el robo del agua en Doñana aumentan la presión sobre los agricultores, que ven cómo los hipermercados europeos, y ahora también algunas cadenas presentes en España, les piden que rindan cuentas
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