Si el marxismo puede esquivar su extinción no será reivindicando un jardín zen de lucidez teórica y coherencia política. Tiene que dirigirse a los vivos, con todas sus ambigüedades, no a cadáveres particularmente inteligentes y comprometidos
La obsesión por el crecimiento ha generado una enorme desigualdad, ha socavado la estabilidad económica mundial y ha debilitado la fe en la democracia. Para invertir estas tendencias es necesario frenar el poder del capital financiero y gestionar los flujos comerciales mundiales.
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