La idea que hay detrás es tan simple como errònea: asume que la Tierra debería estar poblada por bosques y que los pastos y sabanas son el resultado de la degradación y de la deforestación inducida por los humanos.
Para reducir la dependencia energética en tiempos de guerra (y no solo) no basta con apagar la caldera. Un grupo de investigadores aboga por la apuesta de sistema basado en una alimentación ecológica, de proximidad, baja en carne y pescado
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