El investigador alerta sobre la relación entre el cambio climático y las pandemias
ANTONIO PANIAGUA,
Nuestra generación es la primera que está sufriendo con toda su virulencia el impacto del cambio climático. Las tragedias y catástrofes naturales proliferan en los telediarios, y eso que la emergencia no ha hecho más que empezar. «¿Moriremos ajusticiados por el sol?», se pregunta Juan Fueyo, investigador en neurología y oncología. En el libro que acaba de publicar, Blues para un planeta azul (Ediciones B), el científico argumenta que la devastación por las altas temperaturas no es algo que se dirima solo en los polos, «ha llegado a nuestro barrio».
Una cosa tiene claro Fueyo: el planeta puede sobrevivir a los estragos del calentamiento global, pero no la humanidad. «La sexta extinción ya ha empezado. En los trópicos las especies están disminuyendo de manera rápida y nosotros dependemos de ellas. Somos una especie más, necesitamos oxígeno y agua potable. Respirar comienza a ser muy peligroso».
Juan Fueyo, que ha labrado su carrera en Houston (EE.UU.), donde vive con su mujer, la también investigadora Candelaria Gómez-Manzano, y sus tres hijos, ha sido testigo de las trapacerías de las petroleras. El científico, miembro de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, arguye que el cambio climático no es un accidente, sino un «crimen con premeditación y alevosía».
«Ahora las cosas se están sabiendo, aunque tarde. Hay correos electrónicos de los años 80 en los que las petroleras constatan dos cosas: una, que el petróleo se iba a acabar, y dos, que los hidrocarburos estaban aumentando los niveles de CO2 en la atmósfera; si eso seguía así, decían esos correos, se iban a alcanzar temperaturas elevadas en la Tierra en unas pocas décadas, lo que causaría un gran destrozo ecológico».
En lugar de avisar de la destrucción que se avecinaba, los directivos de la industria del petróleo sembraron la duda con el pretexto de que no había consenso científico para asegurar que el clima iba a sufrir una disrupción. A esos dirigentes de grandes multinacionales, Fueyo les llama por esta razón los «mercaderes de la duda».
El científico alerta sobre la desertificación y aduce que hay una relación íntima entre cambio climático, deforestación, sequías y pandemias. El empeño del hombre en talar cuantos árboles crezcan en la tierra para conseguir terrenos en los que levantar granjas industriales y crear cultivos a gran escala deja a muchas especies a la intemperie. «Las últimas pandemias, desde el coronavirus al sida pasando por el ébola, son zoonosis. La desertificación hace que el hábitat natural de los animales desaparezca y se desplazan hacia zonas urbanas».
El África subsahariana es una de las regiones del mundo más propensas a convertirse en focos de nuevas pandemias, al lado de la India y China. «Acogen urbes, como Bombay o Kinsasa, con millones de habitantes y que carecen de buenas condiciones sanitarias. En cambio, sí que disfrutan de comunicaciones excelentes con el exterior».
Muerte de una niña
Fueyo subraya que por primera vez se ha atribuido de manera documentada la muerte de una niña que sufría asma a la contaminación del aire. El deterioro del medio ambiente incrementará, según Fueyo, los casos de cáncer de pulmón, de piel y gastrointestinal, a causa, respectivamente, de la polución y la contaminación de los alimentos y las aguas. «Aún no sabemos muy bien el efecto de los microplásticos, pero estos ya están presentes en la comida de los McDonalds y en la sangre del cóndor de los Andes».
El neurólogo refuta a quienes defienden la idea de que el hombre se adaptará a las nuevas condiciones climáticas. «La evolución es un proceso tan lento que se necesitan millones de años para crear especies que luego se perpetúen. Podríamos adaptarnos a vivir en el interior de viviendas y a usar el aire acondicionado, pero no habrá energía para eso, a no ser que nos cambiemos pronto el modelo».