La ganadería industrial dispara la producción de animales de abasto por encima de los siete millones de toneladas mientras el consumo interno se debilita paulatinamente y apenas alcanza ya los 2,2 millones al cabo del año.
EDUARDO BAYONA@e_bayona , 08/03/2019
La industrialización de la ganadería está disparando la producción de carne en España hasta el punto de triplicar ya la demanda interna de este tipo de alimentos, que lleva años en retroceso mientras el país soporta una huella ecológica cada vez más intensa ante el aumento continuo de la cabaña de reses de abasto, en la que cae el volumen de animales de menor impacto como la oveja y el cordero mientras crece el de otros que generan más residuos, como el ternero y el cerdo, en este último caso, a un ritmo vertiginoso.
La demanda de carne lleva varios años cayendo en España, según indica la Encuesta de Condiciones de Vida, que revela un notable cambio de los hábitos alimenticios del país que coincide, temporalmente, con la recuperación de las variables macroeconómicas.
En los últimos cuatro, la compra en los hogares españoles de piezas de porcino, bovino, aves, conejo y cordero, entre otros, se ha reducido un 6,5% al pasar de 1,4 millones de toneladas en 2014 a 1,31 en 2017, mientras la de procesados (embutidos, menudillos y precocinados) de esas mismas canales bajaba un 12,5% para quedarse en 896.144.
El descenso de la demanda en ambos grupos supera las 220.000 toneladas, un 9%, que contrasta con el avance de casi el 20% que, según el Ministerio de Agricultura, experimentó en ese mismo periodo la producción de carne, que pasó de 5,55 a 6,66 millones de toneladas.
Eso supone que, tras un desmesurado crecimiento de los excedentes, España ha pasado en apenas un lustro de producir poco más del doble de la carne que consume a generar algo más del triple. Y faltaba el empujón del último año, en el que el peso de las canales de las reses de abasto criadas en el país superaba por vez primera los siete millones de toneladas
Un millón de cerdos cada semana
En esos cinco años han alcanzado niveles elevados los sacrificios de animales como el ternero y el cerdo. El primero superó el año pasado los 2,5 millones de reses y el segundo, que ya pasó de 50 en 2017, rebasó holgadamente los 52 para acaparar, con 4,5 millones de toneladas de carne, casi dos tercios de la producción estatal. Supone llevar más de un millón de cerdos cada semana al matadero.
De hecho, ese volumen de carne está cerca de triplicar los 1,62 millones de toneladas que pesaron los 790,2 millones de aves (pollo, principalmente) sacrificadas el año pasado en las industrias cárnicas del país.
Alberto Herranz, director de la interprofesional Interporc, calificó este jueves de “extraordinaria” la evolución que ha tenido el sector del cerdo en los últimos cinco años, en los que ha incrementado sus exportaciones en un 47% en volumen y un 36% en valor hasta alcanzar los 4.826 millones de euros.
Casi la mitad de esa producción, 2,16 millones de toneladas de carne de cerdo, se destinan a la exportación, principalmente a China y a Francia, donde termina más del 30% de la carne de cerdo española que sale al exterior.
Purines para llenar 80 estadios de fútbol
Esa intensa producción ganadera, que en el caso del porcino ha generado protestas en buena parte de la España vacía por la proliferación de las macrogranjas, está ahondando la profunda huella ecológica que ya dejaba el sector, uno de los que siguen aumentando la emisión de gases de efecto invernadero, en este caso “debido principalmente al aumento de la cabaña de vacuno de carne (+2,7%) y de porcino blanco (+3,8%)”, señala el Ministerio de Transición Ecológica.
También está creciendo la generación de nitrógeno, que se localiza en el estiércol y los purines y cuyo exceso está provocando el deterioro de ríos y acuíferos en varias zonas del país por la presencia de nitratos, y aumentando la demanda de agua.
Uno de los motivos de ese aumento de la producción de nitrógeno, que ya supera el medio millón de toneladas, es la ‘sustitución’ en la cabaña de animales de baja aportación por otros de elevada producción.
Así, la cabaña de cerdos pasaba de 25,49 a 30,8 millones de ejemplares ‘estables’ (las granjas se llenan más de una vez al año) entre 2013 y 2018 y la de terneros crecía de 5,8 a 6,5, lo que, según las estimaciones del Ministerio de Agricultura y de la Agencia de Residus catalana, elevaba un 17% en cinco años, de 311.822 a 365.650 toneladas, el volumen de nitrógeno que aportan estas dos cabañas.
El volumen de purines generado por las granjas de cerdos y de terneros de abasto en España ha pasado en cinco años de 167 a 194 hectómetros cúbicos, un volumen equivalente a entre 70 y 80 veces el tamaño de estadios de fútbol como en Santiago Bernabéu o el Nou Camp.
La cabaña de corderos y cabras, menos contaminantes, crecía también en ese periodo, en el que pasaba de 18,7 a 19,6 millones de cabezas, aunque sigue claramente por debajo de las cifras de finales de 2008, cuando alcanzaba las 22,9.