14.05.2019

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Las 35 horas: de vuelta al futuro

Francia-Debate. Reducción del tiempo de trabajo.

Michel Husson, 10/05/2019

Esta contribución traza un balance detallado de la experiencia de las 35 horas así como la forma de plantear de nuevo la cuestión de la reducción del tiempo de trabajo.

A pesar del crónico paro masivo y la extensión de la precariedad apenas se habla de la reducción del tiempo de trabajo. Lo plantea un doble misterio así como una doble negación: en Francia el paso a las 35 horas llevó a una excepcional creación de empleos e, históricamente, una parte del incremento de la productividad fue redistribuida a las personas asalariadas en forma de reducción del tiempo del trabajo.

Record en la creación de empleo

La evolución del empleo en Francia desde principios del siglo XX se puede trazar a partir de los datos elaborados por Olivier Marchand y Pierre Villa 1/. En ellos se constata que si se calcula el índice de crecimiento del empleo por lustros, el récord histórico corresponde al período 1997-2001. Dicho de otro modo, desde hace más de un siglo, jamás hubo tanta creación de empleo en Francia como la que se dio en esos años.

Es lo que constata el Gráfico 1, que muestra también que el empleo aumentó lentamente hasta la II Guerra Mundial, con un fuerte retroceso durante la crisis de los años 30. También decayó, pero de forma transitoria, a principios de los años 60, a mediados de los 80 y con la recesión de 1993. Pero siempre queda que en términos de creación de empleo, el período de las 35 horas fue mejor que cualquier otro período de recuperación anterior.

Gráfico 1

El empleo en Francia 1900-2017

Fuente: Marchan, Villa, Insee

Si desplazamos el punto de mira, la puesta en perspectiva de este desarrollo record permite señalar determinado número de hechos ignorados a menudo; entre ellos, la débil contribución del sector privado [a la creación de empleo].

El sector privado creo poco empleo

El paso a las 35 horas afectó fundamentalmente al sector privado y, por consiguiente, resulta útil introducir la diferenciación entre empleos privados y públicos 2/. Esta comprobado que entre 1997 y 2001 la creación de empleo se dio fundamentalmente en el sector privado: 1,8 millones de empleos sobre una total de 2 millones. ¿Pero qué ocurre si analizamos un período más largo?

A menudo se indica que son las empresas las que crean empleo. Una afirmación totalmente ideológica. En efecto, como señala Frédéric Lordon 3/ «por sí mismas, las empresas no tienen capacidad de crear el empleo que ellas ofrecen: estos empleos son fruto de la evolución de los pedidos que, evidentemente, no los pueden determinar ellas, porque les vienen del exterior«.

Pero se puede ir más lejos y mostrar que, de hecho, el sector privado no creó empleos durante medio siglo. Basta consultar las estadísticas del Insee: en 1997, el sector privado empleaba 16,7 millones de personas contra 16,4 millones en 1950.

Si en Francia pudo aumentar el empleo global fue fundamentalmente por la creación de empleos en el sector no mercantil: en ese mismo período (1950-1997) sus efectivos pasaron de 3,1 a 7,2 millones, de forma que el 92% de empleos creados durante este largo período lo fueron en el sector público o parapúblico (Gráfico 2)

Gráfico 2

El empleo en Francia: sector privado, sector público

Fuente: Insee (en millones)

Sólo tras la implantación de las 35 horas el sector privado comenzó a crear empleos. Al final, de los 3,1 millones de empleos creados en ese sector entre 1950 y 2017, 1,8 millones lo fueron entre los años 1997-2001.

Cinco fases en la historia del empleo

Así pues, el período de las 35 horas fue bastante excepcional. Y una periodización más detallada permite resaltar mejor esta especificidad. La Tabla 1 permite distinguir cinco grandes fases:

Durante el período que se conoce como el de los treinta gloriosos, el sector privado contribuyó muy modestamente a la creación de empleos (700.000 sobre 2,7 millones). Después, la recesión de 1974-75 dio paso a un nuevo período de 20 años, los decenios negros, en los que el sector privado destruyó empleo. Solo el empleo público permitió la progresión del empleo global.

Tabla 1

El empleo en Francia 1949-2017

Fuente: Insee (en millones)

El período de las 35 horas se caracterizó por una especie de tira y afloja: en esta ocasión fue el sector privado quien contribuyó fundamentalmente a la creación de empleo. Después, durante el período inmediatamente posterior al paso a las 35 horas, el sector privado continuó creando empleo (600.000 entre 2002-2007). En este caso, se puede hablar de desintensificación del trabajo. El paso a las 35 horas vino acompañado de modificaciones en las condiciones de trabajo orientadas a una intensificación que en los años siguientes, en un contexto de recuperación del crecimiento a partir de 2014 (2% de medio en este subperíodo), fue necesario relajar. En fin, como es evidente, la crisis trajo consigo la destrucción de empleo, pero los dos últimos años (2016 y sobre todo 2017) han permitido que el empleo recupere e incluso supere el nivel anterior a la crisis.

La gran descomposición del empleo privado

El período de los decenios negros se correspondió con una verdadera descomposición del empleo privado que hizo aumentar el paro. En efecto, la curva del desempleo en Francia presenta tres períodos claramente diferenciados. Hasta la recesión de 1974-1975 hubo casi un pleno empleo. Después, a mediados de los años 1980, el índice de desempleo fluctuó entre el 9 y el 10%. Entre ambos quedó establecido el primer decenio negro (1975-1985), durante el cual el índice de desempleo subió un peldaño: de un poco más del 2 al casi el 9% (Gráfico 3)

Gráfico 3

Índice de desempleo y empleo privado 1950-2017

Fuente: Insee. En % (índice de desempleo) y en millones (empleo privado)

Cuando se franquea un peldaño así, es difícil de volver al punto de partida. De ahí que se pueda decir que el desempleo masivo contemporáneo es en cierta medida una herencia de esos decenios negros, un poco como la deuda pública actual que en gran parte es la herencia de los tipos de interés de los años 1990.

Por consiguiente, resulta de interés analizar más en detalle la dinámica del empleo durante el decenio del aumento del paro, entre 1975 y 1985. Con una población activa que continúa progresando al mismo ritmo, el incremento del índice de desempleo es el reflejo invertido del déficit de la creación de empleos en el sector privado. Sin embargo, el PIB (el valor añadido) de ese sector aumentó (descontando la inflación) en un 22%; es decir, un 1,8% al año. ¿Cómo es posible que ese crecimiento no permitiera crear ningún empleo?

El misterio se aclara si se toman en consideración las otras variables que determinan el empleo; es decir, la productividad horaria, que reduce el impacto de la actividad sobre el empleo, y la reducción del tiempo de trabajo, que incrementa el contenido en empleo del crecimiento. Todas estas variables están relacionadas y dan por resultado la definición de la productividad horaria:

Empleo = actividad / (productividad horaria x duración del tiempo de trabajo)

Dicho de otro modo, es evidente que el empleo aumenta con la actividad (el crecimiento), se reduce con el incremento de la productividad horaria y aumenta con la reducción del tiempo de trabajo. Si una empresa ve incrementados sus pedidos en un 10% y puede hacer frente a los mismos sin contratar personal, es porque ha aumentado su productividad en un 10% y el efecto sobre el empleo de ese aumento de la demanda es nulo.

Ahora bien, en el periodo del que estamos hablando, en el sector privado la productividad horaria del trabajo aumentó de forma neta más rápido que la actividad (2,9% al año contra el 1,8%). La reducción del tiempo de trabajo (1% anual) compensó más o menos ese diferencial, de forma que el empleo se mantuvo practicamente constante.

Esta configuración marcó una inflexión con los decenios precedentes: entre 1954-1974, la productividad horaria creció mucho (5,6%), pero menos que la actividad (6,3%). Actualmente tampoco encontramos una configuración similar: entre 2008 y 2017, la actividad y productividad horaria progresaron más o menos al mismo ritmo, con un efecto neutro sobre el empleo.

El estancamiento del empleo durante el decenio negro es, por tanto, fruto de una ralentización de la actividad mucho más fuerte que la de la productividad horaria. Dicho de otro modo, la recesión impuso un enorme ajuste del empleo. Al contrario que en otras recesiones, no se mantuvieron los efectivos: en general, ante a la ralentización económica los empleadores reaccionaron paralizando las contrataciones.

Cambio de régimen

La progresión del desempleo, alimentada por las políticas implementadas desde 1982, condujo a una ruptura clave: la reducción de la parte salarial, que se logró gracias a la desvinculación de los salarios reales de la productividad del trabajo. Los dos decenios negros se corresponden, por lo tanto, con el período de transición entre dos regímenes. Hasta la recesión de 1974-75, el casi pleno empleo estuvo asociado a unos salarios altos. A partir de finales de los años 1990, la economía francesa se instaló en un régimen neoliberalcaracterizado por un índice de desempleo alto y una proporción de salarios históricamente bajos (Gráfico 4).

Gráfico 4

Proporción de salarios e índice de desempleo (%)

Fuente: Insee (en %)

Las 35 horas para ponerse al día

La cuestión del empleo durante el paso a las 35 horas puede interpretarse como una puesta al día del déficit observado a lo largo de los decenios negros. La tendencia que se rompió en 1975 se retomó a partir de 2001 (ver Gráfico 3). Esta lectura permite, de paso, rechazar la tesis según la cual la creación de empleo habría provocado un fuerte crecimiento. Basta con compararla con la recuperación de finales de los años 1980: se ve bien su efecto sobre el empleo, pero queda inmediatamente anulada por la siguiente recesión. Por el contrario, la creación de empleo entre 1997 y 2001 fue estable; dicho de otro modo, no se vió contrarrestada al nivel de la coyuntura anterior.

Si, la repartición del trabajo existe

Uno de los argumentos de los economistas escépticos en torno al potencial de la reducción del tiempo de trabajo consiste en decir que hay que desconfiar del razonamiento neo-maltusiano que plantearía que el número de empleos podría predeterminarse. Por decirlo de forma simple, para ellos el razonamiento correcto sería: hay que crecer para crear empleo.

Pero este punto se vista plantea varios problemas. El primero tiene que ver con la débil contribución del empleo privado al crecimiento del empleo global. Sería mejor decir: el crecimiento ha permitido liberar los recursos necesarios para financiar el Estado social y crear el empleo correspondiente. Esta creación de empleo, que de hecho no corresponde al sector privado, es el resultado de opciones sociales y políticas.

En 1950 había 43,7 mil millones de horas trabajadas en Francia. Actualmente la cifra se sitúa en 42,4 mil millones. Y, sin embargo, a lo largo de todo este período el empleo creció en un 42%, mientras que la duración media del tiempo del trabajo se redujo en un 32% (Gráfico 5). En resumen, sin ofender a Jean Tirole, la repartición de ese número de horas prácticamente constante a largo plazo se realiza entre empleo y duración del tiempo de trabajo. Es aritmética, porque el número de horas trabajadas se obtiene multiplicando el número de empleo por la duración media del tiempo de trabajo.

En su último libro 4/, el premio nobel de economía no se contentó con confundir fijeza del empleo y fijeza del número de horas trabajadas. A ese error de bulto añadió una amalgama injuriosa: «de forma paradójica, la hipótesis subyacente a la fijeza del empleo y, por tanto, a la política de reducción del tiempo de trabajo con el fin de repartir el empleo, es la misma que apoya el discurso de los partidos de extrema derecha cuando sostienen que los inmigrantes se harán con el trabajo de los residentes nacionales partiendo de la consideración de que el empleo sería cuantitativamente fijo».

Gráfico 5

Repartición del volumen de trabajo 1950-2017 (base 100 para 1950)

Fuente: Insee

Si nos remitimos a un siglo más atrás, hasta 1919, el balance también muestra que una fracción del incremento de la productividad revertió sobre las personas asalariadas en forma de reducción del tiempo de trabajo. El balance del este siglo es el siguiente: entre 1919 y 2017, el PIB se multiplicó por 13, pero la productividad por hora se multiplicó por 15, de forma que el volumen de trabajo (el número de horas trabajadas) se reduce un 12%. No obstante el empleo aumentó un 41% y ello no fue posible más que por una repartición del volumen del trabajo en base a una reducción del 37% en la jornada anual de trabajo.

Crisis y estancamiento (¿secular?) de la productividad

Durante el período de la crisis (2007-2017) el empleo retrocedió en una primera fase, pero en 2016, y sobre todo en 2017, comenzó a aumentar. En total se han creado cerca de 400.000 empleos. En el mismo período, la creación de empleo público sólo se redujo en el período más duro de la crisis, y finalmente se han creado cerca de 500.000 empleos. En 2017, el empleo total supera así en casi un millón el nivel alcanzado al inicio de la crisis.

Este resultado paradójico es fruto a una tendencia de fondo, es decir, al agotamiento del incremento de la productividad (Gráfico 6). El contenido en empleo del crecimiento aumentó; es decir, se necesita menos crecimiento para crear los mismos empleos. Lo que constituye una mala noticia para los capitalistas, cuya tasa de beneficio se reduce en función de demasiados empleos que cuestan muy caro.

Gráfico 6

Crecimiento de la productividad del trabajo 1950-2017

Fuente: Insee (en %)

Gráfico 7

Jornada anual de trabajo 1950-2017
Fuente: Insee (en horas)

Aquí resulta oportuno realizar un pequeño ejercicio aritmético para comprender la dinámica del reparto del valor añadido entre el capital y el trabajo. La fórmula es relativamente simple: la parte salarial (parsal) aumenta con el salarios real (s) y disminuye con la productividad horaria del trabajo (prodh). También aumenta si la duración del tiempo de trabajo (d) disminuye. Es decir, que tenemos la siguiente fórmula:

parsal s / (produh d).

Así pues, para que no aumente la parte salarial, los capitalistas disponen de tres instrumentos: reducir o frenar el salario real, incrementar la productividad y bloquear, o incluso aumentar, la duración del tiempo de trabajo. En relación a este último elemento, han conseguido que la duración del tiempo de trabajo haya cesado de disminuir desde que se establecieran las 35 horas: ahí también, se trata de una puesta al día e incluso de una forma de revancha (Gráfico 7)

Un aspecto importante es que la repartición de salarios/beneficio y la repartición empleo/tiempo de trabajo están relacionadas. Por otra parte, en condiciones iguales, un alto índice de desempleo está asociado a una menor proporción de salarios y viceversa. Es lo que muestra de forma clara el Gráfico 4. El incremento del desempleo y el de la tasa de beneficio –principalmente consagrada a la distribución de dividendos- son las dos caras de la misma moneda.

En la coyuntura actual, actuar sobre el tiempo de trabajo implica poner en cuestión de forma radical la repartición entre salarios y beneficios. Una buena reducción del tiempo de trabajo (con contrataciones y sin pérdida de salario mensual) implica, como lo muestra nuestra fórmula aritmética, un incremento de la proporción de los salarios. Ahí también, se trata de una puesta al día, totalmente necesaria, para hacer retroceder el desempleo.

1/ Olivier Marchand et Claude Thélot (1991), Deux siècles de travail en France, Insee, 1991, séries détaillés ; Pierre Villa, Séries macro-économiques historiques, Insee Méthodes, mars 1997.

2/ En el resto del texto, el empleo en el sector privado se define como la diferencia entre el empleo total y el empleo en los servicios fundamentalmente no mercantiles, para retomar la denominación del Insee. Esta categoría se corresponde poco más o menos con el empleo público porque agrupa a las administraciones públicas, la enseñanza, la sanidad y el servicio social. Sin duda, esta definición se podría afinar más, pero permiten servirse de los datos facilitados por el Insee. Para más detalles ver Michel Husson «Depuis 1950, le privé n’a créé que 37 % des emplois« note hussonet n°115, 16 mai 2018.

3/ Fréderic Lordon, «Las empresa no crean empleo», Blog Le Monde diplomatique, 26/2/2014

4/ Jean Tirole, Economie du bien commun, 2016

https://vientosur.info/spip.php?article14799

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