la economía del bien vivir se discute en el Parlamento británico

Transcripción del parlamento de Katherine Trebeck en el grupo parlamentario (APPG) sobre la economía del bien vivir (wellbeing) en el Parlamento Británico el 11 de junio de 2019

Katherine Trebeck 11/6/2019

La Wellbeing Economy Alliance trabaja en todo el mundo y en todos los sectores para construir una economía al servicio del bienestar humano y ecológico.

Se puede comprender en qué consiste esa agenda puede observando:

1 Los forjadores (los responsables políticos que captan su valía y ponen en práctica una agenda de la economía del bien vivir)

2 Las fronteras (¿dónde estamos ahora y cuál es el próximo desafío?); y

3 ¿Qué es lo difícil (las barreras y las tensiones que aún deben superarse)?

LOS FORJADORES

Los forjadores son los responsables políticos, los funcionarios públicos y los políticos, arremangándose y ofreciendo los tipos de cambios necesarios. Lo pueden ve en Escocia con su Marco de Funcionamiento Nacional y su liderazgo con la participación de Gobierno en la economía del bien vivir. Lo vemos en otras iniciativas, como el trabajo para hacer que la economía sea circular y las empresas sean más inclusivas. Y hoy mismo, con el anuncio de que Scottish Enterprise va a cambiar su enfoque hacia el apoyo a las empresas que ofrezcan trabajo decente, equidad y aborden la desigualdad.

Otros forjadores son Gales con su Comisionado de las Generaciones Futuras y Nueva Zelanda con su Presupuesto del bienestar. Los estados de EE. UU., Como Maryland y Vermont, están adoptando el Indicador de Progreso Genuino y Oregon que tiene un presupuesto de 10 años. Islandia está avanzando con la acción para la igualdad de género y Costa Rica en la biodiversidad.

Estos ejemplos muestran que abrazar la agenda de la economía del bien vivir y avanzar no se trata solo de esparcir la palabra “bienestar” en el título de los documentos de política o en el texto de los discursos políticos, se trata de un cambio sólido en la política y en la toma de decisiones.

FRONTERAS

Y eso nos lleva a la próxima frontera a la que nos enfrentamos. Existen montones de buenas prácticas, pero su aislamiento y su existencia junto a políticas que son contrarias a una agenda de economía del bien vivir, muestran la incoherencia de los sistemas políticos. Se están enviando mensajes mezclados, pero al menos, un mensaje mezlado es mejor que el mensaje del pasado en el que había una estrecha fijación con el PIB.

Ahora nos encontramos en un punto en el que se ha generalizado la aceptación de que el PIB es deficiente. La pregunta ahora es de qué manera debe ser reemplazado el PIB (o al menos complementado como una medida del progreso y de logro nacional).

¿La siguiente etapa tiene que ser cómo tomar estos retales de buenas prácticas y unirlos como en un trabajo de patchwork? Y se trata de unir el trabajo de los forjadores para que la propia economía cambie. Reconvertir y luego reorientar decisiones, presupuestos, incentivos, procedimientos y poder en los departamentos gubernamentales. Como reconocer que si el departamento de educación hace bien su trabajo, después el departamento de policía tendrá ahorros, que si los equipos que cuidan parques y espacios verdes hacen bien su trabajo, los servicios de salud estarán bajo menos presión.

¿Y QUÉ ES LO QUE TODAVÍA ESTÁ SIN SOLVENTAR?

Claramente, la puntualidad de los datos es un desafío. El PIB ha quedado fijado como una supuesta medida de progreso porque se informa con frecuencia y la gente piensa que sabe lo que significa. Y si bien hay una gran cantidad de datos relevantes para una economía del bien vivir recopilada y cotejada, deben de utilizarse mejor y los responsables de la toma de decisiones deben ser controlados de acuerdo con esta información.

Los medios de comunicación también son una restricción: hasta que los programas de noticias de la mañana no pregunten al ministro de finanzas , el día después del anuncio del presupuesto nacional, qué repercusiones tiene dicho presupuesto en el incremento del bienestar colectivo en lugar de en el crecimiento económico, esta agenda todavía será marginal. Y hasta que la definición de las crisis económicas dejen de lado las caídas del incremento del PIB y se enfoquen en cuestiones relacionadas con la desigualdad económica, el número de personas que se sienten financieramente inseguras, las cifras de personas que recurren a los bancos de alimentos y la medida en que pueden acceder a los espacios verdes, tenemos trabajo por hacer.

Y finalmente está la cuestión sin solventar de las definiciones. ¿Se trata de tomar el bienestar subjetivo Subjective Wellbeing Indicator (SWB) como la medida definitiva o considerarlo un componente junto con el bienestar social o colectivo ?

Hay cuestiones sobre la idoneidad de ambos: ¿es el SWB demasiado antropocéntrico? ¿ estamos inadecuadamente atentos a las desigualdades económicas? ¿Estamos hablando de lo hedónico o de lo eudaimónico?

Y para el bienestar colectivo también hay preguntas: ¿quién lo define? ¿Cómo se mide y qué proxies ( indicadores representativos) tienen sentido? ¿Quién es el colectivo? ¿Y qué período de tiempo estamos observando?

Pero, a pesar de estos problemas un poco tediosos, el trabajo de los forjadores y los lugares hasta donde se han empujado las fronteras muestran que, si bien aún queda trabajo por hacer, se ha avanzado.

Traducción Neus Casajuana

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