Hará falta una política pública que compense la -posible para unos, segura para otros- caída de renta en este 40% de la población española que se ha instalado en la zona de peligro de acceso a riesgo de pobreza.
Pau Noy Serrano,17/05/2020
La crisis del coronavirus, como todas las crisis, es también una oportunidad de cambio. Un cambio en la forma como nos relacionamos entre nosotros -ahí está el boom de las videoconferencias y el teletrabajo- pero también en el frente de los valores, del antropocentrismo, de la religión del liberalismo o de la globalización. Ya nos hemos ocupado de algunas de estas cuestiones en artículos anteriores.
Necesitamos buscar una salida decente a esta crisis que va a sumir en la pobreza a una parte significativa de los como mínimo 5 millones de empleados que han perdido directamente el empleo, o corren el riesgo de hacerlo, porque su empresa está en una situación de regulación temporal de empleo. Si añadimos a estas cifras las de personas que están en situación de riesgo , 12 millones en España, obtenemos una cifra de 17 millones de españoles que de una u otra manera tienen bastantes posibilidades de para pasarlo mal en los próximos años, un 40% de la población de nuestro país. Visto así, es impresionante. Para todos ellos hay que buscar una salida decente a su situación, de la que no son culpables.
España está viviendo un momento de gran decencia social. Entre economía y salvar a nuestra gente mayor, hemos elegido salvarlos. Estando yo en Alemania leí en la prensa que Angela Merkel dijo que hasta un 70% de alemanes podrían infectarse con el virus SARS cov-2. Aceptando que alemanes y españoles tienen un nivel de exposición similar al virus, se puede inferir que si los poderes públicos no hubieran hecho nada, y aceptando también que la tasa de letalidad de este virus es del 1%, se concluye razonablemente que nuestro comportamiento responsable ha salvado la vida de unos 300.000 españoles, la mayor parte de ellos mayores de 65 años. Y el cálculo no será diferente para territorios con niveles de infección similares al nuestro que normalmente son los países con más turismo y más internacionalizados, Estados Unidos, Francia, Italia, España y el Reino Unido. Sorprende que Alemania no esté en esta lista de top infection, aunque allá ya llevan contabilizados 8.000 muertos. El alud de publicaciones científicas que va a haber en el segundo semestre de este año arrojará luz sobre las causas de este “milagro alemán”. Yo tengo mis teorías pero espero a que los que de verdad saben publiquen las suyas.
De acuerdo con algunos informes el PIB español caerá a final de año un 9%. Es decir, dejaremos de producir unos 112.000 millones EUR entre bienes y servicios. Aunque ya se sabe que el PIB no es el mejor indicador económico, y menos en clave de sostenibilidad, porque en su cesta de cálculo entra cualquier actividad buena o mala para nuestro equilibrio con la naturaleza o para la salud, podemos aceptar que aproximadamente nuestra renta por habitante va a caer en promedio unos 3.000 EUR por persona, 250 EUR cada mes. Lógicamente, la renta no va a caer igual en todos los segmentos poblacionales. Por ejemplo, todo el sector público y los pensionistas no van a perder un céntimo de su renta, salvo que en el último trimestre las cosas vayan muy mal.
Ante este oscuro panorama, el gobierno, diligentemente, ha puesto en marcha un espectacular catálogo de medidas económicas de apoyos a trabajadores, autónomos y empresas, además de un generoso caño de financiación para las comunidades autónomas. Para este mes de mayo se anuncia la aprobación de una renda denominada Ingreso Mínimo Vital que, según el ministro Escrivà, “eliminará casi completamente” la situación de pobreza extrema que sufren el 20% de los hogares españoles”. Se estima que por, hogar, esa renta mínima oscilará entre 462 y 1.015 euros mensuales por hogar. Se han hecho críticas constructivas a esas cuantías, porque es evidente que en las grandes ciudades, con 500 euros mensuales no se puede vivir, pero para mi es un paso importante en la dirección de la renta básica universal que siempre se ha defendido en este blog.
Está claro que globalmente en 2020 vamos a tener menos renta. ¿Pero seremos mucho más pobres? No debemos confundir renta con riqueza. De este informe de Crédit Suisse destacamos que la riqueza mundial en 2018 fue de 317,1 billones (españoles) de USD, lo cual, en EUR, serían 293,6 billones. Pero el PIB mundial en el mismo año fue de 85,9 billones de USD, 79,5 billones de EUR. Es decir la relación entre nuestra renta -lo que ganamos- y nuestra riqueza -lo que ya tenemos- es aproximadamente de 1 a 4. La pérdida de riqueza de los españoles durante el 2020 no ha sido aún estimada, porque habrá que ver además finalmente cuál ha sido la pérdida de renta, lo cual dependerá de los instrumentos que se aprueben en España y Europa para compensar esa pérdida. Alguna parte de la riqueza se ha perdido ya, quizás temporalmente en parte, como el valor en bolsa de las acciones cotizadas, y otra riqueza caerá más a medio y largo plazo, como el valor de los activos inmobiliarios, ya sean los residenciales como los turísiticos o empresariales. Recordemos que en la anterior crisis los precios de la vivienda tocaron fondo en 2014, siete años después de los primeros avisos.
Aun así, el coronavirus no se ha llevado por delante el acervo tecnológico acumulado por nuestra civilización ni tampoco infraestructuras ni equipamientos. No ha sido ni una guerra ni una gran catástrofe natural, ni se ha llevado a la inmensa mayoría de nuestros recursos humanos, la generación mejor preparada de la historia. Pensamos, pues, que es perfectamente posible pensar en una política pública que compense la -posible para unos, segura para otros- caída de renta en este 40% de la población española que se ha instalado en la zona de peligro de acceso a riesgo de pobreza. Reforma fiscal, renta básica, reparto del trabajo son los instrumentos principales que propongo.
Los instrumentos
Reforma fiscal. La presión fiscal en España está un 8% por debajo de la media europea en términos relativos, en términos de ingresos fiscales sobre el PIB. Hay, pues, un gran margen para incrementar los recursos públicos. La idea de un sistema fiscal común europeo, en el que dejasen de existir paraísos fiscales para las empresas, como Holanda, Irlanda o Luxemburgo, sería el empujón definitivo que esta actualización fiscal necesita. ¿Alguien puede explicar por qué la tributación de las rentas del capital debe ser menor que las del trabajo, cuando el trabajo es un bien escaso y en el mundo sobran capitales? ¿Alguien puede explicar por qué nuestra presión fiscal ambiental es de las más bajas de Europa? ¿Alguien puede explicar porque hay multinacionales que no pagan en impuestos ni el 1% de sus beneficios? Como ejemplo solo hay que leer en la letra pequeña de las facturas de Amazon que algunos reciben estos días en las que se indica que Amazon España es una sucursal de Amazon Luxemburgo. Ahí están las claves de la mejora en la recaudación fiscal. Y mientras esa reforma fiscal llega, que tardará, hay que poner la máquina de billetes del Banco Central Europeo a imprimir. No hay riesgo alguno de inflación, más bien lo contrario, deflación.
Implantar una renta básica universal en España, RBU, con una cuantía anual de 7.471 EUR para todos los ciudadanos adultos que tiene un sorprendente coste neto de sólo 20.000 millones de EUR, el 2% del PIB Eso es debido a que una gran mayoría de los pagos efectuados se recupera vía impuestos y a que se ahorran una gran cantidad de otras subvenciones, como pensiones, seguros de desempleo, rentas mínimas de inserción, etc.
Reparto del trabajo. Una fuerza política de la izquierda española ha presentado una propuesta para garantizar públicamente que todos los españoles tengan un trabajo. Se trata de un error conceptual de importancia. Si ya antes de la crisis, habían, entre aflorados y ocultos, unos 5 millones de desempleados, cuando acabemos 2020 esta cifra puede alcanzar los 8 o 9 millones. ¿Hay recursos en España para financiar la creación de esta descomunal cantidad de empleos? ¿Sabemos dónde vamos a poner a trabajar esos 9 millones de personas? La respuesta es un doble no. Más sensato es a mi juicio la idea de repartir el trabajo que tenemos, que sigue siendo mucho. Es en este momento histórico cuando más necesario es el diseño de políticas públicas de reparto de todos los trabajos, tanto remunerados como reproductivos, haciendo actuar la RBU como cojín para evitar una posible disminución de ingresos y reconociendo la importancia de trabajos hasta ahora invisibilizados o despreciados, la mayoría fuertemente feminizados.
En próximas entregas vamos a detallar todas esas nuevas políticas que hoy sólo anunciamos.
Saludos cordiales.