Importancia de la biodiversidad

A menudo hemos oído esta palabra y visto como los científicos le dan mucha importancia. ¿Por qué? ¿Puede depender un ecosistema de su biodiversidad?

Francesc Sardà

Para que un ecosistema sea sostenible debe mantener la biodiversidad que lo caracteriza como tal (número de especies diferentes y cantidad de cada una); sin esta biodiversidad, el ecosistema es inviable. Sin embargo, este concepto fundamental a veces no es tenido en cuenta por algunos técnicos, administradores y políticos. Incluso podríamos decir que, al igual que la sostenibilidad, son conceptos que a menudo son insuficientemente interpretados y mal aplicados, especialmente cuando se aplican fuera del contexto estrictamente científico.

De manera resumida, la definición más básica de biodiversidad se establece en función del número de especies diferentes que hay en un hábitat o en un ecosistema determinado. Si hay muchas especies diferentes diremos que este ecosistema tiene más diversidad que otro con menos especies. Pero atención: también cuenta la abundancia relativa de cada una de estas especies. ¿Sería muy diverso un ecosistema que tuviera cien especies, todas ellas diferentes, pero sólo un individuo de cada especie? Quizás sería muy diverso, pero sería un ecosistema muy vulnerable porque la desaparición de un solo individuo representaría la desaparición de una especie, y ésta sería insustituible.

Un ejemplo más claro sería el símil del arca de Noé. ¿Diríamos que es un ecosistema con mucha diversidad un arca con 100 especies diferentes? (parejas formadas por un macho y una hembra de especies diferentes. Para abreviar numéricamente hablaremos de individuos o especies indistintamente). Comparémosla ahora con un arca tan grande que pudiéramos meter en ella 100 individuos de cada una de las 100 especies, es decir, un arca de Noé multiplicada por ciento. Esta arca ahora tendría 10.000 individuos de 100 especies diferentes (100 especies x 100 repeticiones de cada una). Esta arca, ¿sería más o menos diversa que la anterior, que sólo tenía una pareja de cada especie? En cuanto al número de especies diferentes, tendría el mismo número y, por tanto, la misma diversidad específica (100 especies), pero muchos más individuos de cada especie.

Si tuviéramos que elegir una de las dos arcas para asegurar la repoblación de la Tierra después del diluvio, escogeríamos lógicamente la que tiene más individuos de cada especie, para que nos garantizara la máxima reposición en caso de desaparición de alguna de las especies. Así, de cada una de ellas tendríamos 99 individuos de recambio. Con esto quiero decir que la biodiversidad no sólo depende del número diferente de especies, sino también del número de individuos de cada una de ellas que haya en el ecosistema. Pero eso no es todo lo que nos dice la biodiversidad. También es enormemente importante la función de cada especie, es decir, su tarea dentro del ecosistema. En función de esta tarea (nicho ecológico) y de su posición en la cadena alimentaria, para mantener el ecosistema unas especies deberán ser más abundantes que las otras (por ejemplo, podríamos preguntarnos si en un ecosistema podría soportar tantas ballenas como bacterias).

La biodiversidad pues, es un concepto relativo en función del ecosistema del que hablamos, pero fundamental para su buen funcionamiento. Es lo que se llama biodiversidad funcional. Ahora añadir el concepto de vulnerabilidad y proporción de las especies… Hacen falta 100 leones si tenemos 100 cebras? … O, dicho de otro modo, tendríamos suficiente cebras para alimentar a todos los leones de que disponemos? ¿Cuál es la proporción de individuos de cada especie que garantiza la continuidad vital de ella misma y de las otras a la que alimenta o de las que se alimenta? ¿Cuál de las especies es más vulnerable? Poder responder estas preguntas significa entender que no todas las especies tienen la misma función en el ecosistema, ni crecen igual, ni comen lo mismo, ni tienen igual supervivencia, ni hay que mantener el mismo número de prole que otra, pero que todas ellas son necesarias. Por tanto, no hacemos nada en tener muchas especies si la proporción no es la adecuada o si la proporción de especies en función de su labor está desequilibrada.

Pongamos otro ejemplo que nos explique esta funcionalidad más profundamente. Imaginemos que nos regalan una casa para toda la vida y nos dejan escoger entre tres cajas de herramientas para poder repararla a lo largo del tiempo. Nunca más podremos tener ninguna herramienta ni otra caja más. El mantenimiento presente y futuro de nuestro hogar dependerá de la caja de herramientas que elijamos.

  • En la primera caja hay 20 martillos y 20 clavos. Total 40 elementos.
  •  En la segunda caja hay 10 martillos, 20 clavos, 5 alicates y 5 destornilladores. También 40 elementos.
  •  En la tercera caja hay 2 martillos, 20 clavos, 1 alicate, 1 tenaza, 1 berbiquí, 4 destornilladores de diferentes puntas, 2 cutters, 1 llave inglesa, 1 abrazadera, 1 sierra de madera, 1 sierra de hierro y 5 brocas de diferente diámetro. De nuevo los mismos 40 elementos.

Qué caja escogeríamos? Evidentemente la tercera. ¿Por qué? Simplemente porque es la más diversa en número de herramientas diferentes y, por tanto, en funciones que realizan, de forma que podemos reparar muchas más cosas, pero si una herramienta se rompe, probablemente podemos usar otra similar substitutoria.

Esto es muy importante porque nos indica que puede haber especies que pueden ser sustituidas por otras y realizar una función similar o próxima en el ecosistema (por ejemplo, las especies carroñeras como hienas y buitres), pero otras especies no. Así, para atornillar un tornillo probablemente lo podríamos conseguir con las tenazas, los alicates o la llave inglesa, aunque seguramente una de ellas sería más eficiente y adecuada que las otras. Pero fijémonos también que el número de elementos repetidos va en función de sí son más o menos versátiles o en función de su probabilidad de utilización o vulnerabilidad para romperse. Necesitaremos muchos más clavos que martillos. Los clavos se pueden torcer con facilidad, el martillo es difícil que se rompa. Se necesitan varios clavos para clavar un listón, pero sólo un martillo para clavarlos todos. También necesitaríamos muchos más clavos por su funcionalidad en las reparaciones; poca cosa se puede hacer con un solo clavo si queremos colgar más de un cuadro en las paredes o clavar listones. Así mismo, en un ecosistema hay especies más resistentes y otras más vulnerables y cada una realiza una tarea más o menos importante, más concreta o más generalista.

He aquí la importancia de la biodiversidad. Para hacer nuestra casa sostenible (oikos = eco, en griego significa casa, sinónimo de ecosistema) hace falta la máxima diversidad funcional posible (adecuada al propio ecosistema), la cual, repito, estará en función del número de especies, de la abundancia de cada una y del papel que tienen que jugar en el ecosistema.

Si nuestra caja de herramientas no es la más adecuada o gastamos, rompemos o perdemos determinadas herramientas a lo largo del tiempo, nuestra casa (nuestros ecosistemas, nuestro planeta) se deteriorará poco a poco y no podremos hacer nada para repararla. Si la biodiversidad disminuye, nuestro ecosistema se derruye cada vez más deprisa y no será sostenible del mismo modo que, con pocas herramientas o sin, no podremos reparar los desperfectos de nuestro hogar. También aquí podemos aplicar la analogía puesto que, como las herramientas, no todas las especies tienen el mismo valor. Hay que son clave para el mantenimiento del equilibrio del ecosistema porque este depende en mayor medida de alguna de ellas. He aquí porque biodiversidad es la herramienta fundamental sobre la que se repone el equilibrio de nuestro mundo.

La teoría de Gaia formulada por Lovelock a mediados de los años 50, y después apuntalada por Margulis a partir de los 80, considera que el propio planeta Tierra se comporta como un solo ecosistema (un solo y gran organismo), donde mares, océanos, ríos, bosques, cordilleras, subsuelo, polos, desiertos, atmósfera y organismos que la habitan, interaccionan de forma que se regulan y se equilibran así mismos. La biodiversidad es pues fundamental para emprender los procesos de recuperación de un ecosistema deteriorado, si tenemos todas las especies lo recuperaremos, si no las tenemos, no. Y este es el gran peligro que corre nuestro mundo. A medida que disminuye la biodiversidad, disminuyen las posibilidades de sobrevivir todos juntos. Este proceso es exponencial, i de ella depende también en gran medida el cambio climático actual.

Más todavía. Otro ejemplo que nos ayudará a entender el papel que la biodiversidad juega en la complejidad de los ecosistemas es el caso de los juegos de construcción de piezas de madera, del Meccano o, más modernamente, del Lego. El número y la variedad de piezas nos permiten construir diferentes formas. Cuanto más piezas y más variadas, más posibilidad de construir formas más complejas y sofisticadas. Si perdemos o se rompe una pieza, es probable que aquella forma determinada ya no la podamos construir. De meccanos (Legos) hay de diversos niveles de complejidad, con más piezas, con piezas más repetidas y más variadas, lo que nos hace ganar imaginación y posibilidades, nos permite hacer figuras y construcciones en definitiva más complejas y con funciones más diferentes y especializadas. Así también podemos entender que, cuanto más complejo es un ecosistema, cuantas más especies haya, más relaciones alimentarias (tróficas) entre ellas, más nichos, más solapamientos de funciones … más resistencia y elasticidad tendrá (resiliencia). Más capacidad de resistencia frente a agresiones externas. Cuanto menos especies, más pobre y/o más vulnerable i menor capacidad de recuperación.

Se puede ilustrar esto a partir del ejemplo de las especies carroñeras. Sobre un cadáver de cebra intervienen por orden hienas, buitres, roedores, insectos, hongos y bacterias. Todos ellos reciclan la materia orgánica en un espacio de tiempo adaptado a la energía que fluye por el ecosistema. Si por ejemplo, hienas i buitres desaparecen, los roedores, insectos i bacterias tardaran mucho más en descomponer totalmente el cadáver, y la energía que contiene fluirá mucho más lentamente hacia el ecosistema perderá nivel de reciclaje y recuperación. Se empobrecerá.

Pero entre este conjunto de piezas hay que pueden ser más o menos vulnerables o abundantes, pero pueden existir otros con una particularidad aún más importante: son piezas “clave”. Imaginemos un tren con máquina y cinco vagones. ¿Son piezas clave, los vagones? No! Pero sí lo es la locomotora. Esta puede avanzar con diferente número de vagones o sin ninguno, pero el tren no puede avanzar sin la máquina. Y un tren lo es en función de estar formado por máquina, vagones y capacidad propia para desplazarse. Una máquina sola no hace un tren, y los vagones sin máquina, tampoco. Pero de todos los elementos del tren la pieza “clave” es la máquina. Sin ella el tren pierde toda posible función de desplazamiento.He aquí que también en el ecosistema pueden existir especies que, por su función o abundancia, pueden ser especies “clave”, que tendremos que vigilar más estrechamente y preservar especialmente si no queremos que el deterioro del ecosistema sea todavía mucho más rápido de lo que imaginamos. Por lo tanto, querer gestionar la naturaleza solamente desde la perspectiva antropogénica es un gran error. Querer desarrollar las sociedades sin preservar al 100% la biodiversidad, es no entender el papel que la biodiversidad juega en el ecosistema. En definitiva, no entender cómo funciona nuestro planeta.

Esto hace que un ecosistema perturbado sea un sistema donde la red alimentaria se ha modificado perjudicando unos niveles y favoreciendo otros. Es un meccano habrá perdido abundantes piezas y muchas importantes. Si se rompe la estructura de la red alimentaria se rompe el equilibrio del ecosistema.Un ecosistema explotado es un ecosistema desequilibrado. Es como un Lego al que le faltan piezas, multitud de piezas iguales o diferentes o únicas. No podremos construir la figura que queramos. Para entender los desarrollos económicos y sociales de nuestra civilización no es suficiente tener buenos técnicos que entiendan de cada una de las materias y disciplinas, se deben conocer los ecosistemas marinos y terrestres y el impacto que cada actividad humana genera en cada uno de ellos.Por todo ello, la ciencia básica y la aplicada deben ir siempre juntas, y la tecnología y economía no pueden soslayar la ecología planetaria.

Pero ¿hasta qué punto es dramático no conservar la biodiversidad? Para contestar a esta pregunta hay que decir que cada ecosistema lo es en función de la diversidad que le caracteriza y le es propia. Por lo tanto, la biodiversidad está en la base de todos los ecosistemas terrestres y de la propia Tierra. Si se calcula la tasa de extinción de especies basándonos en el número de especies por área, teniendo en cuenta la pérdida de bosques tropicales (aproximadamente 1/3 en los últimos 40 años), se extinguen 50.000 especies por año (sólo 7.000 de las cuales son conocidas). Esto representa 10.000 veces la tasa natural de extinción y significa un 5% del total de especies por década. De mantenerse estas cifras, a finales de nuestro siglo, habrán desaparecido dos tercios de las especies de la Tierra. La biodiversidad, junto con la atmósfera y la corteza de la Tierra, hace que todo el planeta evolucione como un gran superorganismo. Este es también uno de los factores que puede hacer irreversible el cambio climático en una retroalimentación imparable en pocas décadas, ya que la biodiversidad incluye el plancton oceánico y la cubierta vegetal terrestre, como sumideros de gases de efecto invernadero y emisión de oxígeno. El cambio climático afecta la biodiversidad i esta a su vez al clima en este círculo retro-alimentado. Disminuyendo la biodiversidad disminuyen las posibilidades de frenar el cambio climático solo con medidas técnicas.

Finalmente podemos hablar de la biodiversidad bajo el concepto de flujos de información y sistemas complejos. ¿Qué información genética, química, energética, etológica, ambiental, temporal, etc., fluye por una selva? Es la misma que fluye en los océanos, ríos, montañas o desiertos? Cuando un ecosistema desaparece, ¿qué perdemos? Evidentemente se puede entender que un ecosistema más maduro, con más información, más complejo, pueda ser más resistente a los cambios que otro menos complejo y más vulnerable. Esto dependerá de los parámetros históricos de cómo ha evolucionado este ecosistema hasta llegar al equilibrio actual (y, por ende, todo el planeta). Por ejemplo, un desierto es poco vulnerable porque ya ha sido perturbado, de tal manera que el nivel trófico, de información sistémica y flujos de materia y de energía son más simples y cortos. Poco podemos sacar biológicamente hablando de un desierto. En cambio, de una selva, podemos sacar mucho más, simplemente porque es más compleja. Tendrá más energía en los árboles, más reabsorción de gases de efecto invernadero, más suministro de oxígeno, más información genética y productos químicos de aplicación en farmacología, más estructuras materiales y un largo etcétera. Pero también estos ecosistemas pueden ser muy vulnerables porque algunos sólo pueden existir bajo unas condiciones ambientales determinadas, muy estrictas, como es el caso de la selva tropical húmeda de Costa Rica o determinados ecosistemas alpinos, y marinos profundos. La especie humana no es ajena este sistema y, por tanto, en definitiva y en pocas palabras, a medida que la biodiversidad disminuye, las perspectivas de supervivencia de la humanidad disminuyen en mismo grado y también la capacidad de recuperación.

Epílogo. Ironías y paradojas de la biodiversidad, bajo esta perspectiva, el arca de Noé hubiera sido simplemente inviable. Llanamente por que unos animales se hubieran comido a los otros intentando mantener el propio ecosistema arca. Lógicamente la Tierra, como una gran arca espacial, acabará igual, lo único que el hombre contribuye a acelerar el proceso en sobremanera.

 

 

 

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