Financiando la crisis climática
Greenpeace European Unit
Bruselas / Frankfurt – El análisis de Greenpeace muestra que entre mediados de marzo y mediados de mayo de 2020, como parte de su respuesta a la pandemia de coronavirus, el Banco Central Europeo (BCE) compró bonos corporativos por valor de casi 30 mil millones de euros. Esto significó la inyección de más de € 7,6 mil millones en combustibles fósiles.
Con la compra de bonos de solo siete grandes contaminadores, el BCE contribuyó con aproximadamente 11.2 millones de toneladas de emisiones de carbono a la atmósfera, que es más que las emisiones anuales completas de Luxemburgo. El Consejo de Gobierno del BCE se reunió el 4 de junio para discutir una revisión de su estrategia monetaria.
El desglose de las compras de bonos corporativos del BCE muestra que 4.400 millones de euros se destinaron a empresas de servicios como Engie o EON, contaminantes prominentes, que forman parte de la lista de empresas cuya deuda ha estado comprando el BCE. Más de 3.200 millones de euros [1], con una huella de carbono estimada de casi ocho millones de toneladas, se destinaron a la industria del petróleo y el gas, con bonos comprados a Shell, una de las empresas más contaminantes del mundo, Total y Eni, entre otros.
El BCE es uno de los mayores compradores de bonos del mundo y el regulador de los bancos en la zona euro. Cualquier compra de activos que realice el BCE tiene una influencia masiva en la industria de los combustibles fósiles y afecta en la recuperación «verde» europea de la crisis de salud y de la emergencia climática. El programa de compra de activos en curso lanzado por el BCE en 2014 como respuesta a la crisis del euro demostró ser sustancialmente destructivo para los esfuerzos climáticos. El análisis de la London School of Economics demostró, por ejemplo, que aunque los servicios públicos representan solo el 5% de los bonos corporativos denominados en euros, representaron el 25% de las compras del BCE [2].
“El BCE y otros bancos centrales deben cambiar su forma de actuar. Los activos que el BCE compró como respuesta a la pandemia COVID-19, han apoyado a los negocios de siempre «business as usual» , contribuyendo así a la emergencia climática. A medida que la crisis climática continúa escalando, no podemos permitirnos más dinero público destinado a los combustibles fósiles. El BCE debe excluir los combustibles fósiles y otros activos intensivos en emisiones en futuras compras «.
Adam Pawloff, activista de clima y energía de Greenpeace
Greenpeace pide al BCE que excluya a las compañías de combustibles fósiles de la flexibilización cuantitativa, es decir, de la compra de valores, principalmente bonos, para aumentar la oferta monetaria y reducir las tasas de interés en la zona euro. La revisión de la política monetaria del BCE debe conducir a la inclusión del riesgo climático en todas las operaciones del BCE, ya sea excluyendo los combustibles fósiles de las garantías que a los bancos se les permite dar al BCE cuando piden dinero prestado, o aumentando el monto de capital que los bancos deben mantener cuando prestan dinero a compañías de combustibles fósiles.
Nota del traductor: Otros 5.600 millones de euros se destinaron a industrias como la aeroespacial, automóviles, cemento y otras empresas que dañan el medio ambiente, como Airbus, Daimler o Peugeot.
Refrencias:
[1] Los 3.200 millones de euros que se destinaron a bonos de la industria del petróleo y el gas incluyen empresas de la cadena de suministro de petróleo y gas, como Schlumberger. En el análisis detallado nos hemos centrado específicamente en las compañías integradas de petróleo y gas.
Traducción: Neus Casajuana