Los distintos bandos en el Parlamento, parecen a punto de ponerse de acuerdo en no estar de acuerdo con la propuesta para acabar con el green washing.
Blanca Martín
El borrador del libro de reglas de taxonomía para las finanzas sostenibles que la Comisión Europea llevó al Parlamento el noviembre pasado se ha convertido en un quebradero de cabeza para los reguladores.
¿Qué es el libro de reglas de taxonomía para las finanzas sostenibles?
El nuevo libro de reglas de taxonomía para las finanzas sostenibles, también llamado Taxonomía de Finanzas Sostenibles, en inglés Sustainable finance taxonomy rule book, pretende establecer un conjunto de reglas comunes y aceptadas sobre qué se considera una inversión sostenible. En corto: acabar con el green washing, clasificar como verdes inversiones que no lo son.
Afecta a los administradores de activos, a los propietarios de activos, asesores de inversiones, proveedores de calificación crediticia, proveedores de índices de referencia… y, obviamente a las empresas que necesitan la inversión.
Su razón de ser no es solo que si estamos embarcados en una transición radical hacia lo verde, las finanzas deben unirse al carro. La razón principal es que esta transición va a costar miles de millones (se estima en unos 2,6 billones de euros hasta 2030) y aunque los países van a hacer un esfuerzo ingente, una parte importante tiene que proceder de la inversión privada. Su objetivo final, pues, es cambiar la inversión hacia proyectos y negocios más sostenibles para que hagamos la transición a una economía baja en carbono más rápido.
Eso sí, si el libro de reglas de taxonomía para las finanzas sostenibles es poco estricto, la inversión se dispersará hacia tecnologías que retrasarán la transición energética. Si es demasiado estricto se restringirá la entrada de capital en sectores enteros.
Ahora mismo, según los legisladores, el mercado está fragmentado, el etiquetado de los productos financieros es poco claro -el green washing sigue estando ahí- y la información que publican las empresas sobre sus evaluaciones de sostenibilidad es insuficiente. Por eso, al libro de reglas de taxonomía para las finanzas sostenibles le han de acompañar otras como la Non-Financial Reporting Directive o la Sustainable Finance Disclosures Regulation que entró en vigor ayer miércoles.
¿Qué pasa en el Parlamento Europeo?
Para una empresa, no obtener la etiqueta verde de la Unión Europea puede suponer perder miles de millones de euros en financiación. En el borrador presentado en noviembre, el gas natural quedó fuera de la categoría de combustibles de transición salvo en los casos en los que se cumplan unos límites de emisión que a día de hoy son imposibles para las principales aplicaciones de este combustible, como las centrales eléctricas.
En el borrador estas centrales no podían emitir más de 100 gramos de CO2 equivalente por kilovatio hora para conseguir la etiqueta de sostenible. Esto era de esperar, lo que desató las críticas fue que también quedaba fuera de la categoría de transición, algo que para muchos países miembro es algo imposible de asumir.
Polonia, por ejemplo, tiene planeado sustituir sus centrales de carbón, por otras de gas natural como plan de transición hacia las cero emisiones, ya que éstas son aproximadamente de la mitad que las del carbón. Sin la etiqueta de la UE ese plan ya no es viable. Ante la amenaza de veto de Polonia, y el apoyo de los países del Este que firmaron el año pasado un documento reivindicando el papel del gas natural como energía de transición, el borrador fue enviado de vuelta a la Comisión, que encargó a sus asesores en este tema una definición más amplia de las actividades de transición.
El bloque a favor del gas como energía de transición
La introducción o no del gas natural como combustible de transición puso en contra a los países del Este, a los del Sur, y al Partido Popular Europeo (PPE). Algunos de sus diputados criticaron abiertamente el borrador como un conjunto de reglas demasiado estricto que corre el riesgo de penalizar a sectores enteros de la economía.
Anna-Michelle Asimakopoulou, eurodiputada griega del PPE, calificó de asombrosa la falta de previsión geopolítica de la propuesta del libro de reglas de taxonomía para las finanzas sostenibles, al recordar que los umbrales indirectos de la huella de carbono no son realistas y penalizan a las industrias intensivas en energía que no tienen acceso a una red energética totalmente descarbonizada, en alusión al sector del aluminio que, añadió, ya está luchando con las importaciones objeto de dumping procedentes de China.
El bloque estricto
En el otro bando: Izquierda, verdes y socialdemócratas, que consideraron el primer borrador del libro de reglas de taxonomía para las finanzas sostenibles como poco ambicioso. Bas Eickhout, del Partido Verde por Países Bajos, dijo que hubiera votado sí al primer borrador pero por los pelos, y que si se reducía aún más la exigencia de la propuesta sería muy difícil para el Partido Verde votar a favor. Según esta formación, que el gas natural estuviera admitido con los mencionados límites imposibles de emisiones, colocaba la propuesta en el límite de lo admisible para ellos. Los socialdemócratas hicieron declaraciones similares y ven con muy malos ojos que el gas natural tenga una mejor consideración.
Pero el enfrentamiento no se limita al gas. El Partido Popular Europeo (PPE) y los conservadores están muy preocupados por cargar nuevos estándares ambientales sobre agricultores y silvicultores, mientras que Verdes y Socialdemócratas se quejan de que en silvicultura, bioenergía y agricultura, el proyecto ya era más débil de lo que esperábamos, así que, ¿cuánto más lo podemos debilitar?
¿Y ahora?
En las próximas semanas, está previsto que se presente una propuesta actualizada del libro de reglas de taxonomía para las finanzas sostenibles para su análisis al Parlamento Europeo y a los representantes de los Estados miembros. Se votará en bloque aprobarla o rechazarla, es decir, los parlamentarios tendrán poder de veto y se sabe que muchos están dispuestos a usarlo. Lo que no se sabe es cuales.
Según algunos gestores de activos, como Schroders, establecer estándares regulatorios en el libro de reglas de taxonomía para las finanzas sostenibles demasiado estrictos podría resultar en que el listón de la sostenibilidad se coloque tan alto que nadie pueda alcanzarlo, o en la imposición de reglas que no sean lo suficientemente dinámicas para responder a un área de estudio e investigación que avanza a gran velocidad. También recuerda, que tanto las finanzas como el cambio climático son globales y por tanto, los estándares que se establezcan también deben serlo.
publicado en https://eugreendeal.news/libro-de-reglas-de-taxonomia-para-las-finanzas-sostenibles/