Pep Cabayol : Emergencia climática, una guerra contra la vida (Capítulo 5. Publicación póstuma)
Josep Cabayol, (03/08/2022)
El autoengaño no sirve frente a una crisis global de proporciones devastadoras para todo el planeta. El autoengaño se alinea con los intereses económicos de las élites del poder, que se anteponen a la vida. Unas élites que logran crear el espejismo de que luchan contra el cambio climático, pero en realidad sólo defienden sus intereses.
La cumbre de la OTAN del pasado mes de junio, celebrada en Madrid, terminó con una redefinición de sus conceptos estratégicos (objetivos), que claramente se pueden calificar de belicistas: (1) Rusia es la amenaza más directa y significativa (en 2010 era un amigo) para la seguridad, la paz y la estabilidad en el área euroatlántica. (2) China es un desafío sistémico a los intereses, la seguridad y los valores de la Alianza. (3) La profundización de la alianza estratégica entre China y Rusia, con los intentos complementarios de debilitar el orden internacional basado en reglas, va en contra de nuestros valores e intereses (los de la OTAN). (4) Los vecinos del sur de la OTAN, en particular Oriente Próximo, el norte de África y las regiones del Sahel, afrontan desafíos demográficos, económicos, políticos y de seguridad, que, agravados por el cambio climático y el hambre, ofrecen un terreno fértil para la proliferación de grupos armados no estatales y organizaciones terroristas.
La cumbre se hizo, y no es un dato menor, cuando se multiplicaban las voces que advertían de que es inevitable que Ucrania pierda la guerra – el propio Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, dijo el 12 de junio que pronto el gobierno ucraniano se vería obligado a pedir la paz -. Incluso en Estados Unidos la idea de la derrota va arraigando. Al presidente Biden no le funcionan las políticas que propone. Seis meses después de haber empezado la guerra, y habiéndose gastado 8.000 millones de dólares de los 40.000 de los que dispone, crece su impopularidad y ya es peor valorado que Trump. Por lo general, los estadounidenses no están dispuestos a pagar las consecuencias económicas. Por ejemplo, un 78% de los demócratas están dispuestos a pagar más por el combustible, por tan sólo un 44% de los republicanos.
Pero aún más, en los aliados europeos, la crisis energética derivada de la guerra ha causado que la Comisión Europea haya dicho a sus miembros que reduzcan un 15% el consumo del gas.
La crisis energética derivada de la guerra ha causado que la Comisión Europea haya dicho a sus miembros que reduzcan un 15% el consumo del gas
Por el contrario, en los países del este europeo, con la excepción de la Hungría de Viktor Orbán, [Orbán vaticina que Ucrania «nunca ganará la guerra y que la paz será en el 2024 [https://www.elperiodico.com/es/politica/20220723/orban-vaticina-ucraniana-perdra-guerra-14150268], víctimas recientes de la ocupación rusa, les gustaría intensificar una guerra que no quieren perder por su manifiesta enemistad con Rusia.
En cualquier caso, las consecuencias de la declaración de la OTAN, además del incremento de la tensión y de instalar la idea de la confrontación armada en el cerebro de la gente (Macron ha anunciado la recuperación delservicio militar obligatorio), significa aumentar el presupuesto militar como mínimo hasta el 2% del PIB. Ahora, formalmente, la inversión se corresponde al 1% del PIB y está previsto aumentarlo en un 0,2% hasta 2025. Pero para saber el presupuesto militar real no se debe buscar tan sólo en la cartera de Defensa sino que está camuflado en las partidas de otros ministerios. Así, y según los datos del Stockholm International Peace Research (SIPRI), el gasto militar español aumentó un 5,6% en 2021 (19.500 millones de dólares) para situarse en el 1,4% del PIB. Si se quiere llegar al 2%, es necesario aumentarlo en un 0,6% del PIB (1.000 millones ya comprometidos a descontar). Y no descartamos partidas tan bien escondidas que no se han podido detectar. Formalmente, un 2% del PIB supondría una inversión en el área militar de 22.000 millones de euros. Para hacernos una idea, el presupuesto en Trabajo es de 30.000 millones.
Sea como fuere, aumentar el gasto militar casi siempre ha significado reducir las partidas que se preocupan por la vida de las personas y no las que investigan cómo matarlas. Por ejemplo, protección del medio ambiente y emergencia climática, salud/sanidad, educación, protección social, pensiones, vivienda, servicios comunitarios. Es decir, lo que la socialdemocracia más progresista llamaba ‘Estado del Bienestar’, y que no era otra cosa que redistribuir parte de la riqueza y pagar el reparto, expoliando al sur global y en especial África. Este expolio no sólo perdura sino que funciona más que nunca, empleando la violencia, apropiándose de los recursos y empobreciendo a habitantes y estados (no a las castas dirigentes) sin preocuparse del futuro de los desposeídos.
Veremos cómo se concretan los recientemente aprobados presupuestos en España, calificados como los más “progresistas”, y si son eficientes para encajar el dinero que debería servir para poner la vida en el centro, con la obligación aceptada de aumentar la capacidad de matar. Así de entrada, un oxímoron.
El mensaje de Davos
En Davos, Suiza, se reúnen cada año las élites del capitalismo político y económico del norte, financiero, especulador, gobernante, con la intención de imponer sus criterios de presente y futuro al resto de los habitantes del planeta.
Están trabajándose el porvenir que desean para sus intereses hegemónicos, dominadores, excluyentes, necropolíticos [Achille Mbembe define la necropolítica como el poder del que disponen las élites gobernantes para dar la vida o la muerte] explicando, predisponiendo y finalmente imponiendo, la sociedad que tienen prediseñada a políticos, influencers, lobbies, sociedad civil domesticada, siervos y compañeros de viaje, para que participen de la construcción de su sociedad del futuro.
Un primer objetivo de la Agenda 2020/2030 escrita en Davos es hacer desaparecer los estados y la democracia tal y como los conocemos. Una idea que después se repetirá cuando hablemos del informe ‘Horizon’ presentado por la gestora de patrimonios del grupo suizo Pictet (Pictet Wealth Management – Pictet WM-).
Un primer objetivo de la Agenda 2020/2030 escrita en Davos es hacer desaparecer los estados y la democracia tal y como los conocemos
El objetivo, pensando en 2030, es ir transformando los componentes de los gobiernos, que de ser formados en exclusiva por políticos elegidos, mutarían a una mezcla de políticos y representantes de las grandes corporaciones (económicas, financieras, energéticas, agroalimentarias…) controladas por las élites. La idea sería que la política no pueda tomar ninguna decisión sin el visto bueno del mundo económico dominante. Ahora ya está pasando y de lo que se trataría es que no pudiera funcionar de otra forma. Así cambiaría el concepto de estado del que formarían parte sin tener que ser escogidos, los representantes de las grandes corporaciones (élites) que, de hecho, tomarían su control. En realidad es llevar al extremo el modelo norteamericano (recordemos al presidente Eisenhower, un general, hablando del control que ejercía el complejo militar/industrial).
La primera cosa que hacer para conseguirlo sería/es desprestigiar a los gobiernos para que no tengan fuerza/credibilidad para oponerse, lo que es, en estos momentos, público y notorio. Os pongo un ejemplo, y da igual si es verdadero, mentira, inventado, fake, porque estamos hablando de influencia, objetivos, resultados y no de conocimiento: según una nueva encuesta del Instituto de Política de la Universidad de Chicago, la mayoría de los estadounidenses dicen que el gobierno es corrupto y casi un tercio dice que en breve será necesario tomar las armas contra él. Os dejo el link: https://thehill.com/homenews/3572278-nearly-one-in-three-americans-say-it-may-soon-be-necessary-to-take-up-arms-against-the-government/
Simultáneamente, se ejercería un gran control de la ciudadanía y de la sociedad. Las amenazas globales (pandemias, guerras, la falta de energía y recursos, la emergencia climática) y el mundo digitalizado (controlado por quienes fabrican el dinero y son los dueños de la mal llamada seguridad) así lo permitirían y lo harían posible (de hecho, ya lo están haciendo) en aras de la esperanza y la seguridad, aunque sea (y será) sacrificando la libertad. (Y no debemos olvidar que, por mucho que bramen, no hay seguridad sin libertad.)
Para llevar adelante el proyecto, necesitan controlar todo el dinero, que no haya dinero físico de origen público fabricado por los estados que permita a la ciudadanía vivir, moverse sin control. Y la mejor manera de conseguirlo es digitalizando el dinero: todo plástico, todo apuntes contables fáciles de hacer desaparecer. De esta forma, la ciudadanía no sólo no podrá hacer nada que no esté controlado por las grandes corporaciones emisoras, sino que su comportamiento estará sometido a evaluación permanente y constante, de modo que su capital podrá ser bloqueado, hecho desaparecer, tan sólo con un ‘apagado’ de la tarjeta: que te comportas mal, multa; muy mal, retirada temporal del acceso a tu dinero hasta que rectifiques públicamente y te redimas; que eres un enemigo del régimen gobernante, retirada de la tarjeta; que eres subversivo, los elimino para siempre. Pero no sólo éso, si tienes una visión alternativa que se contrapone a la de las élites, se te acusará de estar desinformado y desinformando a las personas, perjudicando el futuro de la mayoría y también se te podrá apagar.
La norma básica es de la UE y viene a decir: todo aquel mensaje que no coincida con las necesidades e intereses de la UE, se considerará desinformación y se actuará penalmente en su contra. La norma es lo suficientemente ambigua como para ser interpretada y/o ejecutada arbitrariamente.
La norma básica es de la UE y viene a decir: todo aquel mensaje que no coincida con las necesidades e intereses de la UE, se considerará desinformación y se actuará penalmente en su contra
Algunos datos sobre el decreto del Gobierno español: ‘Estrategias de desinformación’. Orden PCM/1030/2020, de 30 de octubre, aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional.
Según el decreto, la Comisión Europea define la desinformación como información verificablemente falsa o engañosa que se crea, presenta y divulga con finalidad lucrativa o para engañar deliberadamente a la población, pudiendo causar perjuicio público. En este perjuicio público, incluye las amenazas a los procesos democráticos y a los bienes públicos como la salud, el medio ambiente o la seguridad, entre otros. Se dice que el objetivo de las actuaciones será apoyar el fomento de la información veraz, completa y oportuna, que provenga de fuentes contrastadas de los medios de comunicación y las Administraciones en el marco de la comunicación pública.
¿La pregunta es, dejando de lado la mala fe, son de fiar las actuaciones descritas? ¿Cuáles son los criterios que se utilizan para asegurar que la información es veraz, completa, contrastada y oportuna? ¿Dónde y cuáles son las garantías de actuación justa y no partidaria? ¿Son criterios similares a los aplicados para no hacer caso a las alertas científicas sobre la gravedad del cambio climático, de la emergencia que vivimos?
Les facilito un listado de alertas climáticas, indiscutibles para los científicos, evidentes en la vida cotidiana, de las que no sólo se ha informado mal, sino también con mala fe: Calentamiento global. Crisis energética: peak de los combustibles fósiles (al gas le falta poco). Degradación/destrucción de la biosfera. Pérdida crítica de la biodiversidad. Sobreexplotación/degradación de los ecosistemas. Traspaso de nuevas fronteras para obtener más recursos: Crisis del agua. Crisis de los alimentos: los suelos sometidos a temperaturas extremas y a la falta de agua, degradados y sobreexplotados, son cada vez menos productivos. Recursos cada vez más escasos debido al aumento de su uso y a vivir en un planeta finito: utilizamos más recursos que son limitados. Explotación/expolio del sur global al que el norte roba los recursos para asegurarse la propia supervivencia, sean cuales sean sus consecuencias. No se aplica la Justicia Global: en ningún caso (élites al margen) en el sur y reduciéndose aún más y rápidamente en el norte. Transferencia de dinero de los más pobres, que cada vez lo son más, hacia los más ricos que acumulan más y más. El cambio climático favorece la desposesión.
Aumentan las migraciones y las personas que mueren después de abandonar su casa: en los campos de concentración, en el desierto, en los caminos hacia nuevos destinos, en el mar. Necropolíticas: capacidades de las élites de decidir quién muere y quién vive.
Mantra que no puede discutirse: el crecimiento es imprescindible. No existe alternativa al crecimiento que precisa el sistema económico, el capitalismo, para prosperar/sobrevivir. El capitalismo es el único sistema económico y es inevitable. Salud planetaria: ¿ha oído decir a lobbies, financieros, inversores, élites capitalistas, que el capitalismo mata? Vean datos de contaminación, calentamiento, desastres climáticos, pérdida de agua y alimentos, procesos migratorios, y sabrán el número creciente de víctimas mortales evitables.
Salud planetaria: ¿ha oído decir a lobbies, financieros, inversores, élites capitalistas, que el capitalismo mata?
En definitiva, ¿les han hablado de que vivimos en un planeta finito, de los límites planetarios? Entonces, ¿por qué creer que la persecución de fakes, informaciones alternativas, otras maneras de observar el mundo, son interesadas y con fines malignos? ¿Cómo podemos saber, con los antecedentes de gobiernos y élites, que las actuaciones no serán ideológicas, para satisfacer intereses económicos, interesadas, a beneficio de minorías, en favor de las élites que nos gobiernan?
Fíjese bien, para evitar que nos “engañen” nos están prohibiendo el debate democrático, esencial para el progreso de la vida humana en libertad.
Y no tenga duda, porque los datos así lo acreditan, todo esto es lo que las élites (Davos) están ensayando en los Cyber Polygons de 2019, 20 y 21. Más seguridad: sacrificar la libertad. Más control: miedo. Más colonización del cerebro: persuasión.
Inversores
Como decíamos más arriba, la división de gestión de patrimonios del grupo suizo Pictet (Pictet Wealth Management – Pictet WM -), explica en su nuevo informe ‘Horizon’ que la pandemia obligó a los gobiernos a intervenir para restringir masivamente la economía y las libertades individuales en interés de la salud pública. Ahora entraríamos en una segunda fase, en la que la transición ecológica avanzará asociada a la creación, “retorno” se dice en el informe, de un ‘Gran Gobierno’ global que limitará las libertades económicas.
‘Horizon’ achaca la culpa al capitalismo, que habría provocado cuatro grandes externalidades negativas en los últimos 50 años: el cambio climático, que está destruyendo la biosfera, obstáculos crecientes para acceder a una atención sanitaria de primer nivel, la disminución de la eficacia de los sistemas educativos públicos, y desigualdades de riqueza y renta, asociadas a la polarización social. Y añade que, por tanto, habría que aumentar las inversiones en los capítulos que sitúan la vida, las personas, en el centro de las actuaciones, lo que se contrapone a los recortes que se derivan de los procesos de militarización. Y las élites, – con el poder delegado a los militares – , no lo proponen ‘gratia et amore’, sino que quieren un beneficio máximo: mantener las riendas del poder.
Y así se configuraría el ‘Gran Gobierno’, donde estarían las grandes corporaciones industriales, militares, financieras, que gobernarían sin pasar por las urnas, en favor de sus intereses y objetivos (no los de la mayoría) y otorgarían a los gobiernos formalmente elegidos el papel de comparsas. Todo convenientemente aliñado para que la gente (que perderá la condición de ciudadano) pueda comprar la nueva cosmovisión, tragarse los marcos de interpretación, y obedecer.
Pictet es una de las gestoras de patrimonios de mayor prestigio del mundo y, por tanto, está en contacto con poder auténtico. Dispone de activos por un valor superior a los 650 mil millones de euros. No hay que menospreciar, por tanto, que anticipen las intenciones de los gobiernos que cortan el bacalao de querer restringir las libertades para combatir el calentamiento. Es un indicador indiscutible del catastrófico problema que vivimos, la crisis climática, social y económica que ya está entre nosotros y que amenaza la propia continuidad y perpetuación de las élites. Y es aquí donde anida la amenaza, en las propias élites que quizás sí quieren un cambio de rumbo pero es un cambio supeditado – no nos cansaremos de decirlo – en su reproducción y posicionamiento en la cúpula del poder.
Y si las cosas no van bien – y no les irán bien porque los límites planetarios son los que son y las soluciones tecnológicas no funcionan ni de milagro-, entonces decidirán repartir los recursos disponibles calculando cuántas personas caben en función de la disponibilidad y el nivel de vida que quieren para ellas. Es decir, decidir quién puede vivir en el nuevo sistema y quién sería expulsado o no se le permitiría entrar. De hecho, está ocurriendo. Miremos los muertos que causan los procesos migratorios procedentes del sur global en los campos de concentración (le llaman refugiados pero…): Sáhara, Mediterráneo, ruta a Canarias, y vallas Ceuta, Melilla, este de Europa o frontera de EE.UU. por poner algunos ejemplos. O con los conflictos que se impulsan para asegurar los recursos – petróleo, gas, uranio, minerales críticos, tierras fértiles, agua… – que proporcionarán territorios convertidos en estados fallidos. O en el proceso de desposesión que comporta el cambio climático, que está transfiriendo el dinero de los más pobres a los más ricos (no todo el mundo tiene las mismas oportunidades de responder al clima extremo). O en el proceso de empobrecimiento que se está generando en las sociedades del norte con la disminución de la calidad y la esperanza de vida. Mbembe vigente en el sur… y en el norte.
Políticos y lucha contra el cambio climático
“No podemos dejar por más tiempo que los poderosos decidan lo que es la esperanza. La esperanza no es pasividad. La esperanza no es bla, bla, bla. La esperanza es decir la verdad. La esperanza es actuar”. Así se refería a la activista sueca Greta Thunberg a la actitud de los políticos y la gente con poder ante la emergencia climática. Hay que darle razón. Desde la política, además de las críticas despectivas hacia ella, ha abundado el bla, bla, bla. Muchas palabras y poca acción.
Ha habido políticos que han dado el salto de la negación de la responsabilidad humana en el cambio climático a aceptarla. El ex-primer ministro español Mariano Rajoy pasó de decir, en 2007, que un primo suyo científico le había dicho que era imposible predecir el cambio climático y que no podía convertirse en “un gran problema mundial” a considerar, en 2015 , que “es el mayor reto medioambiental al que nos enfrentamos”. Boris Johnson, primer ministro británico, también ha hecho el mismo camino y de decir que atribuir el calentamiento del Planeta a la acción humana “carece de fundamento científico”, cuando era alcalde de Londres, pasó a acabar aceptando la necesidad de luchar por mitigarlo, cuando ya era primer ministro. La líder de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen, ha pasado de ser negacionista a proponer que se combata el cambio climático cerrando las fronteras a los migrantes.
Ha habido políticos que han dado el salto de la negación de la responsabilidad humana en el cambio climático a aceptarla
Sin embargo, hay políticos que siguen empeñados en negar la evidencia. El primer ministro brasileño Jair Bolsonaro, el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y dirigentes de la extrema derecha europea como el español Santiago Abascal o el austríaco Thierry Baudet insisten en negar lo que los científicos han constatado desde hace muchos años. En ocasiones no son los políticos sino los jueces -como la mayoría conservadora del Tribunal Supremo de Estados Unidos- quienes ponen trabas al combate contra el cambio climático prohibiendo a la Agencia de Protección Ambiental que regule las emisiones de GEI de las centrales eléctricas.
En Cataluña y España tenemos leyes de cambio climático repletas de buenas palabras que no se han traducido en acciones valientes y contundentes. El riesgo es, ahora, que al “bla, bla, bla” de los políticos que denuncia Thunberg se añada el retroceso ante la precariedad de suministro energético causado por la guerra en Ucrania. El 70% de la energía eléctrica de la India, el tercer país más contaminante del mundo, procede del carbón. Su primer ministro, Narendra Modi, ha puesto como fecha de cero emisiones el año 2070, dos décadas más tarde que Estados Unidos. Recuperar y potenciar ahora el carbón como fuente energética, como algunos países están haciendo, es un nuevo paso atrás. Los dirigentes europeos acaban de dar luz verde a la consideración del gas y energía nuclear como fuentes verdes de energía. Pero no sólo éso. La UE, para demostrar a Putin que no tiene posibilidades de ganar la guerra, ha decidido relajar el control de las emisiones para compensar la carencia de gas ruso con otras fuentes de energía más contaminantes.
Bruselas considera imprescindible recuperar la producción en carbón e incluso incentivarla con subvenciones públicas. Es decir, que es preferible declarar la guerra a la biosfera ya todos los seres que la habitamos que retroceder ante Putin. Un asesinato, un suicidio.
La lucha contra el cambio climático pierde así batalla tras batalla. Y son los políticos europeos, supuestamente entre los más avanzados en la lucha contra el cambio climático, los que han adoptado esta decisión, los responsables de esa peor que derrota porque nos conduce a la autodestrucción, al colapso, a la desaparición: a la muerte.
Medios y sociedad
Los medios deben ser plataformas iluminadoras que desentrañen la complejidad y la hagan entender a sus públicos. Es necesario que den respuestas emancipadoras sobre los eventos, con el objetivo de que los ciudadanos tomen las mejores decisiones posibles a lo largo de sus trayectorias vitales. Más aún: tienen la obligación de facilitar el diálogo, la paz, y defender a los que no tienen voz, señalando las injusticias.
En términos generales, muy pocas de estas obligaciones se están cumpliendo. Televisiones, radios y periódicos -on y off line- conjuntamente con las redes sociales, incumplen el rol que deberían desempeñar en cualquier sociedad democrática. Por el contrario, se han convertido en una potente herramienta de distracción masiva, que fragmenta, aísla, anula la capacidad crítica, distorsiona el debate y, al mismo tiempo, roba la atención -y por tanto, el tiempo- de los individuos.
La sociedad civil y los propios ciudadanos han perdido el control de los contenidos y de la agenda pública, que establece y jerarquiza lo importante, descargándolo de lo que no lo es. Sólo en contadas ocasiones determinados movimientos sociales logran marcar la agenda informativa y política.
En la nueva sociedad digital, las noticias se convierten en mercancía. Esto significa que el elemento más importante de una información es el número de clics que obtendrá. No es que antes, durante la sociedad analógica, los periodistas no hicieran caso de lo que quería el público, pero lo cierto es que existía un cierto equilibrio entre el interés público y el interés del público, que no siempre coinciden. En la actualidad se han superado todos los umbrales. Los contenidos se adaptan en exceso a lo que quiere escuchar a la gente: las informaciones pasan por la criba de la amabilidad y, a veces, incluso se endulzan para que no angustien ni agobien. Se reconoce este año en el mismo informe anual sobre medios digitales, que publican conjuntamente la agencia de noticias Reuters y la Universidad de Oxford, respecto a la información sobre crisis climática y calentamiento global. Mayoritariamente, la gente huye de estos contenidos y los editores “suavizan” la información científica y la hacen más “amable”.
La sociedad digital no quiere saber qué hay más allá de su zona de confort, aunque de ello depende la supervivencia de todos. No quiere “mirar arriba”, si nos permite, querido lector, un símil con la película dirigida por Adam McKay y protagonizada por Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence. Más allá de la sátira, hay un hecho suficientemente significativo que evidencia el filme: la importancia de la gestión y procesamiento de los datos masivos que se extraen de nuestros ordenadores, móviles y otros aparatos –a menudo sin nuestro permiso- para prever nuestra conducta.
La capacidad de procesamiento de la que disponen las grandes tecnológicas nos conduce a un cambio radical de paradigma. Por un lado, ya no importa el porqué de los acontecimientos (saber el porqué de las cosas emancipa) sino que lo que realmente es relevante es el “qué” de los sucesos. Qué sucede. Qué está ocurriendo en un momento determinado y cuáles son las correlaciones que se establecen con un hecho para poder prever, como decíamos, futuras conductas. Ahora bien, la correlación no establece certeza alguna, sino únicamente una probabilidad. Por eso en la película ‘Don’t look up’ todo se va al garete.
El cambio de enfoque -es decir, la sustitución de la verificación de la hipótesis como metodología científica, por la probabilidad de la certeza de un hecho o conducta- cambia nuestra percepción de ver y entender el mundo. Cada vez existen más ejemplos de eventos en los que no nos preguntamos sus causas. Veámoslo.
En el momento de escribir este artículo, nuestro territorio había sufrido tres olas de calor, ¡una de ellas en el mes de mayo! Sin embargo, pocos medios habían evidenciado y dimensionado adecuadamente los porqués, las consecuencias respecto a la soberanía alimentaria y qué acciones deberían emprenderse para mitigar el choque climático. No iba más allá de destacar la inmediatez del riesgo de incendios, la necesidad de protegerse de los golpes de calor y el ahorro de agua. Todo ello, cuestiones muy importantes, pero al fin y al cabo se rehuía la explicación de las causas, las consecuencias, las posibles soluciones y lo más importante: el análisis de un fenómeno para que se entienda y se dimensione adecuadamente. Si esto no se hace, es que no interesa lo que sucede. Se niega la evidencia.
Vivimos, pues, en la sociedad del autoengaño. Y si bien en otras épocas el autoengaño había funcionado para sobrevivir, ahora no sirve frente a una crisis global de proporciones devastadoras para todo el planeta. El autoengaño se alinea con los intereses económicos de las élites, que se anteponen a la vida. El autoengaño nos aleja de la necesidad de tomar conciencia de lo que sucede realmente. De entender correctamente el alcance de lo que está pasando para remediarlo.
Vivimos, pues, en la sociedad del autoengaño. Y si bien en otras épocas el autoengaño había funcionado para sobrevivir, ahora no sirve frente a una crisis global de proporciones devastadoras para todo el planeta
Así opera una parte del sistema de dominación. Y la mayoría de los medios de comunicación reproducen ese esquema. Pero hay otros. Otro mecanismo de control funciona creando narrativas que distorsionan y que se envuelven como una madeja en torno a la certeza de un hecho. Cuando esto ocurre se estimula la duda y se crea una limitación: la imposibilidad de llegar a la verdad de un hecho porque ésta es interpretable. Por eso todo se cuestiona. Cuando los hechos se ponen en duda porque la verdad depende de quien la dice, entonces se tiende a considerar como cierto lo que al individuo le gustaría que lo fuera o que, simplemente, siente que lo es.
Como decíamos, el paradigma ha cambiado radicalmente. Si antes bastaba con separar los hechos de las condiciones que los creaban para revelar el posible engaño, ahora debe demostrarse la certeza de unos hechos a los que se acusa de ideológicos (se entiende ideología como un sistema de creencias más allá de la política: también incluye valores e incluso la forma de entender el mundo y de razonar).
Cuando decimos que una ola de calor es “excepcional” establecemos un marco de interpretación de la realidad que nos dice que lo que está pasando es una excepción, que no es común (de acuerdo al diccionario del Institut d’Estudis Catalans ). Pero tachar de situación “excepcional” las sucesivas oleadas de calor (que también suceden en otros lugares del planeta) contradice lo que están diciendo los científicos desde hace tiempo, que estos fenómenos serán cada vez más frecuentes, duraderos e intensos, como se está demostrando. Sin embargo, las autoridades que aparecen en los medios de comunicación siguen empeñadas en distorsionar la realidad, y sus declaraciones se reproducen sin cuestionarlas. Al hacerlo, se desmiente por omisión la evidencia científica.
Esencialmente, así funciona el autoengaño o lo que algunos autores como Robert Proctor, definen también como “construcción social de la ignorancia” -ignorancia entendida como lo que no es cierto-. Cuando se activa este fenómeno, la certeza de los hechos se disuelve y, en consecuencia, nos desconectamos de la realidad.
Más aún. A esta ceremonia de la confusión se le añade la reivindicación de la ignorancia en contraposición a las argumentaciones de científicos, investigadores, académicos o simplemente, personas expertas en determinados fenómenos o sucesos. Esto ya lo advirtió Ortega y Gasset en su ensayo “La rebelión de las masas” escrito en 1929. El espíritu del hombre masa -aquel que se cree con el derecho a imponer su criterio, a pesar de que sepa y lo considere vulgar- no ha hecho más que crecer y desarrollarse de tal modo que hoy en día no sólo el hombre digital se sabe ignorante, sino que incluso proclama y reclama por las redes su derecho a la barbarie.
De todos nosotros depende si queremos seguir sometidos a la minoría de edad auto-impuesta o preferimos, como ciudadanos adultos y libres, escuchar la realidad, entenderla y remediarla, cueste lo que cueste. De si preferimos mirar a otro lado o cumplir con nuestro deber de ciudadanos y exigir actuaciones inmediatas. Sea en el ámbito que sea.
Únicamente de nosotros depende ser individuos obedientes con la cabeza gacha o ciudadanos responsables y exigentes con los derechos, pero también con los deberes.
Nos va en ello nuestra supervivencia.
Epílogo
La crisis social, no sólo la emergencia climática o energética, es tan grave que científicos, gente de rebelión científica, (ecólogos, ambientólogos, divulgadores) de reconocido prestigio, hartos de mentiras, palabras vacías, de la inacción política y económica, fueron reprimidos el pasado 6 de abril, y algunos de ellos detenidos por la Brigada Antiterrorista el 16 de junio, por manifestarse en el Congreso de los Diputados donde hicieron una pintada que se podía borrar (sangre falsa y biodegradable hecha con agua y remolacha).
Cuando la ciencia es reprimida y perseguida por no expresar el pensamiento oficial, a la mente nos viene la inquisición. Hechos que creíamos del pasado y que vuelven y son noticia de hoy. Muy peligroso.
Para explicitar hechos como los descritos, vale la pena recoger el final de la entrevista que Juan Bordera y Ferran Puig Vilar hacían el 21 de julio para CTXT [https://ctxt.es/es/20220701/Politica/40230/Dennis -Meadows-crecimiento-limitas-colapso-crisis-ecologica-decrecimiento.htm] a Dennis Meadows, uno de los autores del premonitorio informe de hace 50 años, “Los límites del Crecimiento”. Y utilizamos este último párrafo porque explicita todo lo que hemos escrito y acaba usted de leer. Dice así: “Creo que veremos más cambios en los próximos 20 años que los que hemos vivido en los últimos 100. No quiero que pase lo que voy a decir, pero creo que es lo más probable: habrá desastres significativos debido al caos climático y el agotamiento de los combustibles fósiles. Esto devolverá a la humanidad a estados más descentralizados y desconectados. Lentamente, evolucionarán culturas más preparadas para la situación. Sólo así, creo, podrá aparecer una “nueva cosmología” apropiada”.
- Artículo de Josep Cabayol Virallonga, acompañado por Siscu Baiges Planas (Políticos), Ester González García y Frederic Pahisa Fontanals (Medios), todos miembros de SICOM-Solidaritat i Comunicació.
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