Una sencilla política de prevención basado en las prácticas forestales más reconocidas y en un fuerte compromiso de los poderes públicos, puede reducir a prácticamente cero la posibilidad del Gran Incendio del Pirineo
Probablemente muchos se habrán fijado que, a pesar de que una gran mayoría del bosque catalán se encuentra en el Pirineo, casi todos los incendios se producen lejos de él, en la costa y en la Cataluña central, precisamente donde menos masa forestal hay, en términos absolutos, y de menor densidad.
Cada año se quema en promedio el 0,3% de la superficie forestal de Cataluña. Que se quemen 1.000 hectáreas en un incendio mediano en la costa es una circunstancia normal con la que podemos lidiar sin graves contratiempos porque es un daño acotado territorialmente y porque por lo general se trata de zonas con baja densidad vegetal.
Pero en el Pirineo hay prácticamente un continuo forestal, casi medio millón de hectáreas, alineadas desde Roncesvalles hasta Olot, con gran alta densidad leñosa y a la que nos despistemos se nos pueden quemar de una tacada. Sería la mayor desgracia en la historia de estas tierras altas.
¿Por qué hasta hoy apenas hay incendios forestales en el Pirineo? Porque se trata de montes altos, remojados con frecuencia por la lluvia, que conservan la humedad aún en circunstancias difíciles. Los bosques se queman fácilmente sobre todo cuando baja dramáticamente el índice de humedad por la evotranspiración de la masa forestal.
¿Pero cómo es que con los calores desmesurados de los veranos de 2022 y 2023 no se quemó el bosque pirenaico? Porque tuvimos mucha suerte. Nos tocó la lotería de que lloviese fuerte en primavera y en septiembre dejando el bosque con humedad suficiente para afrontar los picos termométricos.
Hay que pensar que muchos bosques en España, debido al abandono y la insuficiente prevención, constituyen un masa forestal prácticamente continua. Aquella circunstancia nos salvó de la catástrofe, pero no siempre será sí y no hay que seguir tentando la suerte.
Cómo se inicia un incendio, tipos de incendio y consecuencias
Depende de los territorios. Mientras en Cataluña la ignición se debe por lo general a la mano de hombre, por negligencia en la mayor parte de ocasiones, en otros territorios como el País Valenciano muchos fuegos se deben a caídas de rayos. En el norte de España son muy comunes los fuegos intencionados.
Se debe aclarar que lo que favorece la propagación del incendio no son los árboles, troncos y ramas, sino principalmente el matorral que se encuentran en la base arbórea y la vegetación del monte bajo.
Hay varios tipos de incendio. La inmensa mayoría de ellos se pueden apagar con medios adecuados aunque gastando mucho dinero. Pero un 1% de ellos no se pueden apagar porque hay demasiado calor en su seno, lo que impide que el agua que se lanza llegue al suelo en estados sólido, ya que se evapora antes de alcanzar el fuego.
A modo de recordatorio, el enorme incendio de hace unos años en Portugal, en Pedrograo Grande, , que fue calificado como de 6a generación, generaba un calor equivalente a 10 MW por metro lineal de frente de fuego. En aquellas trágicas jornadas en el norte de Portugal, mientras duró el incendio, se generó una energía equivalente a la explosión de 27 bombas atómicas como las de Hiroshima.
Los expertos han informado en varias ocasiones que apagar un incendio cuesta 19.000 EUR por hectárea y prevenirlo sólo 2.000 EUR. Aunque bien es verdad que las políticas de prevención precisan de un tratamiento superficial muy amplio, por lo que la relación de ahorro no es estrictamente 19:2 sino posiblemente 19:5.
Pero aún así, sigue siendo 4 veces más económico prevenir que curar. Entonces, ¿por qué no dedicamos más recursos a prevenir los incendios y menos a curarlos –léase apagarlos? Una pregunta obvia para la cual no hay respuesta fácil.
El incendio total del Pirineo
Esta hipótesis ha sido formulada por los máximos expertos de Cataluña en política forestal y extinción de incendios. El ingeniero de Montes Marc Castellnou la desarrolló en un famoso ensayo.
La temperatura media del Pirineo no para de subir. La tendencia muestra que hacia 2035 aumentará quizás 3 grados con relación a la media histórica, con lo que la evapotranspiración de las plantas se reducirá de forma acusada, a menos que llueva. ¿Podemos depender de la suerte de una lluvia en el momento preciso y con la intensidad adecuada para proteger nuestro Pirineo? Nadie contestará que sí a esta pregunta.
Tentar demasiado la suerte es una irresponsabilidad. Es por ello que debemos pasar de políticas públicas basadas en la inacción y en la confianza del cálculo de probabilidades favorable para la preservación de nuestros bosques, a otras activas basadas en intervenciones de envergadura y en certitudes en los pronósticos.
Hace unos meses presenté un plan energético para el Pirineo en el que recordaba que sólo el 5% de la biomasa sobrante de los bosques del Pirineo se extraía por prácticas no naturales. El 95% queda en el suelo de forma que, caso de encenderse, es gasolina idónea para extender un incendio hasta proporciones incalculables, si las circunstancia meteorológicas fueran muy desfavorables.
Qué hacer
El gobierno de Cataluña, en colaboración con los consejos comarcales del Pirineo, debe levantar un formidable plan para retirar la vegetación y madera sobrante en el bosque y sotobosque. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que en Menorca haya dos fábricas de pellets de madera y ninguna en el Pirineo, cuando con la biomasa sobrante podríamos tener hasta una decena de ellas produciendo pellets y astillas de calidad y con una salida asegurada si los poderes públicos fomentan su consumo y ellos mismos se convierten en consumidores?
¿Cómo es posible que los bosques del Pirineo no estén llenos de ovejas y cabras limpiando el sotobosque?
Una sencilla política de prevención basado en las prácticas forestales más reconocidas y en un fuerte compromiso de los poderes públicos, puede reducir a prácticamente cero la posibilidad del Gran Incendio del Pirineo. De seguir la senda que propongo vamos a ahorrar mucho dinero y muchos disgustos. Estamos avisados.
Saludos cordiales.