El bienestar de las generaciones presentes y futuras sólo será posible si garantizamos que los organismos públicos y cualquier actor privado tengan en cuenta, en términos de bienestar ambiental, social, económico y cultural, las externalidades negativas de todas sus actuaciones y planificaciones, y su impacto sobre las generaciones futuras para garantizar su derecho a vivir en un contexto ecológico y territorial óptimo en una sociedad económica y socialmente justa.
Los organismos públicos tendrán que planificar y actuar teniendo en cuenta los principios básicos de la democracia y el buen gobierno “el largo plazo”, “la prevención y la precaución (Do no Harm)”, “la integración”, la “transparencia”, la “participación y la implicación”, y “la colaboración ”.
La declaración sobre las Generaciones Futuras de La Cumbre del Futuro de las NU reconoce que nuestras decisiones, acciones e inacciones de hoy tienen un efecto multiplicador intergeneracional.