Para despedir 2024 he elaborado una completa tabla de datos económicos, energéticos y medioambientales para cada uno de los últimos 16 años, entre 2008 y 2024, un período temporal suficiente como para comprobar como la economía española se halla claramente en la senda de la economía estacionaria. Estamos dejando de crecer y sin embargo el país no se hunde. Al contrario, cada vez creamos más empleo, con menos gasto energético y menores emisiones. Acceso a la tabla https://drive.google.com/file/d/1ux1w7StKyTYVID9eL1IhCtMDLx7DY7u3/view?usp=sharing
Sin embargo, veo que los noticiarios en televisión a la hora de cenar siguen insistiendo machaconamente en el mantra de la necesidad de crecer y que España ha sido en este 2024 la economía europea más brillante.
Vamos a ver la evolución de las principales magnitudes. Entre 2008 y 2024 el PIB español creció un 20,3%, a precios constantes, a una tasa anual de crecimiento de sólo el 1,16%. Pero en el mismo período la población se incrementó un 6,6%, al ritmo del 0,4% anual, por lo que el PIB por cápita, la magnitud verdaderamente representativa, sólo aumentó al ritmo del 0,7% cada año, el 12,8% en un largo período de tiempo de dieciséis años.
Una importante mejora de la eficiencia económica
Pero a la vez que la economía se iba congelando, medida en términos de PIB, el empleo ha crecido de forma muy destacada, 1.720.000 nuevos empleos nertos, superando el bache de la crisis de 2008 y alcanzando en 2024 el techo máximo de la historia española, 21.820.000 ocupados. Se ha roto aquella máxima, repetida una y otra vez por la economía clásica desde la restauración democrática, que establecía que se precisaba un crecimiento mínimo del 2% para no destruir empleo. Pues bien, hemos crecido a un ritmo acumulado del PIB per cápita de sólo el 0,7%, y lejos de destruir empleo, la economía española ha sido capaz de crear casi dos millones netos de puestos de trabajo.
Pero hay más. A la vez que se iban derribando las obsoletas reglas de la economía del siglo pasado, ese proceso de mejora en términos de empleo ha ido acompañado de un importante aumento de nuestra eficiencia productiva. En estos 16 años, las emisiones de gases de efecto invernadero, medidas en términos de t CO2 equivalente, han caído un 38% y el consumo primario de energía (es decir, la energía de base que se necesita antes de se transformada para obtener otros productos energéticos, como la electricidad o la gasolina) se redujo en un 19%.
Por ello, cada unidad de PIB producida en España redujo su consumo energético unitario en un 32% y sus emisiones unitarias en casi la mitad, un 48%.
Apenas hemos crecido económicamente, y lo hemos hecho creando bastante empleo, reduciendo las emisiones unitarias de forma muy importante y el consumo energético de forma significativa, a la vez que se reducía el consumo de fósiles.
Vamos a ver con cierto detalle las magnitudes de esta mejora en la eficiencia.
En cuanto a la energía. En 16 años, el consumo se redujo un 24% por habitante, un 32% por unidad de producción y un 25% por empleo existente. El consumo energético global de España se redujo en un 23% y el de combustibles fósiles en un 31%, mientras que la producción renovable dobló su peso sobre el consumo energético primario.
En cuanto a las emisiones de gases equivalentes de efecto invernadero. En el mismo período de tiempo, éstas se redujeron un 42% por habitante, un 23% por energía unitaria empleada y un 43% por empleo existente.
Pero al lado de noticias positivas, existen graves amenazas para el futuro de la economía española. Yo destacaría tres.
El futuro
La primera es el cambio climático que amenaza –y año a año lo va consiguiendo– con desertizar nuestro país, convirtiendo la mitad de él en inhabitable.
La segunda, es la geopolítica mundial, cada vez más escorada hacia el fascismo, que se disfraza bajo el manto del patriotismo, el proteccionismo y la unilateralidad. Cuando más en peligro se halla la humanidad, por los desmanes cometidos por la humanidad sobre la naturaleza, que empezaron en 1850 y se acentuaron a partir de 1950, menor voluntad de cooperación mundial parece existir para resolver problemas que son globales, no nacionales.
Y la tercera es la inteligencia artificial, cada vez más inteligente y menos artificial, puesto que retroalimenta su conocimiento y se nos anuncia que está próximo el día en que llegue a poseer sentimientos. Esa IA descontrolada va a producir, a corto, una brutal reducción de empleos y, a largo, podría suponer incluso la desaparición de la especie humana. Si las máquinas lo hacen todo mejor y trabajan sin errores, a la perfección, sin cansarse, a una velocidad increíble y sin cobrar, ¿qué narices pintamos los humanos?
¿Será verdad que todas la cosas que he hecho, pensado y llevado a cabo durante mis 40 años de vida productiva, se habrían hecho mucho mejor con la inteligencia artificial y sin apenas coste?
Saludos y feliz 2025