Corregir el cálculo del crecimiento de la economía, poniendo las pérdidas de la misma, cada vez será más obligatorio, porque puede ocurrir que pensemos que la economía crece y, en realidad, si ponemos los efectos negativos que provoca, decrece a medida que existe más actividad.
Tenemos la transición enrocada por la poca valentía política para aceptar las consecuencias de hacer el camino y por ciertos colectivos que piensan que, si la economía colapsa, todo irá mejor
La insensibilidad es total: se siguen haciendo presupuestos que construyen carreteras y estructuras de hormigón, cuando lo que toca es fortalecer la movilidad ferroviaria, poner puntos de carga de coches eléctricos, impulsar la rehabilitación energética de viviendas y las comunidades energéticas, etc.
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