“Si en Cataluña queremos luchar contra el cambio climático hay que hacer gestión forestal y ello supone, entre otros, cortar árboles”
Gabriel Borràs Calvo – responsable de l’àrea d’adaptació de l’ Oficina Catalana del Canvi Climàtic.
La OCCC es el organismo de la Generalitat que propone el desarrollo y hace el seguimiento de las políticas de cambio climático en Catalunya para mitigar sus efectos y buscar las fórmulas de adaptación más adecuadas. Disponer de buenos estudios en el ámbito local es clave para acertar las medidas de adaptación más eficaces, y eso es lo que está haciendo la OCCC. Publicamos esta entrevista dentro del marco de la especial Adaptación al Cambio Climático.
Actualmente la Oficina está realizando el proyecto Life + MEDACC que incluye una serie de experiencias piloto sobre el territorio. ¿Nos puede hablar brevemente?
MEDACC -acrónimo en inglés de Adaptando el Mediterráneo al Cambio Climático- es un proyecto de 5 años de duración (julio 2013-julio 2018), cofinanciado por el Programa LIFE + (Políticas Ambientales y Gobernanza) de la Unión Europea y cuenta con la participación de 4 instituciones diferentes: la OCCC, que es su socio coordinador, el CREAF, el Instituto Pirenaico de Ecología-CSCIC y el IRTA.
MEDACC nace con el objetivo de probar soluciones innovadoras orientadas a adaptar nuestros sistemas agroforestales y urbanos a los impactos del cambio climático. Lo hace, especialmente, a partir de la puesta en marcha de actividades demostrativas (pruebas piloto) en tres cuencas representativas de Catalunya (Muga, el Segre y el Ter). Estas son las principales acciones de MEDACC:
– Participación de actores en diferentes fases del proyecto, aportando su conocimiento y experiencia.
-Evaluación de los principales impactos del cambio climático y las vulnerabilidades territoriales de las tres cuencas.
-Identificación de aquellas áreas, sistemas y sectores económicos más sensibles al cambio climático.
-Diagnóstico de las medidas de adaptación que se han aplicado previamente en las cuencas de estudio y qué efecto han tenido.
– Definición de nuevas medidas de adaptación (gestión del agua, cultivos y bosques); algunas de estas nuevas medidas se implementan en pruebas piloto (agrícola y forestal).
– Seguimiento y monitoreo de los efectos de las pruebas piloto en las tres cuencas.
-Difusión de los resultados a diferentes redes y plataformas.
A través de este proyecto y otros estudios disponen ya de datos interesantes que son impresionantes cuando bajamos a una escala local. ¿Nos podría decir por ejemplo algunas de las conclusiones a las que están llegando?
Entre otros resultados que estamos obteniendo están los derivados del análisis histórico de la relación entre parámetros climáticos -temperatura, precipitación-, físicos -cambio en los usos del suelo, evapotranspiración potencial- e hidrológicos – caudales circulantes en los ríos, ratio precipitación versus caudal- en las tres cuencas. Estos resultados indican una reducción significativa de caudales en la cabecera de la Muga, Segre y Ter como consecuencia de una reducción de la precipitación y un incremento de la evapotranspiración -ligada al incremento de temperatura-; reducción que se ve incrementada por el cambio de usos en el suelo y por el aumento de las demandas aguas abajo de los embalses, sobre todo en cuanto al riego agrícola. Un cambio de usos en el suelo donde el fenómeno de la forestación -incremento natural de la superficie boscosa debido al abandono de la gestión agroforestal y ramadera- tiene mucho que ver.
¿Si a todo esto le sumamos que Cataluña es un país densamente boscoso, tenemos un problema de vulnerabilidad los próximos años?
La vulnerabilidad no viene determinada porque Catalunya tenga más de un 60% de superficie forestal, sino por qué estamos haciendo -o dejando de hacer- con este 60% de nuestro territorio. A menos intervención, más riesgo de grandes incendios forestales, más vulnerabilidad a la sequía y menos agua en los ríos.
¿Y como estamos a nivel de gestión forestal?
Según datos del Departament d’Agricultura, datos que hemos podido corroborar en las tres cuencas que estudiamos, sólo son ejecutadas un 25% de las tareas forestales aprobadas en los planes de gestión correspondientes. Dicho de otro modo: de cada 100 hectáreas que disponen de instrumentos de gestión, sólo 25 hectáreas son realmente intervenidas (desbroces, clareos, podas, etc.).
¿Cuáles son las zonas de Cataluña que están haciendo una correcta gestión forestal?
Afortunadamente, son muchas las iniciativas locales que se dirigen a hacer una progresiva recuperación de la intervención en el espacio agroforestal y ganadero. Estas iniciativas son excelentes medidas de adaptación a los impactos del cambio climático al reducir la vulnerabilidad de nuestro territorio. En las cuencas de estudio del MEDACC, son especialmente destacables las del Ripollès, Lluçanès, Gavarres y Solsonès, así como también en l’ Alt Pirineu.
Parece que hay camino para recorrer. ¿Qué recomendaría a los municipios para parar la aforestación?
Por supuesto que hay camino para recorrer. Pienso que todos los estamentos de la administración catalana deberían considerar los bosques y los servicios ecosistémicos que nos ofrecen como una infraestructura capital de país, al igual que las carreteras, los ferrocarriles o los hospitales. Nos proveen de materiales, regulan el ciclo hidrológico y el control de la erosión, el clima, actúan de sumideros de carbono y son un marco de relación cultural y de ocio. Pero hay que actuar; de otro modo, es como si no hiciéramos nada al 60% de nuestra casa y sólo tuviéramos ordenados el comedor y una habitación.
Estamos acostumbrados a oir que determinadas empresas hacen políticas de Responsabilidad Social Corporativa ayudando a plantar árboles en la Amazonia, por ejemplo. Curiosamente ustedes están empezando a promover todo lo contrario en algunas empresas catalanas, que ayuden a hacer bajar la masa forestal. ¿Como se está acogiendo esta iniciativa?
Promover la plantación de árboles en la Amazonia está muy bien, pero si en Catalunya queremos luchar contra el cambio climático hay que hacer gestión forestal y ello supone, entre otros, cortar árboles. Es un choque cultural, pero es necesario plantearlo; es evidente que hay bosques maduros y singulares donde las actuaciones no pasan por cortar árboles. Pero suponen sólo el 2% de las masas boscosas del país. El resto, necesita nuestra intervención.
Por tanto, lo que estamos planteando a las empresas es que, si quieren contribuir a que nuestro territorio sea más resiliente, nos ayuden a hacer efectivas tareas de gestión forestal como las que se plantean en los Puntos Estratégicos de Gestión, definidos por el cuerpo de bomberos y las ADF, para reducir el riesgo de gran incendio forestal. Es un reto, pero hay que afrontarlo.
Artículo publicado en Sostenible el 12/12/2016 . Traducción al castellano de Teresa Abril
Más información en: http: //medacc-life.eu/ca