El “Crecimiento en pro del crecimiento” sigue siendo el credo de los gobiernos y las instituciones internacionales, como observa Federico Demaria*
FEDERICO DEMARIA* publicado en CUSP
El autor agumenta que ha llegado el momento, no solo de tener una agenda de investigación científica sobre el decrecimiento, sino también de tener una agenda política. (Este artículo es una transcripción del discurso de Federico a la Comisión Europea, preparatoria de la conferencia the Post Crecimiento de 2018 en el Parlamento de la UE, 18-19 de septiembre de 2018).
El crecimiento económico se presenta como la panacea que puede resolver cualquiera de los problemas mundiales: pobreza, desigualdad, sostenibilidad, etc. Lo que sea. Las políticas de izquierda y derecha solo difieren en cómo lograrlo. Sin embargo, hay una verdad científica incómoda que debe afrontarse: El crecimiento económico es ambientalmente insostenible . Además, más allá de un cierto umbral ya superado por los países de la UE, no es necesario socialmente . La pregunta central es: ¿Cómo podemos gestionar una economía sin crecimiento?
El economista Kenneth Boulding, expresó la famosa frase: “Cualquiera que crea que el crecimiento exponencial puede continuar indefinidamentte en un mundo finito es un loco o un economista”. Los economistas ecologistas argumentan que la economía es física, mientras que los economistas convencionales parece que creen que es metafísica. El metabolismo social es el estudio de los flujos de materiales y energía dentro de la economía. Del lado de las entradas en la economía, los recursos materiales clave son limitados, y muchos han alcanzado ya su punto máximo, incluidos el petróleo y el fósforo. Del lado de las salidas , la humanidad está traspasando los límites planetarios. El cambio climático es la evidencia de la limitada capacidad de asimilación de los ecosistemas. Es el planeta que dice: ¡” Ya es suficiente!”
Los economistas de la corriente dominante, finalmente convencidos de la existencia de límites biofísicos, empezaron a discutir que el crecimiento económico se puede desacoplar del consumo de energía y materiales (o de los impactos ambientales, que es lo mismo). Las series de datos históricos (como la Contabilidad de flujo de materiales de EUROSTAT) demuestran que esto, hasta ahora, no ha sucedido. Como máximo, existe un desacoplamiento relativo (una disminución en el uso de recursos por unidad de PIB). Pero no existe un desacoplamiento absoluto y eso es lo que importa para la sostenibilidad: una disminución absoluta del consumo de recursos ambientales. Los únicos períodos de desmaterialización absoluta coinciden con la recesión económica. También se debe tener en cuenta el comercio, para evitar la externalización de actividades intensivas en contaminación fuera de la UE (la llamada hipótesis de la contaminación del cielo).
La economía actual no puede ser circular. La razón principal es que la energía no se puede reciclar, y los materiales solo hasta cierto punto. La economía global recicla menos del 10% de los materiales; aproximadamente el 50% de los materiales procesados se utilizan para proporcionar energía y, por lo tanto, no están disponibles para reciclaje (básicamente son combustibles fósiles). La cuestión es simple: el crecimiento económico no es compatible con la sostenibilidad ambiental. La lista de bonitos oxymorones es larga (desde el desarrollo sostenible hasta sus reencarnaciones, como la economía verde o el crecimiento verde), pero las ilusiones no resuelven problemas reales.El aumento del PIB conduce a un aumento en el uso de materiales y energía, y por lo tanto a la insostenibilidad ambiental.
La tecnología y las soluciones basadas en el mercado no son una barita mágica. La fe en la tecnología se ha vuelto religión: la evidencia científica muestra que, sobre la base de las tendencias pasadas en la mejora tecnológica, estas son demasiado lentas para evitar un cambio climático irreversible. Por ejemplo, en el contexto del crecimiento económico, las mejoras en la eficiencia conducen al efecto rebote, (cuanto más eficientes seamos, más consumiremos, por ejemplo, automóviles y consumo de gasolina). La energía renovable produce menos energía neta, porque tiene un EROI más bajo (retorno energético de la inversión) que los combustibles fósiles. Por esta y otras razones, no puede satisfacer los niveles actuales de consumo de energía, que por lo tanto debe reducirse. La mayoría de las reservas mundiales de combustibles fósiles deben dejarse en el suelo, , sin quemar, para mantener el aumento de la temperatura global a no más de 2 ° C. De hecho, los combustibles fósiles deberían llamarse combustible no quemables.
La ciencia a veces trae malas noticias. Un artículo publicado recientemente en Nature Sustainability muestra que: “Ningún país del mundo satisface las necesidades básicas de sus ciudadanos a un nivel del uso de recursos globalmente sostenible “. La cuestión es: ¿Cómo se pueden crear las condiciones para una buena vida para todos dentro de los límites planetarios?
La incómoda verdad a la que deben enfrentarse los políticos es la siguiente:
- El crecimiento económico es ecológicamente insostenible. El consumo total de materiales y energía debe reducirse, comenzando por los países desarrollados.
- El crecimiento económico tampoco puede ser socialmente deseable . Las desigualdades van en aumento, la pobreza no se ha eliminado y la satisfacción con la vida está estancada.
- El crecimiento económico se ve impulsado por la deuda (por ejemplo, la flexibilización cuantitativa), que corresponde a una colonización del futuro. Esta deuda no se puede pagar, y el sistema financiero es propenso a la inestabilidad(a pesar de Basilea III).
Por ejemplo, científicamente no está claro cómo la Unión Europea logrará una economía baja en carbono en un contexto de crecimiento económico que implica una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero al 80% por debajo de los niveles de 1990 para 2050. De hecho, los climatólogos Kevin Anderson y Alice Bows han mostrado de manera convincente que: “para evitar las peligrosas consecuencias del cambio climático que suponen los 2 ° C con una probabilidad razonable, las naciones más ricas (Anexo 1) necesitan, temporalmente, adoptar una estrategia de decrecimiento.
Obviamente, una transición de una sociedad del crecimiento hacia un decrecimiento(o postcrecimiento) plantea varios desafíos. Sin embargo, el emergente campo de la macroeconomía ecológica está comenzando a abordarlos de manera convincente. La literatura sobre la felicidad y la economía muestra que el crecimiento del PIB no es necesario para el bienestar, porque existen otros determinantes importantes (véase la paradoja de Easterlin). Las esperanzas de vida altas son compatibles con bajas emisiones de carbono, pero los altos ingresos no lo son. Además, la falta de crecimiento puede aumentar las desigualdades a menos que haya una redistribución.
En cualquier caso, el problema no es si abandonaremos el crecimiento económico o no. La cuestión es cómo lo haremos. Los debates científicos en torno a este tema van en aumento, pero me temo que la política va detrás. Hay buenos signos: las críticas al PIB como indicador del bienestar son comunes, hay propuestas políticas y el decrecimiento está entrando en los parlamentos. Esto no es una novedad, en 1972, por ejemplo,Sicco Mansholt un socialdemócrata holandés que era entonces Comisionado de la UE para la agricultura, escribió una carta al presidente de la Comisión de la UE, Franco Maria Malfatti, instándolo a tener seriamente en cuenta los límites del crecimiento en la política económica de la UE. El propio Mansholt se convirtió en presidente de la Comisión Europea después de solo dos meses, pero por un plazo demasiado corto como para impulsar una agenda de crecimiento cero (o inferior). Ha llegado el momento no solo de tener una agenda de investigación científica sobre el decrecimiento, sino también de tener una agenda política. Como mostraron los economistas ecológicos Tim Jackson y Peter Victor en The New York Times: “Imaginar un mundo sin crecimiento es una de las tareas más vitales y urgentes para que la sociedad se involucre”.
* Federico Demaria es economista ecológico en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona. Es miembro de Research & Degrowth y coeditor de Degrowth: A Vocabulary for a New Era, (Routledge, 2015; vocabulary.degrowth.org) y Pluriverse: A Post-Development Dictionary (AUF, 2018).
Traducción Neus Casajuana
https://www.cusp.ac.uk/themes/p/growth-for-the-sake-of-growth/?mc_cid=4c76a4286a&mc_eid=5796a039d6