Con la actual estructura productiva, “no hay posibilidad de cumplir con los objetivos de contener la subida de la temperatura dentro de 1,5Cº”
Piergiorgio M. Sandri, 18/11/2019
Aquí tienen al autor de referencia de, ni más ni menos, que Bill Gates. Para la revista Foreign Policy, Václav Smil (Pilsen, República Checa, 1943), profesor emérito de la Universidad de Manitoba (Canadá), es, además, uno de los 100 pensadores mundiales mas destacados.
Estuvo esta semana en España, invitado por la Fundación Naturgy, para debatir si la gran capacidad de innovación de nuestra sociedad será capaz de frenar la emergencia climática y acelerar la transición energética.
Y, como todos los académicos de cierta envergadura, en lugar de tener certezas, Smil tiene dudas. Duda por ejemplo de que la descarbonización total sea posible. Hasta llega a decir que se trata de una “mentira”. En su opinión, con la actual estructura productiva, “no hay posibilidad de cumplir con los objetivos de contener la subida de la temperatura dentro de 1,5Cº”.
“El problema –cuenta a este diario– es que hay que replantearse todo, atacar a muchos sectores, la industria, el transporte, la agricultura. Es un reto tremendamente complejo”. Y, en su opinión, hasta un cierto punto, poco realista. Por ejemplo, desplazar el carbono fósil utilizado a la producción de hierro primario, cemento, amoniaco y plásticos será una misión imposible, porque, según Smil, en la actualidad no hay alternativas que puedan implementarse de inmediato.
Si bien está emergiendo una nueva conciencia ecológica planetaria, Smil advierte que los hechos van en dirección contraria, porque todavía en el mundo quemamos energía fósil con total alegría. “Somos una civilización de hidrocarburos”. En efecto, el consumo de energía primaria de fósiles representaba en el 2017 todavía el 90% del total.
Según sus datos, entre 1992 y 2017, las emisiones de CO2se han incrementado en promedio un 57%. Aunque pueda parecer sorprendente, el consumo de carbón, la fuente de energía entre las más contaminantes, no ha parado de subir en este período: casi un 70%.
Las ventas del coche eléctrico son insuficientes, y las previsiones, poco realistas
En cuanto a los combustibles, muchos piensan en la acción nociva de los coches. Pero deberían pensar más bien en los aviones, ya que en la actualidad se viaja como nunca (+245%). Y casi nadie (o, por lo menos, pocos) piensa en las emisiones de la industria del cemento (+330%) o de la producción de amoniaco (+60%), componente fundamental para los fertilizantes de la agricultura, por no hablar del plástico. ¿Cómo se va a recortar por esta vía?
El auge económico de los países emergentes está detrás de estas cifras. Y es un asunto muy delicado, desde un punto de vista político, frenarlo. “No les puedes decir de repente a este grupo de economías que ahora tienen que moderar su crecimiento, porque ellos también tienen su derecho a vivir y consumir como lo hemos hecho nosotros”, exclama Smil.
Así que la ecuación se complica. ¿Y las renovables? Pueden ser parte de la solución, evidentemente. Pero este profesor de origen checo recuerda que esta energía es muy inestable y que precisa mucha superficie. “¿Qué espacio deberían ocupar los paneles para dar energía a una ciudad como São Paulo?”, se pregunta. Smil es muy crítico en este sentido con Alemania.
“No entiendo su política. Cuando me dijeron que iban a instalar paneles en Baviera no me lo podía creer. ¡Si apenas hay días de sol! Y además, ¿qué sentido tiene apostar por esta tecnología si luego dejas circular los coches sin límites de velocidad por las autopistas?”.
Smil, que maneja un amplio abanico de números y datos, considera que los alemanes están todavía pagando los costes de instalación de las renovables y que tampoco la incorporación de esta fuente energética limpia ha conseguido de momento disminuir los precios para el consumidor.
Smil tiene palabras ácidas también contra el coche eléctrico. No sólo contra Tesla (“no es un proyecto visionario, sino más bien delirante”) sino contra las previsiones que se están haciendo sobre su implantación, que, una vez más, cree que son exageradas.
En estos momentos no hay alternativas a las emisiones de ciertas industrias
Cita las de Bloomberg y Deutsche Bank, que pronosticaron que tendríamos el 6%-7% del mercado con eléctricos (cuando la realidad es que en EE.UU. estamos en el 0,9%). O los augurios de Barack Obama, que insinuó que circularían hoy 1,2 millones de vehículos de cero emisiones en EE.UU. (estamos en menos de 400.000). Para acabar con las ventas globales: este año se prevén 1,88 millones, en descenso respecto al año anterior. Y hay que dar las gracias a las subvenciones.
¿Soluciones? Este académico sostiene que o se cambia el estilo de vida, es decir, se asume que, por ejemplo, uno va a desplazarse menos por la ciudad (o los cielos) y se apuesta por un decrecimiento económico. O bien se renuncian a los objetivos de reducir emisiones y se trata de introducir alguna alternativa menos agresiva, como puede ser el gas natural. Es un largo viaje, y creemos que vamos sobrados de combustible.