Tenemos mucha prisa en hacer la transición energética. No debemos permitir ir a remolque de los acontecimientos
Jordi Parés coautor del documento CRITERIS I PRIORITATS DE LA TRANSICIÓ ENERGÈTICA A CATALUNYA. Posicionament del CMES
Para conseguir la implantación óptima y con criterio de las energías renovables en Catalunya es del todo imprescindible que tengamos un Plan Energético General para Cataluña que ponga negro sobre blanco las dimensiones de nuestras necesidades energéticas, diferenciando por tecnología y por usos finalistas. Hay que conocer también la implicación territorial en porcentajes de superficie y apuntar qué desequilibrios se prevén entre las necesidades estimadas y la disponibilidad del territorio por comarcas.
Hay que tener en cuenta todos los tipos de energía: eléctrica, calorífica, procedente de biogás, y procesos de acumulación y regulación del sistema.
La transición energética se hará si o si, a causa del agotamiento de los recursos fósiles (50 o 60 años) además de la conveniencia de dejar en los yacimientos actuales una gran parte de las reservas que aún quedan en la tierra. Esto tiene poca trascendencia para Catalunya debido a la ausencia de disponibilidad de este tipo de recursos en nuestro territorio, por lo tanto tenemos que ser más osados que nadie en la transición a las energías alternativas.
Por último, aunque no menos importante, !!!TENEMOS MUCHA PRISA EN HACER LA TRANSICIÓN !!!! No debemos permitir ir a remolque de los acontecimientos, Cataluña debería liderar, y puede hacerlo, el proceso de la Transición Energética en España y, en algunas tecnologías, también en Europa.
Tenemos las siguientes alternativas mostradas en el gráfico. No es necesario especular sobre cuál es la opción que deberíamos elegir:
PROPUESTAS SOBRE EL MODELO DESCENTRALIZADO Y DISTRIBUIDO
Para conseguir ir hacia el tercer modelo mostrado en los gráficos arriba presentados, tenemos que forzar mucho la participación de la ciudadanía en todos los sentidos:
Renovables para usos propios:
Por un lado, se deben dar facilidades, derribar muchas de las barreras existentes para facilitar la iniciativa privada de los particulares, autónomos y pequeñas empresas y despachos, para que puedan acceder a la autoproducción y tener un retorno no despreciable de los excedentes que entreguen a la red pública.
Son necesarias todo tipo de ayudas: reducción del IBI u otros impuestos, siempre en función de los proyectos, la resiliencia que implican, tanto en producción y en autoconsumo como en eficiencia y actuaciones para mejorar las actuaciones pasivas (la mejor eficiencia energética es la energía que no se consume).
Impulsar decididamente la creación de las Comunidades Energéticas Locales (CEL) y Comunidades Ciudadanas de Energía Renovable (CCU). Eliminar las limitaciones de distancia en cualquier proyecto de esta naturaleza.
Facilitar y regular la aparición de empresas agregadores que intermediarias entre los vecinos y las pequeñas comunidades y la gran red con el fin de alcanzar la máxima eficiencia energética.
Por otra parte y desde el punto de vista económico: Es necesario facilitar una participación en los proyectos de comunidad, tanto grandes como pequeños, estableciendo unos umbrales en la propiedad accionarial o en las obligaciones del capital (20-30%) para incentivar la canalización del público particular. Todo ello con la garantía de la administración local (ayuntamientos, consejos comarcales y Generalitat, subsidiariamente) y finalmente del Estado en grandes proyectos más allá de los 50 MWN.
Cualquier beneficio económico que se pudiera obtener alguna de las administraciones implicadas, debería constituir un fondo que permitiera reinvertir a dichas administraciones en nuevos proyectos de descarbonización y freno al cambio climático.
Este modelo también implicará otras modificaciones, como por ejemplo, la propiedad de las redes de distribución a partir de los centros de transformación de media o baja tensión, que deberán pasar a manos de los municipios o de las CUU y CEL y que tendrán que ser gestionadas por agregadores u otras entidades intermedias que podrán mejorar la eficiencia para que dejen de ser , como ocurre son ahora, los mayores obstáculos que el oligopolio energético maneja para su único interés.
Hay que resaltar es el agotamiento de muchos de los materiales que hasta ahora hemos extraído alegremente de la corteza de la tierra y que no son infinitos. No tenemos otras fuentes de abastecimiento: reciclar, convertir los residuos en recurso, alargar la vida útil de los productos manufacturados (en contra del alegre consumismo actual) son otros problemas no resueltos, a menudo ni siquiera mencionados en los programas de gobierno de las administraciones a cualquier nivel.
PROPUESTAS SOBRE EL TERRITORIO
Sabemos que las renovables, sea cual sea su especialidad tecnológica, ocuparán territorio. Estamos hablando de unas formas muy poco concentradas de captación de energía: sol, aire, agua, biomasa, corrientes marinas y otras formas de captación de energías entre las que llamamos limpias y renovables. Al contrario, las energías fósiles ( carbón, petróleo, gas natural) son extraídas de yacimientos situados en puntos concretos y muy concentrados. Según los acuerdos de Paris de COOP 25, más de la mitad de ellas deberían quedarse allí donde están.
Las necesidades de territorio en Cataluña para la captación, acumulación y regulación de energías renovables, se estiman según diversos estudios en unas 62.000-68.000Ha
Estas necesidades crearán tensión entre los territorios que no disponen de suficiente suelo: las áreas más densas alrededor de las aglomeraciones urbanas, y las áreas menos pobladas o en riesgo de despoblación, que disponen de suelo.
Cada Ayuntamiento debería catalogar sus territorios disponibles para instalaciones energéticas que tendrían de cubrir:
- Sus propias necesidades de consumo energético, incluido el transporte
- El consumo energético de los bienes y servicios que usan o compran a terceros (móviles, vestidos, hospitales, escuelas y universidades, transporte público, ocio en general, etc.)
- Los territorios que deberán ceder a otras zonas o comarcas que no disponen territorio suficiente y que deberán ser objeto de negociación y de pacto, bajo la vigilancia del regulador público que evite especulaciones y utilizaciones de terrenos de valor agrológico, arqueológico, turístico u otro que no se pueden dañar.
En este tema lanzamos dos advertencias a tener en cuenta:
- El efecto NIMBY, es decir el rechazo a la proximidad de ciertas instalaciones: algunas personas, aunque aceptan su necesidad, no las quieren cerca de casa. Este efecto nos lleva a la necesidad de constituir un organismo con conocimiento holístico y de las necesidades del país, que habiendo escuchado y contestado a todas las eventuales interpelaciones que hayan surgido en cada proyecto, tome la decisión final sobre las ocupaciones del territorio que puedan suscitar controversia, de forma vinculante.
- La huella del hombre en la conformación del paisaje y del territorio, la acción antropológica modifica el territorio. No es lo mismo el territorio del siglo XV (por poner alguna fecha) que el territorio que dejaremos en el siglo XXI. En el siglo XV existían los molinos que tan bien describe Cervantes en “El Quijote” y que ahora los conservamos como reliquias, a pesar de su inutilidad funcional. En el XXI tendremos que aceptar (los hay a quien les gustan, ya ahora) los molinos de Terra Alta o de Tramontana como símbolo de una sociedad que ha sabido adaptarse a las necesidades energéticas del siglo para frenar el cambio climático y para disfrutar del confort del desarrollo de la sociedad moderna actual sin despilfarros ni consumismo desaforados.
Cabe mencionar aquí la urgente necesidad de hacer una nueva ley del TERRITORIO que, además de lo que ya contempla, incluya las necesidades de este 2-2,5% del territorio que tiene que utilizarse para alcanzar la Transición Energética 100% con energías limpias y renovables en el objetivo temporal del 2.050.