Investigadores líderes en economía ecológica publican en Nature un marco político estratégico que garantice una transición justa hacia el postcrecimiento económico
UAB
Las políticas de decrecimiento resultarían efectivas en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad y permitirían garantizar las necesidades básicas y el bienestar humano. A pesar de que informes recientes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) sugieren la consideración de este enfoque, una transición justa a un modelo de economía postcrecimiento plantea diversos retos.
Con el objetivo de facilitar este proceso de transición, un grupo de ocho científicos líderes en economía ecológica publican hoy un artículo científico en Nature en el que ofrecen a los gobiernos de todo el mundo un marco político estratégico que permita a los países ricos reducir el uso de materiales y energía, y mejorar al mismo tiempo los aspectos sociales.
Hay pruebas sólidas sobre los tipos de políticas que pueden ayudar a los países a avanzar en la dirección del decrecimiento: la reducción de la jornada laboral, la garantía de un empleo ecológico o una renta básica universal.
El grupo científico, en el que se encuentran Jason Hickel y Giorgos Kallis, del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), realiza una serie de recomendaciones que permitirán a los gobiernos estabilizar la economía en una transición postcrecimiento que incluya servicios públicos de acceso universal como la sanidad, la educación o la vivienda, entre otros, así como la garantía del empleo, la reducción de la jornada laboral y una distribución más justa de la renta. Los autores también definen cinco formas en que los investigadores pueden contribuir a desarrollar la ciencia y la política para garantizar una transición justa.
La crisis ecológica está impulsada en gran parte por la búsqueda del crecimiento económico: niveles de producción industrial cada vez mayores, medidos en relación con el PIB. Las economías de renta alta, así como las clases acomodadas y las empresas que las dominan, son las principales responsables de este problema, ya que su uso de energía y materiales supera con creces los niveles sostenibles.
Según explica Jason Hickel, autor principal y profesor del ICTA-UAB, «en nuestra economía actual, la producción se organiza en torno a los intereses de la acumulación de capital y no en torno al bienestar humano. El resultado es un sistema que sobreexplota los recursos y sigue sin satisfacer muchas necesidades humanas básicas. Está fallando tanto a las personas como al planeta».
Los científicos sostienen que las naciones de renta alta deberían abandonar el crecimiento agregado como objetivo y centrarse en cambio en garantizar las necesidades y el bienestar humanos, reduciendo al mismo tiempo las formas de producción menos necesarias y el exceso de poder adquisitivo de los ricos. Este enfoque, conocido como decrecimiento, puede permitir una rápida descarbonización y detener otras formas de degradación ecológica.
En palabras de Hickel, «el supuesto dominante en la economía actual es que todos los sectores de la economía deben crecer, todo el tiempo, independientemente de si realmente lo necesitamos (…). En medio de una emergencia ecológica, esto es peligroso e irracional. Deberíamos centrarnos, en cambio, en producir lo que sabemos que es necesario para alcanzar objetivos sociales y ecológicos (cosas como la sanidad universal, la vivienda asequible, el transporte público y las energías renovables), al tiempo que reducimos industrias destructivas como los vehículos todoterreno, la moda rápida y la carne de vacuno producida en masa».
Para Giorgos Kallis, profesor ICREA en el ICTA-UAB, existen pruebas sólidas sobre los tipos de políticas que pueden ayudar a los países a avanzar en la dirección del decrecimiento: la reducción de la jornada laboral, la garantía de un empleo ecológico o una renta básica universal. Pero todavía hay grandes incógnitas sobre la forma en que los sistemas y las instituciones dependen del crecimiento para su estabilidad, y los investigadores pueden ayudar a identificar esas dependencias y cómo pueden superarse.
Julia Steinberger, coautora del estudio y científica de la Universidad de Lausana, explicó que «la dependencia del crecimiento de las economías actuales es un peligro para todos nosotros, tanto por razones sociales como ecológicas. La investigación sobre el decrecimiento constituye, por tanto, un salvavidas vital: una forma sólida de plantear alternativas radicales para que la humanidad pueda atravesar el siglo XXI floreciendo dentro de los límites planetarios».
Referencia:
Hickel, J., Kallis, G., Jackson, T., et al. Degrowth can work — here’s how science can help. Nature. 612, 400-403 (2022). https://www.nature.com/articles/d41586-022-04412-x