Abolir la moneda basada en la deuda no es una idea nueva, pero podría ser el secreto para terminar con la adicción al crecimiento que perjudica el medio ambiente de nuestras economías.
Jason Hickel
14 feb 2018
Cuando se trata del calentamiento global, sabemos que el problema real no son solo los combustibles fósiles, sino la lógica del crecimiento sin fin que está integrado en nuestro sistema económico. Si no mantenemos la economía global creciendo al menos un 3% por año, entra en crisis. Eso significa que tenemos que duplicar el tamaño de la economía cada 20 años, solo para mantenernos a flote. No se necesita mucho para darnos cuenta de que este imperativo del crecimiento exponencial tiene poco sentido dados los límites de nuestro planeta finito.
1929: control de los billetes en la Oficina de Grabado e Impresión de los Estados Unidos. Los billetes de banco se verifican en 1929 en la Oficina de Grabado e Impresión de los EE. UU. Fotografía: FPG / Getty Images
El rápido cambio climático es el síntoma más obvio de esta contradicción, pero también lo estamos viendo en la forma de deforestación, desertificación y extinción masiva, con especies que mueren a un ritmo alarmante ya que nuestro consumo del mundo natural hace que sus hábitats colapsen. Era impensable decir esto incluso hace 10 años, pero hoy, a medida que nos hacemos más conscientes de estas crisis, parece todo muy claro: nuestro sistema económico es incompatible con la vida en este planeta.
Los funcionarios indonesios prendieron fuego a un estoc de artículos ilegales hechos de animales en peligro de extinción, incluyendo tigres, osos solares y el gibón de Java. Fotografía: Imágenes de Jefta / Imágenes de Barcroft.
La pregunta es qué hacer al respecto. ¿Cómo podemos rediseñar la economía global para alinearla con los principios de la ecología? La respuesta más obvia es dejar de usar el PIB para medir el progreso económico y reemplazarlo por una medida más reflexiva, que tenga en cuenta el impacto ecológico y social de la actividad económica. Economistas prominentes como el Premio Nobel Joseph Stiglitz han estado pidiendo tales cambios durante años y es hora de que escuchemos.
Pero reemplazar el PIB es solo un primer paso. Si bien puede ayudar a reenfocar las políticas económicas en lo que realmente importa, no aborda el principal motor del crecimiento: la deuda. La deuda es la razón por la cual la economía tiene que crecer en primer lugar. Debido a que la deuda siempre va acompañada de intereses, crece exponencialmente, por lo tanto, si una persona, una empresa o un país quieren pagar una deuda a largo plazo, tiene que crecer lo suficiente como para igualar el crecimiento de su deuda. Sin crecimiento, la deuda se acumula y eventualmente desencadena una crisis económica.
Una forma de aliviar la presión para un crecimiento infinito podría ser cancelar parte de la deuda, una especie de jubileo de deuda. Pero esto solo proporcionaría una solución a corto plazo; no llegaría a la verdadera raíz del problema: que el sistema económico global funciona con dinero que es en sí mismo una deuda.
Esto puede sonar un poco extraño, pero es bastante simple. Cuando usted entra en un banco para obtener un préstamo, asume que el banco le está prestando el dinero que tiene en reserva: el dinero que almacena en algún lugar de una bóveda, por ejemplo, que se obtiene de los depósitos de otras personas. Pero no es así como funciona. Los bancos solo tienen reservas por un valor aproximado del 10% del dinero que prestan. En otras palabras, los bancos prestan 10 veces más dinero del que realmente tienen. Esto se conoce como banca de reserva fraccionaria.
Entonces, ¿de dónde viene todo ese dinero adicional? Los bancos lo crean de la nada cuando hacen préstamos; lo prestan para que existan. Esto representa aproximadamente el 90% del dinero que circula en nuestra economía en este momento. No es creado por el gobierno, como supone la mayoría de la gente: es creado por los bancos comerciales en forma de préstamos. En otras palabras, casi cada dólar que pasa por nuestras manos representa la deuda de alguien. Y cada dólar de deuda debe ser pagado con intereses. Debido a que nuestro sistema de dinero se basa en la deuda, tiene un imperativo de crecimiento incorporado. En otras palabras, nuestro sistema de dinero está calentando el planeta.
Una vez que nos damos cuenta de esto, aparece la solución: necesitamos que los bancos mantengan una fracción mayor de las reservas detrás de los préstamos que hacen. Esto contribuiría en gran medida a disminuir la cantidad de deuda que se acumula en nuestra economía, ayudando a reducir la presión para el crecimiento económico.
Pero hay una solución aún más interesante que podríamos considerar. Podríamos abolir por completo la moneda basada en deuda e inventar un nuevo sistema de dinero completamente libre de deuda intrínseca. En lugar de permitir que los bancos comerciales creen dinero al prestarlo, podemos hacer que sea el estado el cree el dinero y luego lo invierta. El dinero nuevo sería bombeado a la economía real en lugar de ir directamente a la especulación financiera donde hincha las enormes burbujas de activos que solo benefician a los mega-ricos.
La abolición de la moneda basada en la deuda es el secreto para que nuestro sistema deje de lado su adicción al crecimiento.
La responsabilidad de la creación de dinero se asignaría a una agencia independiente que, a diferencia de nuestros bancos, sería democrática, responsable y transparente, por lo que el dinero se convertiría en un verdadero bien público. Los bancos comerciales aún podrían prestar dinero a interés, pero tendrían que respaldarlo dólar por dólar con sus propias reservas. En otras palabras, tendria un requirimiento de reserva del 100%.
Esta no es una propuesta marginal. Ha existido desde al menos la década de 1930, cuando un grupo de economistas en Chicago lo propusieron como una forma de frenar los préstamos imprudentes que llevaron a la Gran Depresión. El Plan de Chicago, como se lo llamó, apareció nuevamente en los titulares en 2012 cuando los economistas progresistas del FMI lo presentaron como una estrategia para evitar que la crisis financiera mundial se repita. Señalaron que un sistema de este tipo reduciría drásticamente la deuda pública y privada y haría que la economía mundial fuera más estable.
Lo que no percibieron es que la abolición de la moneda basada en la deuda también alberga el secreto para que nuestro sistema abandone su adicción al crecimiento y, por lo tanto, para detener el cambio climático. Resulta que reinventar nuestro sistema de dinero es crucial para nuestra supervivencia en el Antropoceno, al menos tan importante como abandonar los combustibles fósiles. Y esta idea ya está comenzando a ganar fuerza: en el Reino Unido, la campaña de la asociación Positive Money ha generado un gran impulso, basándose en una serie de excelentes videos explicativos.
La idea tiene sus enemigos, por supuesto. Si cambiamos a un sistema monetario positivo, los grandes bancos ya no tendrán el poder de ganar dinero literalmente de la nada y los ricos ya no obtendrán millones de las burbujas de activos. Como era de esperar, ninguno de estos grupos estaría satisfecho con esta perspectiva. Pero si queremos construir una economía más justa y más saludable ecológicamente, esa es una batalla por la que no nos debe dar miedo de luchar.
Traducción del artículo publicado en The Guardian por Neus Casajuana