10.06.2019

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Un Pacto de Sostenibilidad y Bienestar para Europa. Parte 2

PAU NOY SERRANO – 09/06/2019

Decía en mi último post que un grupo de 200 expertos ha propuesto un Pacto de Sostenibilidad y Bienestar para Europa basado en 3 cambios. El primero de ellos lo titulaban: destronar al rey PIB, coronar a la reina BIENESTAR, una frase feliz que resume la idea que la prosperidad de las personas sólo es posible si el mundo es habitable. Pero hay dos cambios  más que se proponen.

El segundo cambio lo enuncian con un llamativo titular: ¿Paraísos fiscales para unos pocos? ¡Redistribución para la mayoría! ¿Cómo conseguirlo? Gravando más a la riqueza que al trabajo, lo contrario de lo que sucede hoy, y en paralelo gravar progresivamente la contaminación y frenar las generosas subvenciones que reciben las actividades contaminantes, y con esos fondos iniciar un proceso redistribuir en favor de la mayoría.  ¿Es popular subir impuestos? No lo es, pero es la única forma de financiar las políticas públicas que se requieren para conseguir el bienestar. Además, ¿a quién proponen los expertos subir los impuestos? Vamos a poner unos ejemplos.  Subir los impuestos al capital no afecta las clases bajas y medias porque literalmente éstos no disponen de capital. Bajar los mínimos exentos en las transmisiones de bienes y herencias tampoco afecta las clases medias y bajas, ya que sus transmisiones siempre están por debajo del mínimo exento. Retirar las subvenciones a la aviación y conseguir que el queroseno pague en Europa los mismos impuestos a los hidrocarburos que se paga en el transporte terrestre  y suprimir la exoneración de IVA, tampoco afecta a las clases medias y bajas, ya que hacen un bajo uso del transporte aéreo. Y tantos otros ejemplos como la exención de impuestos al carbón, entre todos, el combustible fósil más contaminante.

Podemos retrotraernos a lo que sucedió en países como Estados Unidos y el Reino Unido después de la guerra. Durante dos décadas la tasa máxima de impuestos a los ingresos más altos rondaba el 90 %.  Luego las tasas bajaron hacia un techo máximo del 50% y la mayoría de los países de la UE siguieron ese mismo camino.  Hoy los ricos pagan muchos menos impuestos que hace 50 años. ¡¡Algunos de los propios magnates norteamericanos han pedido una subida de sus impuestos!!  El resultado de las políticas fiscales de los últimos años ha producido un debilitamiento de las políticas del bienestar y, por consiguiente, un aumento de la desigualdad y un creciente sentimiento de injusticia, fomentando el malestar social y el populismo antieuropeo. Oímos que la culpa es de Europa y que si salimos de la UE viviremos mejor. ¡Falso! O ideas como que gravar más el gasóleo, para equipararlo al de la gasolina, como propuso Macron, es una medida antisocial porque los pobres van en coche. ¡Falso! El problema es que hoy los ricos sólo pagan un poco más que las clases medias.

En este capítulo las propuestas concretas que los expertos ponen sobre la mesa son las siguientes: establecer impuestos a los ingresos más altos en una tasa superior al 80% con el fin de redistribuir hacia familias de ingresos bajos y medios; un impuesto sobre los viajes aéreos para financiar un mejor transporte público; impuestos progresivos sobre el carbono y el uso de recursos naturales; proveer incentivos fiscales en favor del uso  de materiales reciclados.

Sobre la tasación del carbono, Canadá está impulsando una política muy interesante basada en la distribución de los ingresos recaudados por impuestos al carbono, a modo de renta básica, a todos los ciudadanos por igual. Cerrillo denomina estos impuestos como de ida y vuelta en su artículo en la Vanguardia. Ideas semejantes ya se han están implementando en Suiza  o proponiendo en Irlanda .

El tercer cambio se presenta así: “Los productos eficientes son buenos, pero las soluciones suficientes son geniales”

Cierto es que las mejoras en eficiencia son importantes, pero sólo son el inicio de la solución, y además corren siempre el riesgo de sufrir el efecto rebote o la famosa paradoja de JevonsConfiar solamente en la mejora de la eficiencia por inversión en tecnología conduce casi siempre a la frustración, ya que, por ejemplo, la exclusión social y cultural puede deshacer los aumentos de eficiencia. Hoy en día no se necesita vender más productos, sino soluciones duraderas. Ejemplos, compañías que venden el servicio de tener luz, en lugar del producto de una bombilla, revirtiendo así el incentivo de la obsolescencia programada a productos de larga duración. O el mismo car-sharing, que consigue maravillas –maravillas sociales– en el uso del vehículo. O la estrategia de separación de residuos con contenedores inteligentes para identificar a los usuarios y disminuir el residuo con apoyo de sistemas bonus/malus.

En este ítem las soluciones que proponen los expertos son: apoyo al desarrollo de mejores modelos de negocio como la economía de producto-servicio;  implementar estrategias de residuo cero en todos los niveles de gobernanza, siguiendo la jerarquía de gestión de residuos en las operaciones y esquemas de responsabilidad que alcancen a los productores del futuro residuo; disminución del IVA en servicios intensivos en trabajo, como la reparación; y, en general, pasar de las políticas de eficiencia a las de suficiencia, para hacer que los estilos de vida sostenibles sean la norma y no una anécdota.

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