Cambio de era.
Jordi Ortega,02/12/2019
Greta Thunberg, FFF, Extinción Rebelión, etc., han metamorfoseado el cambio climático en lo opuesto que lo que era hace pocos años. La imagen del mundo ofrecida desde las ciencias naturales, que ha servido para describir “objetivamente” el cambio climático, ha relegado a un segundo plano el papel que juegan los marcos culturales, ignoran los procesos de construcción social de la realidad conforme el variable espíritu de la época (Zeitgeist).
Desde la sociología clásica se interpretan las catástrofes como el fruto de “infringir las normas”. La respuesta, desde Émile Durkheim hasta Max Weber, ha sido ampliar el marco regulatorio… lo cual provoca una infla(ma)ción normativa. ¿Y si el problema del cambio climático no viene por “transgredir normas” sino de “seguir las normas”? Ulrich Beck señala que la naturaleza no puede entenderse “desde fuera” de la sociedad, ni la sociedad está fuera de la naturaleza. Al final del siglo XIX se tensionaron la relaciones entre las ciencias del espíritu y las ciencias naturales. El dominio del positivismo y el materialismo en la sociología llevó a considerar la naturaleza como objeto, nunca como sujeto. La naturaleza era aquello dominable, lo “no nosotros”.
Pero en el siglo XX la naturaleza no es algo dado sino el mobiliario interior del mundo civilizado. Aquella fuerza de la naturaleza que, de tanto en tanto, amenzaba la sociedad, ahora es la sociedad la que amenaza la naturaleza. La sociedad industrial que integra la naturaleza en la circulación universal de productos y servicios no sólo “destruye la naturaleza”, tiene lugar un efecto secundario inadvertido que hace de la naturaleza un sujeto del cambio social. Los conflictos y contradicciones de las amenazas de la sociedad tiene como efecto secundario convertir la naturaleza en sujeto del cambio social: la destrucción de la naturaleza se transforma en crisis climática y esta en emergencia climática, lo que desencadena conflictos políticos, sociales y económicos que ponen en cuestión el espíritu de la época.
Papel modesto de la sociología.
La sociología ha tenido un papel demasiado modesto cuando, desde supuestos racionales, estamos agudizando el problema del cambio climático. Los sociólogos, entrado el siglo XX, pasan a analizar como el poder se reproduce no como las sociedades de transforman; aquí tenemos perspectivas tan diferentes como Michel Foucault, Pierre Bourdieu o Niklas Luhmann.
Plantearse cómo los sistemas se transforman es una tarea excesiva e inmanejable. Surge, entonces, el “fin de la historia”. Más que una afirmación sobre el mundo es una afirmación metodológica. La modernidad tuvo la genial idea de apoyar el mundo sobre el sujeto: el Yo. Pero provocó, a su vez, al tremenda confusión entre el Yo y el mundo, entre el sistema y la sociedad, etc., ahora algo agravado con la confusión entre la sociedad y la metodología sociológica.
Desde las ciencias naturaleza el cambio climático amenaza el mundo. Desde la perspectiva de la sociología tan solo amenaza nuestro mundo, muestras coordenadas o, mejor dicho, nuestra metodología con la interpretamos y comprendemos el mundo. El mundo no es independiente del observador. Es lo que expresa en el término Weltbild (imagen del mundo). Las cumbres del clima tienen lugar sobre un Zeitgeist (espíritu del tiempo) que se ha ido modificando. Esto cambio quedan reflejados cómo la cumbre de Rio coincide en 1992 supuso el fin de la guerra fría; la cumbre fracasada de Copenhague en 2008 el fin de mundo dominado por occidente (del G7 se pasa al G20); en 2016 la irrupción de Trump vista entonces como una anomalía, hoy el auge de los populismo y riesgo para la democracia se generaliza.
Otto Scharmer considera que es imprudente, algo que muchos analistas coinciden, que el mundo camina alocado hacia los extremos. Estamos lidiando un cambio axial cuyo motor es el cambio climático. La cumbre de 2019 está dominada por una rebelión de la generación joven de Greta Thunberg. Más que el auge de populismo fundamentalista lo que tenemos es la “ausencia” de un futuro emergente. Ese cambio de coordenadas, cambio de cosmovisión, etc., está irrumpiendo en la política cuando en Alemania Los Verdes se acercan a la CDU en intención de voto. Las primarias del SPD no las coordenadas tradicionales de izquierda/derecha como el nuevo eje entre futuro y pasado, el tándem respaldado por las juventudes del SPD (JUSO) se hizo con la presidencia.
Cambio de cosmovisión.
Seguimos percibiendo los cambios en la política como el cambio climático con las lentes del siglo XX. Es como si el cambio de las épocas culturales carezcan de significado. Se analizan los avances de las cumbres en términos de compromisos, en términos de reducción o incrementos de emisiones, etc.; como si el mundo y la visión que tenemos del mundo sean inmutables. El cambio climático tratado desde la perspectiva objetiva de las ciencias naturales excluye al observador. Desde esta perspectiva los climatólogos concluyen que estamos en un “callejón sin salida”. No comprenden que la humanidad ante tantas evidencias no actúe. Los climatólogos caen en un pesimismo antropológico. Presuponen que de la objetividad y “descripción del problema” se deriva a una acción. Es una ingenuidad sociológica y política.
La evolución de la humanidad tiene lugar no a partir de la experiencia sino a partir de un cambio de perspectiva, un cambio de coordenadas o de cosmovisión. Si en lugar de preguntan: ¿qué podemos hacer para que nuestro mundo no se desmorone? Es una invitación para que predicadores de las catástrofes llenen los supermercados de tesis apocalíptica y para que los profetas de las mejoras infinitas prometan un mundo de la abundancia gracias a las tecnologías exponenciales promovidas por la universidad de singularidad de google. Unos y otros están como las orugas envueltos en una cosmovisión larvaria.
Norbert Elias mostró la ambivalencia existente entre sociedades de supervivencia y sociedades de exterminio. Las sociedades que su cosmovisión se siente amenazada, incapaz de modificar su cosmovisión del mundo, se aferrarse a su identidad, a su racionalidad estratégica, etc., hasta el punto de transformarse en sociedades genocidas. Jared Diamond muestra que el colapso es llega a través de una suma de ingrediente: sociedades represivas, intolerantes, desiguales, barreras para la participación en la vida pública, etc., el cambio climático tan sólo poner en evidencia disfuncionalidades encubiertas en la aparente normalidad. Para Harald Welzer el cambio climático es una oportunidad para abordar esas patologías sociales: la tolerancia, democracia, buen gobierno son ingredientes básicos para que las sociedades modifiquen su percepción del mundo.
Guerra climática, de Harald Welzer, muestra que frente toda la literatura científica con profecías de enormes olas migratorias se trata de un uso ideológico de la demografía éxitos en la Alemania de los años 30. Los genocidios tienen lugar en sociedades aferradas a sus identidades culturales y Weltbild. Greta Thunberg y la generación joven es una oportunidad de cambio de cosmovisión. Sería una pena que la cumbre se centrase en detalles tales como metodologías matemáticas para cómo cumplir compromisos y no poner el foco de atención es la metamorfosis en curso del mundo. El enorme reto que tiene la ciencia y Universidad para traer ese futuro emergente que señala Otto Scharmer.
Nuevos relatos y nuevos comienzos.
Las nuevas narraciones no nacen de la experiencia, como dijimos, sino de modificar la perspectiva con la que nos acercamos a la realidad. La pregunta que se plantean las ciencias naturales, los ecologistas y los políticos es ¿qué hacer para mantener en pie “mi mundo” frente el cambio climático? Si percibimos metamorfosis en curso del mundo nos llevaría a formular otra pregunta analítica y sociológica, a saber, ¿cómo el cambio climático está transformando nuestra imagen del mundo?
Es una insensatez decir que el miedo al futuro es una fuerza movilizadora. Más insensato es señalar como factores del miedo al cambio climático y el populismo fundamentalista conservador. Quien así interpreta el cambio climático muestra miedo respecto su cosmovisión lavaría. Los partidos políticos situados en mainstream que han dominado la política durante medio siglo, esto es los representantes de un statut quo, pierden clientela: la sociedad se siente defraudada. El cambio climático esta transformando la esfera política (también otras) con un cambio de eje.
El cambio climático no amenaza la democracia, si acaso la ausencia de opciones política que representen el “futuro emergente” abre un vacío que llenan los populistas al estilo de Trump, Alternativa por Alemania o VOX. La falta de renovación de las instituciones política la que amenaza la democracia trayendo fantasmas del pasado. No hay una polarización del voto, sino un cambio de coordenadas lo que se refleja en un nuevo eje entre ese populismo y una política orientada a la protección del clima.
En lugar de centrarse la amplia bibliografía de predicadores del colapso deberíamos prestar atención a nuevas estructuras que surgen, nuevos relatos, nuevos comienzos. La cumbre de Madrid (COP 25) tiene un ingrediente novedoso frente anteriores cumbres climáticas: ese nuevo relato.