Una de las principales razones de la falta de acción es sin duda la falta de un proyecto marco donde cada actor pueda ver reflejada su colaboración en un proyecto común como país.
Eduard Furró Estany, 14/03/2020
El sistema más eficiente para llevar a cabo cualquier tipo de iniciativa requiere cuatro etapas básicas:
- Fijar objetivo
- Desarrollar el proyecto.
- Planificar la acción
- Ejecutar de forma ordenada.
Hoy el objetivo parece que finalmente (no sin alguno rezagado por intereses personales) está bastante claro;
Transformar el actual sistema energético, basado en los combustibles fósiles y el uranio, en un sistema basado en el aprovechamiento de las fuentes limpias y renovables de acceso a la energía.
Asimismo, la razón principal de este objetivo también parece que por fin queda bastante clara; Reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero, procedentes del actual modelo energético, como principal responsable del trastorno climático que estamos provocando.
El segundo paso sería pues desarrollar el proyecto. Es decir, diseñar un nuevo sistema energético, ajustado a necesidades, en base a acciones de ahorro y eficiencia, aplicando las tecnologías disponibles para el aprovechamiento de los potenciales energéticos de las fuentes renovables a nuestro alcance, y fijar las necesidades de almacenamiento de energía y sus nuevos vectores energéticos.
Disponer del proyecto técnico del nuevo modelo permitiría planificar ya el necesario proceso de transición para tomar relevo al actual modelo.
Un proceso de transición que forzosamente debe compaginar el mantenimiento del servicio energético aprovechando el máximo posible las infraestructuras de distribución existentes. Por lo tanto, pautado a través de fases o escalones, con prioridad a la aplicación de las tecnologías más maduras y de forma que la transición de cada escalón permita el correcto dimensionado del siguiente.
A modo de ejemplo, toda la energía que no captan para uso propio (primer escalón) tendrá que ser captada y provista cada vez desde más distancia (menos eficiente) en función de los siguientes escalones.
La planificación y ejecución ordenada de la transición conllevaría una mayor eficiencia, un potencial docente creciente que aceleraría de forma sustancial la transición y, lo que es más importante, una ocupación de territorio totalmente racional y por orden de prioridades. Desde las cubiertas y superficies urbanizadas (1º escalón), al uso de los espacios ocupados por infraestructuras públicas ya existentes (2º y 3º escalón), y tan sólo como último recurso la ocupación de terrenos rústicos de menos potencial agrario y / o forestal en dimensión ajustada a las necesidades restantes para culminar el 100% de la transición (3º y 4º escalón).
Pero la realidad nos dice que a día de hoy el primer escalón de ninguna manera lo hemos alcanzado todavia. Se trata de un escalón donde el protagonismo corresponde básicamente a las decisiones individuales de cada unidad familiar, comercio, industria y servicio. Pero a pesar del esfuerzo de algunas entidades y personas comprometidas, lo cierto es que no ha habido una acción ni tan sólo de aproximación a otras sociedades que, incluso con menos potenciales renovables, están ya alcanzando el segundo escalón.
Y una de las principales razones de esta falta de acción es sin duda la falta de un proyecto marco donde cada actor pueda ver reflejada su colaboración en un proyecto común como país.
La falta de proyecto global genera una incertidumbre social que se ve reforzada por la falta de iniciativas de éxito de las propias administraciones públicas.
Y entre tanto, los eventos climáticos, y los objetivos y plazos de la transición a renovables fijados por las normativas europeas, y otros que vamos firmando o asumiendo como país a nivel mundial, nos marcan urgencias y fuerzan declaraciones políticas de estado de emergencia climática.
Ahora, en Cataluña, hablamos mucho de urgencias, pero estas sólo han servido para avanzar un poco el primer paso, es decir tener tímidamente claro el objetivo.
Continuamos estancados sin proyecto y por lo tanto sin posibilidades de planificar la Transición de forma ordenada.
Ahora las urgencias exigen hitos importantes de aportación de energía de fuentes renovables al sistema, pero las prisas (a falta de proyecto global y de planificación) han llevado a la aprobación del Decreto Ley 16/2019 para facilitar la autorización de todo tipo de proyectos de fuentes renovables (especialmente influenciado por la presión de los intereses de la captación Eólica), obviando una fuente, tanto o más importante que la propia eólica, como es la gestión y aprovechamiento de la Biomasa como medida contra incendios, materia prima y combustible neutro de emisiones (las tres directamente correlacionadas con la emergencia climática y la economía circular de los recursos).
Es decir, vamos inconscientemente al 3º y 4º escalón de lo que podría ser una transición ordenada, obviando por completo la importancia capital del 1º y el 2º escalón y sin tener determinado el vector energético en que se fundamentará el almacenamiento masivo de energía y la alimentación de las cámaras de combustión a alta temperatura y el transporte de gran alcance y tonelaje.
Una vez más apostamos por trabajar sin proyecto e ir construyendo modelo día a día en función de las presiones de los intereses económicos (especialmente financieros) y las conveniencias de posicionamiento político de cada momento.
Una opción pero que socialmente conlleva asumir errores no necesarios, tanto de estrategia energética como de coste económico y, lo que aún es más importante, de utilización no planificada de territorio, en detrimento de futuras necesidades agroalimentarias de Km0 que devendrán urgentes a corto plazo.
Veamos algunas cifras de orden para situar la magnitud de esta aventura. (Cataluña aproximación a un modelo energético sostenible. E. Furró – Edi. Octaedro.)
Si hacemos una aproximación a un modelo energético para Cataluña basado el 100% en fuentes renovables, las cifras indican unas posibles necesidades en torno a los 79.000 GWh / año repartidos en 37.000 GWh destinados a usos térmicos, 30.000 GWh a usos eléctricos y 12.000 a la movilidad y el transporte.
Pero para asegurar estas necesidades necesitamos captar del orden de 144.000GWh / año para cubrir los rendimientos de la distribución, posibles averías y mantenimientos y el almacenamiento masivo de energía para compensar la aleatoriedad temporal de las fuentes renovables (fotovoltaica y eólica) a través de un vector energético polivalente como el Hidrógeno que además pueda asegurar los procesos de altas temperaturas y el transporte de gran alcance y tonelaje.
El abastecimiento de estos 144.000GWh/año podría corresponder a:
Hay que poner de relieve las posibilidades de abastecimiento energético del primer escalón (captación de energía para uso propio), del orden del 20% de la energía utilizada (79.000 GWh / año) y del orden del 11% de la captación para asegurar el sistema.
A modo de ejemplo y si nos fijamos en la figura 79, si no utilizamos ni el primer escalón (captación por uso propio), ni el segundo escalón (compartir espacios utilizados por otras infraestructuras de servicio público), está claro que la transición se tendrá que fundamentar al 100% en las ocupaciones de territorio del cuarto escalón. Es decir más de 65.000 ha de terrenos rústicos (menor eficiencia).
Si a esta falta de modelo y por tanto de planificación, le añadimos una falta total de modelo de gobernanza del sistema, entonces las prisas conducen a un sálvese quien pueda donde los intereses económicos (especialmente vinculados o cercanos al oligopolio energético) buscan alquilar y / o comprar espacios del menor coste económico posible y por tanto rústicos y dentro de estos los que ofrecen un menor beneficio agrario o forestal, y / o falta de relevo generacional de sus propietarios.
Y para redondear el despropósito, si no existe modelo difícilmente puede existir gobernanza, salvo la de ir autorizando indiscriminadamente todas aquellas propuestas de captación de energía que cumplan unos requisitos mínimos, a validar por parte del equipo de ponencia que propone el Decreto 16/2019, sin otro criterio que el cumplimiento de las declaraciones políticas del grado de emergencia y urgencia de justificación de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Por tanto, otro vía de transición es posible ….. rotundamente SI …….. pero para que el nuevo modelo energético pueda ser socialmente participativo, respetuoso con los valores naturales históricos y paisajísticos y utilice de forma ordenada y con el mínimo desperdicio posible de los potenciales agrarios y forestales del territorio, hay que centrar las decisiones en consensuar modelo, planificar la transición (tarea de acción política, técnica y de gobierno) y convencer a la ciudadanía (pedagogía) de la importancia del Primer y el Segundo Escalón de la Transición.
Publicado originalmente en http://cmes.cat/treballs-cmes/la-transicio-energetica-a-corre-cuita/
Traducción Teresa Abril