En febrero 500 científicos condenaron la producción de biomasa mediante una carta enviada a la Comisión y a los presidentes del Consejo Europeo urgiendo a los políticos a no minar los objetivos del clima y la biodiversidad del mundo «sustituyendo el uso de combustibles fósiles por la combustión de árboles».
Carlos Schwartz, 06/07/2021
La reforma de la Directiva europea sobre Energía Renovable que la Comisión Europea (CE) tiene previsto hacer pública este mes ha desatado una verdadera batalla entre las naciones que tienen una producción alta de masa forestal destinada a producir combustible bajo la forma de biomasa, en particular los denominados pellets.
Tabla de contenidos
- Las fuerzas presentes en la batalla de la biomasa
- Filtración: no todos los pellets serán biomasa renovable
- De entonces a ahora
- Enfrentamiento
- Un sendero tortuoso
Las fuerzas presentes en la batalla de la biomasa
De un lado, la propia CE, del otro las asociaciones defensoras del medio ambiente que consideran que la biomasa no reduce las emisiones de CO2 sino que las puede incrementar y critican con energía muchas de las bases en las que la CE y los países productores justifican la quema de madera como combustible.
El debate podría no tener mucha trascendencia si los niveles de participación de la biomasa en la producción de energía fuesen bajos. Pero no es el caso, en la CE un 60% de la energía renovable surge de la biomasa, y a escala internacional los observadores como la Agencia Internacional de la Energía (AIE) consideran que supone el 50% de lo que se considera energía renovable.
Filtración: no todos los pellets serán biomasa renovable
A mediados de junio fuentes próximas a la CE filtraron a la prensa un documento cuya autenticidad nadie desmintió en el que se consideraba la posibilidad de modificar la nueva Directiva de Energía renovable en lo que respecta a la calificación de la biomasa.
El documento señalaba que se debería revisar el criterio por el cual los denominados pellets de madera comprimida en determinadas condiciones podían dejar de ser considerados combustible sostenible y su combustión energía renovable. La filtración desató una contraofensiva de países directamente afectados, como los grandes productores de madera europeos, Suecia y Finlandia.
El proyecto de directiva filtrado excluye a la madera producida por la tala de bosques primarios de la categoría de renovable. Esta forma de explotación supone en Europa el 18% del total de biomasa destinada a combustión de acuerdo con datos de la UE. Mientras tanto Estados Unidos y Canadá son los dos primeros productores de biomasa para exportación a nivel global. Esta explotación también ha suscitado reacción dentro de ambos países.
La propuesta cubre otras especificaciones, si el documento que se ha filtrado llega a buen puerto. Por ejemplo limitaría el umbral de las plantas que queman biomasa a 5 megavatios, comparado con el actual nivel tolerado de 20 megavatios.
También se propone a los estados miembros excluir de la biomasa para la producción de energía a las maderas de alta calidad, a menos que otro tipo de maderas no estén disponibles. Una consideración excesivamente blanda a juicio de los críticos. El problema que se presenta a la CE es que sin la biomasa el mercado europeo no podrá alcanzar su objetivo revisado de emisiones. La UE ha modificado este año sus objetivos y ha fijado una reducción del 55% sobre las emisiones europeas de 1990 para el 2030.
Frans Timmermans, el vice presidente de la CE para el Pacto Verde Europeo ha señalado en una entrevista concedida a Euractiv el 24 de mayo que «necesitamos a la biomasa en el mix, pero necesitamos la biomasa adecuada. Odio la imagen de bosques íntegros talados para mandar al incinerador. Pienso que es insostenible e indefendible».
Mientras tanto 10 países suscribieron una carta a la CE en las que rechazan la exclusión de la biomasa del mix para la generación renovable. El mercado de la biomasa supone muchos miles de millones de euros. El origen de la inclusión de la biomasa entre las energías renovables en un pie de igualdad con la energía solar y la eólica se remonta a 2009 cuando se diseño la directiva de Energías Renovables que entró en vigor en 2010. En ella se establece que la biomasa tiene derecho a los mismos subsidios que las otras energías renovables.
De entonces a ahora
De acuerdo con las últimas estadísticas disponibles sobre el nivel de subsidios recibidos por el sector de la biomasa en el 2018 los países de la UE subsidiaron al sector con 10.300 millones de euros. La decisión europea actuó como un fuerte incentivo para la industria maderera a escala global para la producción de pellets como combustible para energía y calefacción.
Ha sido una de los motores para el desarrollo de la actividad en Estados Unidos y Canadá que tiran de los bosques primarios para abastecer a sus plantas de producción. De acuerdo con los datos de Naciones Unidas, Vietnam forma parte del trío de grandes productores internacionales de este tipo de combustibles.
El gran problema es que a medida que las economías apuestan por la descarbonización la tendencia al uso de combustibles sólidos en la mezcla de producción de energía va a crecer. De acuerdo con la AIE este combustible puede llegar a suponer el 15% del total en el 2050 comparado con el 5% en la actualidad.
La justificación central de la industria de biomasa, fundamentalmente pellets y briquetas, es que el combustible es neutral en emisiones de CO2. Ese argumento se funda en que la reforestación compensa las emisiones y las hace neutrales.
Este argumento es sumamente controvertido. Las asociaciones defensoras del medio ambiente señalan que la tala reduce la capacidad de absorción de CO2existente y que la reforestación va por detrás de la capacidad que tienen los bosques para actuar como sumideros de gases de efecto de invernadero. De tal forma que la producción de biomasa en realidad reduce la capacidad de los bosque para cumplir su función de forma adecuada y que el balance en el medio plazo es una reducción de su capacidad de neutralizar emisiones.
Las asociaciones ambientalistas señalan que en la medida que la demanda aumente la tala de árboles aumentará y será necesario tirar de bosques primarios de forma más abundante superando los niveles actuales.
Enfrentamiento
El estado de deliberación en torno a la biomasa ha excedido a los choques entre ambientalistas e intereses industriales. Hay una división en el seno de la CE.
De un lado los departamentos vinculados a la generación de energía y del otro los responsables del medio ambiente. El choque está alimentado tras las bambalinas por los intereses de los países y las industrias en la medida que los recursos en disputa van en aumento y sostienen a un sector industrial que ha adquirido relevancia creciente desde su protección como renovable en 2010. De cero a 100 en 5 segundos.
La actual normativa de la UE permite la utilización industrial de troncos íntegros. Este es un tema en debate no sólo en Europa, sino tabién en Estados Unidos y Canadá. La industria rechaza la información de que use troncos íntegros en Estados Unidos, por ejemplo. Afirman que las denuncias carecen de fundamento porque los camiones que van cargados con troncos pueden estar transportando madera que está enferma y no es útil para otros cometidos.
La realidad es que la medición de las emisiones ocasionadas por la biomasa se hace sobre el trerreno de producción y no sobre la combustión para generación y calefacción. Es decir que lo que se mide es la cantidad de emisiones que se generan con la tala y producción de biomasa. Esto permite a las naciones importadoras reducir emisiones porque se contabilizan en origen bajo los auspicios de las Naciones Unidas de acuerdo con una metodología muy contestada por las asociaciones defensoras del medio ambiente y las computa el país que produce la biomasa.
Por contrapartida las naciones productoras no deben sobreexplotar los bosques. Pero con un sistema de medición basado en el terreno, tener una contabilidad ajustada de las emisiones no es tarea simple ni garantiza precisión. En la medida que cada país tiene su forma de contabilizar emisiones y supervisar esa contabilidad es algo sumamente escurridizo, no existe una valoración uniforme. Las naciones que importan biomasa por lo tanto corren el riesgo de fomentar la explotación de bosques y recursos naturales de forma desmedida, un punto de vista compartido por asociaciones sin fines de lucro como Climate Analytics.
No es habitual que los conflictos en el interior de la CE salgan a la luz, pero este asunto es muy sensible desde el punto de vista político y Bruselas se siente presionado desde varios flancos.
En febrero 500 científicos condenaron la producción de biomasa mediante una carta enviada a la Comisión y a los presidentes del Consejo Europeo urgiendo a los políticos a no minar los objetivos del clima y la biodiversidad del mundo «sustituyendo el uso de combustibles fósiles por la combustión de árboles. Los gobiernos deben poner fin a los subsidios y otros incentivos que existen actualmente para la combustión de madera».
Sasha Stanwick, responsable del programa de Clima y Energía Limpia del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en inglés) señala que talar árboles, trasladarlos a destinos transatlánticos en naves que generan emisiones para quemar la madera con el objetivo de generar energía «no parece ajustarse a la idea de energía limpia». Stashwick comenzó su carrera profesional como analista financiera para Goldman Sachs y ocupó cargos en las embajas estadounidenses en Londres y París.
Un sendero tortuoso
La AIE en su último informe sobre descarbonización señala que el área de explotación de biomasa para la generación de energía tiende a crecer. En el 2020 la superficie dedicada a este fin era de 330 millones de hectáreas, y espera que en el 2050 se haya extendido a 410 millones de hectáreas si el uso de la biomasa con objetivos energéticos sigue creciendo al ritmo actual. Se trata de una superficie significativa del tamaño de una nación grande.
El Comité de Investigación Conjunta de la Comisión Europea advirtió este año que la mayoría de los planes energéticos de las naciones de la UE «no incluían una evaluación adecuada del impacto potencial de la expansión de la bioenergía producida a partir de bosques». En su estudio se afirma que sólo uno de cada 24 escenarios del uso de biomasa utilizados como modelos no implicaba riesgos para la biodiversidad y producía efectos positivos a corto plazo para el clima.
La industria aboga por la combinación de la biomasa con la captura de carbono, un modelo sin experimentar a gran escala y que no tiene porque ser eficaz en la práctica, aunque sobre el papel pueda derivar en emisiones negativas.
Mientras tanto la UE en su inventario de emisiones del 2020 señala que «un aumento considerable del uso de biomasa ha reducido de forma significativa las emisiones de CO2 en toda la región» pero no dice concretamente en cuánto se cifra esa reducción.
Las filtraciones del debate en el seno de la CE indican que los cambios a la Directiva de Energía Renovable pueden ser más pronunciados que los contenidos en el documento filtrado en junio. Uno de los puntos en debate es qué tipo de biomasa forestal puede recibir subsidios. El desenlace implica el riesgo de que la UE tenga que dar marcha atrás en algunos aspectos de su política y rectificar, lo cual crea el problema de qué combustibles alternativos hay y cómo se deben contabilizar sus emisiones.
La revelación esta semana por parte de la ONG Traffic & Environment denunciando la deforestación que trae aparejado el uso de biocombustibles es una faceta de este mismo problema. La avidez por los fondos europeos, las ayudas y los subsidios no tiene límite y el proceso desatado en la última década ocasiona un daño significativo a los bosques primarios.
El activismo internacional espera que el problema sea también atendido por la administración del presidente Joseph Biden. Habrá que estar a los hechos. Y estos no tienen porqué ser favorables. Los intereses en juego son muy grandes.