El reciente informe de la Fundación Africana para el Clima identificó numerosas fallas en la financiación, así como las razones por las que África sufre más que la mayoría para acceder a la liquidez
Carlos Lopes
Las reuniones anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) tendrán lugar en Marrakech, Marruecos, a mediados de octubre . La ciudad y el país todavía se están aún conmocionados terremoto de principios de septiembre .
Organizar estas reuniones en el continente africano por primera vez en medio siglo en tales circunstancias conlleva un inmenso simbolismo y sirve como demostración de resiliencia.
Las dos instituciones enfrentan cada vez más interrogantes sobre su relevancia para abordar los desafíos globales actuales. Una de sus respuestas ha sido comprometerse a desempeñar un papel más destacado en la respuesta climática global.
El llamamiento a la reforma del FMI y el Banco Mundial es particularmente urgente para África, donde los países necesitan un mayor acceso a la financiación pública y privada y a la reducción de la deuda. Un sistema financiero transformado es esencial para respaldar un crecimiento sostenido que beneficie a todos y que refuerce la resiliencia climática.
Lamentablemente, muchas fuentes de financiación, incluidas las del Banco Mundial y el FMI, no satisfacen adecuadamente las necesidades específicas de las naciones africanas.
Para ser eficaz, el apoyo financiero a África debe reunir varias cualidades: asequibilidad, fiabilidad, idoneidad y sensibilidad a la vulnerabilidad climática del continente. También debe ser adaptable para abordar las persistentes crisis de deuda y los problemas de liquidez a los que se enfrentan numerosos países africanos.
Se han presentado varias propuestas de políticas, algunas procedentes de los propios países africanos. Algunas se recogen en un informe reciente en el que he participado, elaborado por la Fundación Africana para el Clima, sobre la reforma de la arquitectura financiera global.
El Grupo Consultivo Africano y el Comité Africano del FMI y el Banco Mundial han expresado grandes expectativas sobre los resultados de Marrakech. Esto supone un cauto optimismo entre los africanos, cansados de las promesas incumplidas a lo largo de los años.
Las decisiones que se tomen en Marrakech serán una prueba de fuego de la voluntad del FMI y del Banco Mundial para realizar reformas.
África recibe un trato injusto
El continente africano cuenta con oportunidades prometedoras para la energía limpia y es rico en recursos minerales esenciales para la transición ecológica. Sin embargo, la financiación a menudo lo pasa por alto o se centra en las exportaciones en lugar de en la transformación económica local.
Imponer un enfoque político uniforme a los países africanos no ha hecho más que empeorar las crisis, limitando su espacio político. Por ejemplo, se supone que África debe pasar por procesos largos y estrictos para justificar por qué necesita recursos para apoyar ciertos proyectos verdes. Esta adhesión a principios macroeconómicos ortodoxos específicos es menos estricta cuando se aplica a los países más ricos. Pero es inflexible para los países africanos vulnerables.
El reciente informe de la Fundación Africana para el Clima identificó numerosas fallas en la financiación, así como las razones por las que África sufre más que la mayoría para acceder a la liquidez. Descubrimos que:
- Gran parte de la financiación se destina a esfuerzos de mitigación, como el aumento de la superficie de bosques. Se presta poca atención a la adaptación, que es una prioridad para el continente. La mitigación tiende a ser más rentable para los financiadores y prestamistas.
- El comportamiento de las agencias de calificación ha elevado los tipos de interés para los países africanos . Esto ha obligado a la mayoría de los países a fundamentar sus necesidades de financiación más allá de lo razonable, a pesar de tener las tasas de incumplimiento de deuda de proyectos de infraestructura más bajas del mundo.
- Los flujos se ven obstaculizados por las condiciones restrictivas, la comercialización de la financiación climática, los elevados tipos de interés, los compromisos de financiación climática no cumplidos, los mercados de carbono poco éticos y especulativos, la disminución de la ayuda exterior para el desarrollo y la etiqueta del mismo dinero como “financiación climática”.
La agenda de reformas
Los países africanos han participado activamente en el programa de reformas. Por ejemplo, la declaración de la Cumbre Africana sobre el Clima en Nairobi se propuso remodelar el enfoque de la inversión climática en el continente y consolidar una postura africana unificada sobre el financiamiento climático en el camino hacia la COP28.
También se están considerando varias otras propuestas. Éstas incluyen:
- una revisión integral del sistema de cuotas del FMI, con la posible inclusión de una tercera presidencia dedicada a África. Las cuotas del FMI reflejan el tamaño relativo de un país en la economía global. Se utilizan para determinar la estructura financiera y de gobernanza del fondo.
- una revalorización del uso de los Derechos Especiales de Giro (DEG). Los países miembros del FMI utilizan los DEG como parte de sus reservas de divisas. Dada la cuota marginal de África, las partes interesadas exigen que el FMI reasigne 100.000 millones de dólares para aliviar las presiones de liquidez posteriores al COVID-19.
- un examen crítico del actual marco de la deuda, que no alinea el objetivo de adaptación al cambio climático con el desarrollo sostenible.
El FMI podría tomar medidas adicionales. Entre ellas:
- ayudar a hacer frente a la deuda suspendiendo los recargos. Los recargos del FMI son tasas destinadas a desincentivar el uso prolongado de sus fondos. Pero esto supone una carga injusta a los países pobres que necesitan recursos.
- agilizar el acceso a nuevos fondos climáticos
- garantizar que los fondos de bajos ingresos, como el Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Reducción de la Pobreza, tengan recursos suficientes para conceder préstamos.
Un club de deudores soberanos –o asociaciones similares– entre países deudores también podría resultar beneficioso. Un club de este tipo ayuda a aumentar la posición negociadora para conseguir préstamos a bajo interés.
Mientras tanto, el Banco Mundial se enfrenta a sus propios retos. El banco debería centrarse en proporcionar financiación más barata y poner más fondos a su disposición como parte de su empeño por integrar la sostenibilidad, la resiliencia y la inclusión en la Hoja de Ruta de la Evolución .
También debería reevaluar su modelo operativo, facilitando a los países africanos el acceso a los fondos y dándoles más voz en la asignación de los mismos. El banco debería explorar enfoques innovadores para el apoyo financiero y desarrollar nuevos instrumentos financieros adaptados a las necesidades en tiempo real de los prestatarios, por ejemplo, apoyando la agricultura inteligente.
El informe de la Fundación Africana para el Clima muestra que la arquitectura financiera mundial merma la soberanía fiscal de África y su capacidad para pagar la propia acción climática.
Además, el sistema tributario internacional perpetúa los desequilibrios de poder históricos. Favorece los intereses comerciales de las naciones ricas y empuja a África a los márgenes. Implementar regulaciones financieras más sólidas y transparentes es esencial para aumentar el número de participantes e instrumentos en el mercado financiero. Pero esto debería hacerse a través de mejores normas que promuevan una variedad de servicios financieros y reduzcan su coste.
Una legislación global para salvaguardar las bases impositivas de las economías africanas de los incentivos fiscales y los vacíos legales utilizados por las corporaciones multinacionales podría combatir la salida de capital de África a través del sistema bancario internacional.
Además, hay que replantearse el reto de los flujos financieros ilícitos, ya que se ha pasado por alto la responsabilidad de los países que reciben esos fondos.
https://theconversation.com/cautious-welcome-world-bank-and-imf-return-to-africa-but-questions-remain-214888
Traducción: Teresa Abril