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Olivier De Schutter: La obsesión por el crecimiento está enriqueciendo a las élites y destruyendo el planeta. Necesitamos una economía basada en los derechos humanos

El Relator Especial sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, Olivier De Schutter de la ONU concluye que el crecimiento económico permite que unos pocos se vuelvan cada vez más ricos. Poner fin a la pobreza y a la catástrofe ambiental exige nuevas ideas.

Personas desplazadas por el conflicto cerca de la ciudad de Goma en la República Democrática del Congo, febrero de 2024, donde muchos carecen de alimentos o refugio. Fotografía: Guerchom Ndebo/AFP/Getty Images

El crecimiento económico traerá prosperidad para todos. Este es el mantra que guía la toma de decisiones de la gran mayoría de políticos, economistas e incluso organismos de derechos humanos.

Sin embargo, la realidad –como se detalla en un informe presentado al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas este mes– muestra que, si bien históricamente se ha prometido la erradicación de la pobreza mediante el “goteo” o la “redistribución” de la riqueza, el crecimiento económico en gran medida “fluye” hacia unos pocos privilegiados.

Solo en los últimos cuatro años, los cinco hombres más ricos del mundo han más que duplicado sus fortunas, mientras que casi 5.000 millones de personas se han empobrecido. Si las tendencias actuales continúan, 575 millones de personas seguirán atrapadas en la pobreza extrema en 2030, la fecha límite establecida por los gobiernos del mundo para erradicarla. Actualmente, más de 4.000 millones de personas no tienen acceso alguno a la protección social.

Cientos de millones de personas luchan por sobrevivir en un mundo que nunca ha sido más rico; Muchos se ven obligados a trabajar hasta el agotamiento en empleos mal pagados y a menudo peligrosos para satisfacer las necesidades de la élite y aumentar las ganancias corporativas. En los países de bajos ingresos, donde todavía se requieren inversiones significativas, el crecimiento todavía puede cumplir una función útil. En la práctica, sin embargo, a menudo es extractivo, y se basa en la explotación de una fuerza laboral barata y el saqueo de los recursos naturales.

Se pueden tomar medidas concretas ahora, empezando por elegir medidas de progreso distintas al producto interno bruto

La búsqueda incesante del crecimiento a cualquier costo y el uso creciente de los recursos naturales que demanda está llevando a nuestro planeta mucho más allá de sus límites. Seis de los nueve “límites planetarios” –los sistemas de soporte de la vida de la Tierra– ya se han cruzado. Durante demasiado tiempo, la salud de nuestro planeta se ha sacrificado por ganancias materiales inequitativas.

Nuestras economías nos están fallando. Necesitamos urgentemente mirar más allá de las ganancias, más allá del corto plazo y más allá de los intereses de unos pocos.

Una “economía de derechos humanos” puede beneficiar a las personas y al planeta porque desplaza nuestro enfoque del crecimiento a la humanidad, fundamentando el propósito de la economía en valores humanos fundamentales y universales. Ofrece los derechos humanos como una barandilla para mantener la economía en el buen camino, haciendo frente a los desafíos de la crisis climática, abordando las desigualdades y erradicando la pobreza.

Esta propuesta no es un cuento de hadas. Se pueden tomar medidas concretas ahora, empezando por elegir medidas de progreso distintas del producto interno bruto (PIB), que no nos dice nada sobre las consecuencias ecológicas o sociales de la actividad económica.

Y tenemos que empezar a valorar lo que realmente cuenta. El PIB no tiene forma de contabilizar los aproximadamente 16.400 millones de horas que se dedican cada día en todo el mundo al trabajo no remunerado, en gran medida realizado por mujeres, que sustenta la economía mundial: el cuidado de niños, personas con discapacidades y ciudadanos mayores.

El trabajo doméstico y de cuidados nopagado debería remunerarse mediante permisos remunerados por paternidad y cuidado de personas, incluirse en los cálculos de las pensiones y ser apoyados mediante el acceso a agua potable, saneamiento, instalaciones de cuidado infantil asequibles y otros servicios esenciales.

La financiación de estos servicios y la reducción de nuestra dependencia del crecimiento del PIB se pueden lograr mediante políticas fiscales progresivas, como los impuestos a las herencias y al patrimonio, la prevención de los flujos financieros ilegales y la evasión fiscal, y la lucha contra la corrupción. También se necesita una cooperación internacional más eficaz en materia de impuestos, deuda y protección social.


El crecimiento económico no es una varita mágica para acabar con la pobreza, dice
Olivier De Schutter

Se trata de una gran tarea. Las barreras son reales: a la mayoría de las personas se les ha hecho creer que el crecimiento económico equivale al progreso humano. Sin embargo, un movimiento creciente se está movilizando contra nuestro modelo económico impulsado por el crecimiento: activistas climáticos, trabajadores y sindicatos, científicos y académicos, jóvenes, defensores del medio ambiente y de los derechos humanos, pueblos indígenas, economistas progresistas y activistas que luchan contra la desigualdad, las disparidades de género y el colonialismo están alzando la voz.

Mientras los líderes mundiales se preparan para reunirse en septiembre para la Cumbre del Futuro –una iniciativa de la ONU que tiene como objetivo forjar un consenso global sobre cómo debería ser nuestro futuro–, esta oleada de apoyo a una visión alternativa del progreso debe ser aceptada. Sin una hoja de ruta para una economía global que proteja los derechos humanos, incluido el derecho a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible, el documento final que los líderes acordaron en Nueva York seguirá llevándonos por el camino de la extinción.

Artículo publicado en https://www.theguardian.com/global-development/article/2024/jul/02/obsession-with-growth-is-enriching-elites-and-killing-the-planet-we-need-an-economy-based-on-human-rights-olivier-de-schutter

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Un comentario

  1. Dejemos de nombrar «elite» a unos egoístas. Elite son las personas con superioridad moral, intelectual, o de corazón. No unos adinerados acaparadores sin escrúpulos.

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