Los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea aprobaron el 4 de noviembre la modificación de la Ley Europea del Clima que fija el objetivo de reducir un 90% las emisiones para 2040, con respecto a los niveles de 1990. También aprobaron la NDC (Contribución Determinada a Nivel Nacional) para reducir los gases de efecto invernadero de la UE en 2035 entre el 66,25% y el 72,5%.
Aunque la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, ha manifestado que la UE mantiene el rumbo climático, la ambición se ha recortado con la flexibilidad y los retrasos de muchas medidas ambientales. Será muy difícil cumplir el Acuerdo de París y no superar los 1,5ºC del calentamiento global con las trampas climáticas que se han introducido en las normas europeas.
1. Un pragmatismo cínico
Para alcanzar el 90% de reducción de emisiones el acuerdo permite adquirir hasta un 5% de derechos de emisión en terceros países para cumplir el compromiso europeo, ampliable en otro 5% más a nivel nacional. El compromiso de reducción de emisiones se reduce al 80%. Además, se retrasa hasta 2028 la entrada en vigor de la ampliación del sistema de comercio de emisiones a los sectores de la edificación y el transporte por carretera (ETS2), a la vez que se reconoce la importancia de las energías bajas en carbono (no renovables).
El acuerdo consensuado de los ministros de Medio Ambiente alarga la utilización de los combustibles fósiles en los sectores de mayor consumo y más emisiones. El comisario europeo del Clima, Wopke Hoekstra, lo ha calificado como un “acuerdo pragmático”: “Al planeta le da igual dónde reducimos las emisiones, solo necesitamos reducirlas”.
Es como decir que descarbonicen otros para que nosotros podamos seguir contaminando. Es un ejemplo de ecopostureo en el momento más crítico de la lucha contra el cambio climático por el avance del negacionismo y la aceleración del calentamiento.
2. Neutralidad tecnológica para seguir contaminando
Según la taxonomía de inversiones sostenibles, aprobada en 2020, todas las tecnologías, fósiles y no fósiles, renovables y no renovables, han de tenerse en cuenta para la transición energética, sin discriminación alguna, si ayudan a otras actividades a reducir sus emisiones, ahora o en el futuro.
Las directivas “Fit for 55” han incluido el gas fósil, la nuclear, el hidrógeno y las energías bajas en carbono como energías limpias “sin efectos sobre el clima”. Ya no se trata de una transición de las energías fósiles y radiactivas a las energías renovables sino de una transición guiada por las “circunstancias nacionales específicas”, dando una amplia discrecionalidad para que cada Estado miembro, aplicando la neutralidad tecnológica, elija libremente la combinación energética que prefiera.
El proyecto de presupuesto de la UE para 2028-2034, presentado por la presidenta de la Comisión, confirma la nacionalización de los fondos al concentrar en 27 planes nacionales los 500 programas operativos actuales. Los compromisos medioambientales se diluirán en las políticas nacionales, impidiendo una política energética y climática común.
3. La prioridad es la competitividad y no el cambio climático
La competitividad de la economía ha sido el argumento principal de los países que exigen rebajar los objetivos climáticos, como Francia, Italia, Polonia o República Checa, como si la competitividad dependiera del mayor uso del gas, el petróleo o la energía nuclear.
Por el contrario, en Europa el crecimiento de las renovables ha desmontado la falsedad de este argumento: Desde 1990, la UE redujo sus emisiones un 37,2% mientras el PIB creció el 71% y en el trienio 2021-2023, la renovables ahorraron a los consumidores 100.000 millones de euros (Estado de la Unión de la Energía 2025). España, desde 2013, ha reducido sus emisiones un 8% con un crecimiento del 45% del PIB y en 2024, las renovables ahorraron a la economía nacional 23.000 millones (Informe macroeconómico APPA).
Los responsables europeos deberían leer a los premios Nobel de Economía de 2025, Mokyr, Aghion y Howitt, por haber demostrado que el crecimiento lo impulsa la “destrucción creativa” de la innovación tecnológica: cuando un producto nuevo y mejor entra en el mercado, expulsa a los productos y empresas más antiguos, superados por la competencia. Para los tres galardonados, la principal barrera a la innovación y el crecimiento sostenido son los oligopolios empresariales y la falta de competencia. El retraso industrial y tecnológico europeo no ha podido describirse mejor.
La eficiencia energética y las energías renovables representan la principal innovación tecnológica del siglo XXI y un cambio disruptivo al hacer compatible el crecimiento de la economía con la lucha contra el calentamiento del planeta.
4. La dificultad de la UE para responder al cambio geopolítico y al negacionismo
La lentitud de la respuesta europea al radical cambio geopolítico lanzado desde EEUU y al ascenso de la extrema derecha negacionista del clima es decepcionante. La inacción de la Comisión ha debilitado el liderazgo internacional de Europa por la ausencia de una política claramente europeísta.
Que el gas natural licuado ruso represente el 21% de las importaciones de la UE en 2024 o el devaneo conceptual de las directivas para considerar al gas y la nuclear como energías renovables, se justifica por los intereses nacionales.
Pero, como ha demostrado el PP en el Europarlamento votando contra el nuevo objetivo de emisiones el pasado 10 de noviembre, son los intereses electorales de los conservadores europeos los que determinan las concesiones al negacionismo ultra para frenar el progreso de la eficiencia energética y las renovables, del mercado único y de la competencia, rompiendo la coherencia de las políticas de energía y clima.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, antes del inicio de la Cumbre del Clima de Brasil (COP30), manifestó que el incumplimiento del Acuerdo de París sería “un fracaso moral y una negligencia mortal”.
Europa se calienta el doble que la media del planeta, pero ha demostrado que combatir el calentamiento global es compatible con el crecimiento, la competitividad y el bienestar de las personas; por el contrario, retrasar o renunciar a la descarbonización garantiza un mayor crecimiento del populismo.
DESCÁRGATE EL INFORME IPM «EL REPLIEGUE MEDIOAMBIENTAL DE LA UNIÓN EUROPEA»

