Entrevista a la experta en gentrificación verde sobre cómo poner más verde en las ciudades sin discriminar y segregar
Vilaweb
Parece que hay consenso en que debe haber más verde en las ciudades. Más árboles, más plantas, más parques, menos asfalto. Lo explica con claridad Isabelle Anguelovski , investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona. «Barcelona no tiene suficientes espacios verdes por metro cuadrado», lamenta. La cifra de verde por metro cuadrado es de cerca de un 10%, mientras que la media francesa, por ejemplo, oscila en torno al 30%.
El objetivo, en su opinión, deben ser inversiones en zonas grandes para reconvertir el gris de infraestructuras de carretera en pulmones verdes en el centro de la ciudad, como el parque de las Glòries. Puede ser una forma de luchar contra la segregación, porque en las grandes ciudades el verde también refleja la clase: los barrios de renta alta suelen tener más infraestructuras verdes y más recursos naturales, y los de renta baja a menudo son rodeados de autopistas y más expuestos a la contaminación.
El problema es que la fórmula no siempre es conveniente, ni tiene el efecto deseado. En ocasiones, la sostenibilidad se utiliza como pretexto para preparar procesos de especulación inmobiliaria y de expulsión de los vecinos. Anguelovsky ha estudiado este fenómeno, llamado “gentrificación verde”: el verde que gentrifica. ¿Cómo convertir las ciudades en bosques modernos sin discriminar y segregar? Puede escuchar la conversación en Spotify , Apple , Google y Amazon , además de la página donde estás ahora.
Mejorar y expulsar
El concepto de gentrificación verde nació hacia 2010 en Estados Unidos para describir la expulsión de vecinos de parques y jardines que se reformaban. Lo observaron en Austin, en Seattle, en Portland y en Nueva York: cuando se renovaban zonas concretas con más verde y mejoras en el transporte público, los cambios atraían a gente con más poder adquisitivo, los precios aumentaban y quienes, hasta entonces, vivían allí corrían el riesgo de tener que irse. Una progresiva sustitución poblacional con la excusa de la sostenibilidad. “Se trata de un fenómeno de cambio demográfico en el que, a cinco o siete años vista, vemos una bajada de vecinos de clase obrera sin estudios universitarios, con ingresos más bajos y también población menos racializada”, explica Anguelovski. Estos vecinos más pobres deben trasladarse a zonas grises, más expuestas al cambio climático o a las olas de calor o a las inundaciones por la lluvia o la subida de nivel del mar.
En Barcelona, hay casos muy claros de esa gentrificación verde. Por ejemplo, los ejes verdes del paseo de Sant Joan, de la supermanzana de Poblenou o de la calle Cristóbal de Moura, en Sant Martí. También en pequeños espacios que eran para los vecinos, como el Pou de la Figuera, o Santa Caterina, zonas en torno a las cuales se ha creado una burbuja inmobiliaria con nuevos hoteles y la reforma de pisos. El fenómeno afecta sobre todo a las capas más vulnerables de la población, pero casos como el del paseo de Sant Joan demuestra que la gentrificación verde tiene tanto impacto que, incluso, puede salpicar a las rentas medias y altas. Anguelovski explica que hay ciudades estadounidenses donde ahora sopesan hacer mucha más vivienda protegida para funcionarios porque de los barrios más céntricos deben irse incluso los bomberos, los profesores y los policías, con sueldos correctos pero no muy altos.
El aprovechamiento de la especulación inmobiliaria
Sea como fuere, no son los árboles ni las plantas que por arte de magia originan esta gentrificación verde: detrás hay unas dinámicas de especulación inmobiliaria, impulsadas por empresas que se dan cuenta de que existe una oportunidad para hacer negocio. Anguelovski habla del llamado efecto anuncio: en cuanto se anuncian unas obras de mejora de una parte de la ciudad, “el motor inmobiliario se pone en marcha con la compra y la reforma de edificios, como ha ocurrido en l’Eixample”. Esto ocurre por dos caminos paralelos: existe el sistema americano, “donde directamente hay grandes empresas inmobiliarias que financian las campañas electorales” y donde el presupuesto municipal suele depender de las tasas que se cobran por construcción; y aquí, en cambio, parece que la dinámica es más sencilla, y con la simple promoción de las reformas la maquinaria ya se pone en marcha, porque las inmobiliarias ya están acostumbradas a aprovechar cada fisura.
Sin embargo, la solución no puede pasar por dejar de hacer estas reformas: hay que quitar gris de las ciudades y añadirle verde. El problema es que se necesitan mecanismos compensatorios, sobre todo políticas centradas en la vivienda. Anguelovski defiende, por ejemplo, el control de los precios del alquiler -que ella ampliaría a los alquileres de temporada, como propuso el actual gobierno de la Generalitat, aunque la medida cayó por el voto en contra de Junts y del PSC. Además, propone construir más vivienda pública y protegida, dado que menos de un 2% del parque de Barcelona lo es, una excepción europea. También recuerda que se podría multar a los propietarios de los cientos de pisos vacíos que hay en la ciudad o recuperar vivienda de fondos buitre y convertirlos en vivienda pública.
https://www.vilaweb.cat/podcast/gentrificacio-verda-isabelle-anguelovski-entrevista/
Traducción: Teresa Abril