Cuando todo es demasiado

La Emergencia Climática debería fijar límites muy estrictos en función de la energía y recursos que se necesitaran en el futuro para mantener la humanidad en los mismos parámetros de “bienestar” actuales

Francesc Sardà

Lo queremos todo. Nuestra sociedad aspira y promueve el consumismo más extremo. También de manera contradictoria, por un lado, hay discursos en torno a una transición ecológica para hacer frente al cambio climático: ahorro hídrico, energético y de materiales, pero por otro se nos insta a gastar más para un supuesto bienestar amparado en unos parámetros falaces que relacionan el consumo con el empleo y todo ello a través de un mundo publicitario super agresivo (tanto por los canales de radio, televisión y anuncios habituales, como directamente a nuestra privacidad a través de nuestros móviles u ordenadores).

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Ante estos aspectos, se hace prácticamente imposible avanzar hacia una economía estacionaria, del donut, o del bien común aceptables por el empresariado y la sociedad. Se hace imposible cuando se insta a más y más de todo: más transporte, más urbanismo, más turismo, más consumo de materiales, más grandes eventos, más guerras y gasto militar, etc. Se ignora conscientemente que nuestro planeta es finito, y que en un mundo finito el desarrollo humano tiene que estar totalmente vinculado a unos límites globales.

En este contexto se habla de adaptación climática.

¿Cómo podemos adaptarnos a algo que está cambiando constantemente y cada vez más rápido?

¿Cómo podemos adaptarnos a una demografía ya excesiva y en aumento?

¿Cómo podemos adaptarnos a ecosistemas decadentes y a la disminución progresiva de la biodiversidad?

¿Cómo podemos adaptarnos sin justicia social que saque de la extrema pobreza a miles de millones de seres humanos y encima consumir todos menos?

¿Cómo podemos adaptarnos a los crecientes conflictos bélicos?

… I ahí vienen los números. Ahí viene los modelos matemáticos. Por cierto, todos ellos desesperanzadores a corto plazo e imprevisibles a largo. I es en este punto cuando aparecen visiones técnicas o “políticamente correctas”, soluciones mágicas y fechas…2030, 2050, final de siglo…, y grandes proyectos de cero emisiones o neutras, economía circular, etc. Los números y modelos en sí mismos son necesarios por que ayudan a entender procesos y hacer predicciones. Pero una cosa son los números y otra, bien distinta, la realidad retroalimentada del planeta en que vivimos. De hecho, los mismos científicos que generan los números nos dicen que estamos lejos de cumplirlos y vamos a peor aceleradamente. Que ya es tarde, aunque siempre dejan abierta una puerta a la esperanza.

Los números cuadran al pasar de un estado estacionario a otro, teniendo en cuenta ciertos (no todos) los parámetros. Pero la humanidad y el planeta están en continuo y rápido cambio, lo cual requeriría que se rehicieran los números cada día.  Incluso que hoy día pudiéramos cumplir con emisiones cero, la temperatura planetaria continuaría aumentando durante algunos decenios simplemente por la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera y sus retroalimentaciones. ¡Por eso se habla de Emergencia Climática!

La Emergencia Climática debería fijar límites muy estrictos en función de la energía y recursos que se necesitaran en el futuro para mantener la humanidad en los mismos parámetros de “bienestar” actuales. ¿Pero son los parámetros actuales sostenibles o ya hemos sobrepaso algunos límites? Lamentablemente ya tenemos evidencias de que los planteamientos actuales no son suficientes para frenar y luego reducir el aumento de calentamiento global.

En un planeta finito, el crecimiento será finito o no será. “Lo queremos todo y es demasiado”. Poner límites supone poner freno al crecimiento global o parcial e intentar retrasar estos puntos límite, algunos de los cuales ya han sido “sobrepasados”. Dar marcha atrás para recuperarlos (suponiendo que aún sean puntos de inflexión recuperables) significa reducir el crecimiento en todos los niveles. Pero sobre todo dar marcha atrás mientras estemos a tiempo, lo cual requiere valentía y compromiso mediante información veraz y acciones comprometidas reales en tiempo, dimensión y efectividad. Es decir, si no decrecemos energética y materialmente, los límites se superpondrán unos a otros más pronto que tarde. También los números nos hablan de decrecimiento, pero no el tecno-optimismo político.

O se decrece, o se colapsa.

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2 comentarios

  1. Jordi Oliete Arnal

    Desde el meu punt de vista, tens tota la raó amb el teu article, o decreixem o no ens sortirem, el problema està en acceptar per part de polítics, societat i grans poders econòmics que ho facin possible.No se pas si tothom o té clar.Cal continuar amb la tasca que molts esteu fent, per tal de anar obrint els ulls a tothom

  2. Francisco Sardà Amills

    Gracies Jordi per deixar un comentari. Molts pensen que és un problema tècnic, però és un problema de voluntats. De filosofia d’entendre la vida i el planeta. Per exemple, si som incapaços d’aturar un genocidi com el de Palestina, limitat territorialment i políticament, i en teoria molt més senzill que enfrontar-se al canvi climàtic, dificilment farem front a reptes globals més complexos.

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