Los Estados Unidos han reconocido la existencia del cambio climático a través de un informe encargado por el ejército.
Josep Cabayol | Ester González | Siscu Baiges, 11/11/2019
Hace un diagnóstico trágico y, sin aportar ninguna solución, plantea la necesidad de la expansión e intervención permanente del ejército dentro y fuera de territorio nacional, ante el riesgo que ciertos sectores como el alimentario o energético pudieran colapsar. Una herramienta para conseguir, a través del miedo, más poder y dinero para los militares, presentados como garantía salvadora.
Capítulo 2:
Cómo afecta el Cambio Climático a la Seguridad Nacional de los Estados Unidos. Y en consecuencia a todas.
El ejército de los Estados Unidos ha reconocido, inequívocamente, la existencia del cambio climático. No determinan, sin embargo, las causas, ni su origen antrópico, ni la responsabilidad del sistema económico/energético. «El cambio climático no solo es real, sino que va camino de una catástrofe sin precedentes que podría conducir al colapso total de la sociedad estadounidense».
El estudio fue encargado por el general Mark Milley, antes de ser nombrado Jefe de la Junta de Estado Mayor por el Presidente Trump, el pasado mes de mayo, y lleva por título ‘Implications of Climate Change for the US Army’. Este dato, quién lo ha encargado y qué cargo ocupa, da una idea de la importancia del documento. No es un informe militar unilateral sino que estaría bendecido por el Presidente.
El documento, que hace un diagnóstico trágico pero nada alejado de la realidad, es un tramposo ejercicio de prestidigitación que, sin aportar ninguna solución más allá del control y la intervención, propone una terapia que no cuestiona ni las consecuencias del capitalismo, ni la gestión que se hace de la biosfera ni las energías fósiles. Todo lo contrario, desaconseja la transición a las renovables y recomienda asegurar los recursos disponibles, dado que los Estados Unidos deberán afrontar restricciones de combustible.
Destaca tres sectores críticos que necesitan, a su juicio, de la actuación del ejército: los alimentos, el agua y la energía. Advierte al Pentágono que los tres sectores podrían colapsar. Recomienda la expansión permanente de los ejércitos, no solo fuera, sino también dentro del territorio nacional. Y concluye, a modo de advertencia/amenaza, que el mismo ejército podría también colapsar, en un máximo de 20 años, si no se adoptan reformas urgentes.
Se convierte así en una herramienta que amenaza a la ciudadanía para conseguir, a través del miedo que genera la incertidumbre / inseguridad, más poder y dinero para los militares, presentados como garantía salvadora.
Presenta unos Estados Unidos caóticos, donde el cambio climático impactará en los sistemas naturales: océanos, ríos, lagos, aguas subterráneas, arrecifes y bosques. Y donde habrá migraciones internas, debido al aumento del nivel del mar, las tormentas y la sequía; epidemias de enfermedades infecciosas por transformaciones en los vectores transmisores; y nuevos patrones meteorológicos, que causarán eventos severos y que harán vulnerable la red eléctrica, en riesgo permanente de colapsar.
A nivel mundial, señala varios ejes estratégicos que harán ‘indispensable’ su intervención. Competencia por el control del Ártico, de las nuevas vías de comunicación y de sus recursos, en especial los hidrocarburos. Disminución del agua dulce disponible. Procesos migratorios masivos por el aumento del nivel del mar en zonas nuclearizadas, como Bangladesh.
Es notorio que no muestre preocupación ni se compadezca por las condiciones socio-económicas de las personas que habitan los países afectados.
Escenarios de conflicto
Energía
Ve el deshielo del Ártico más como una oportunidad para explotar los recursos y las nuevas vías de comunicación que como una amenaza. Y como una zona estratégica para conseguir los combustibles fósiles – petróleo, gas – que necesita. Considera que contiene una cuarta parte de las reservas de hidrocarburos no descubiertas, un 20% de las cuales estarían en territorio estadounidense. Señala la ‘competencia’ con Rusia, de quien dice que está modernizando sus bases y flota, y recomienda la mejora y desarrollo de sus ejércitos en la zona.
Recomienda también prepararse para afrontar restricciones de combustible y preverlas a través de simulaciones o de realidad aumentada.
Agua
El informe también asegura que la demanda global de agua dulce superará la disponibilidad hacia 2040. Antes, hacia 2030, un tercio de la población mundial habitará regiones estresadas por la falta de agua: norte y sur de África, Oriente Próximo, China y Estados Unidos. Durante estos dos decenios, aumentará la ‘perturbación social’/conflictos en las poblaciones afectadas. No dice, sin embargo, que las guerras por el agua no serán solo entre los habitantes de los territorios perjudicados, sino que intervendrán las potencias dominantes, también trastornadas por conseguir el agua que les falta.
De hecho, ya hay tráfico de agua en África, a través de la apropiación de territorio para producir alimentos que luego son transportados a los países colonizadores – China, Israel, países del Golfo Pérsico -, además de las multinacionales, dedicadas a la producción de monocultivos de alimentos, que, una vez desplazada la población nativa, crean la necesidad de consumirlos. Y nos los comemos acríticamente, como si nada.
Sí que insinúa, en cambio, que ‘si hay que intervenir’ en Oriente Próximo o el Norte de África, no se podrá hacer si no se mejora el sistema de abastecimiento de agua en el ejército. Los gastos de agua de los ejércitos estadounidenses suponen, afirma, entre el 30 y 40% del presupuesto de cada campaña, debido a la enorme infraestructura que se necesita para conseguir/transportar agua embotellada. Desde 2015 no han podido autoabastecerse. El aumento de la temperatura y la sequía ponen en peligro sus ‘misiones’. En este sentido, recomienda investigar sistemas para obtener agua directamente de la atmósfera local para evitar que las intervenciones sean imposibles.
Alimentos
También ven en peligro la alimentación debido al cambio climático. Y sostienen: «El sistema alimentario global está cada vez más trastornado por rápidos ciclos de congelación-deshielo en primavera y otoño, degradación del suelo, agotamiento de acuíferos de agua fósil, propagación intensificada de plagas y enfermedades agrícolas y daños a la infraestructura marítima, consecuencia de las inundaciones». A consecuencia de todo ello, aumentará la mortalidad en los lugares más vulnerables. Como en el caso del agua, dice el estudio, las tensiones para conseguir alimentos ‘requerirá intervenir en las zonas de conflicto’ y lamenta no estar suficientemente preparados. De hecho, en vez de proponer cambios en el sistema de producción y fomentar la soberanía alimentaria de estos países, devolviendo los territorios exprimidos y parando el extractivismo, otorga la solución a la intervención militar y la ayuda humanitaria. Trágico.
Migraciones
Bangladesh
Al menos 600 millones de personas están amenazadas por el aumento del nivel del mar. Uno de los países amenazados más poblados es Bangladesh. Son 160 millones de habitantes, de los cuales 86 viven cerca del mar en un territorio que se está inundando. El informe plantea el riesgo que supone la migración de 86 millones de personas en una zona tan poblada, – 40 por ciento de la población mundial – y tan nuclearizada.
Propone adiestrar militares y policía de Bangladesh, lo que es un indicador de su voluntad de intervención en el potencial conflicto, sin proponer ninguna otra medida preventiva. De hecho, el informe, en general, señala que los Estados Unidos, ante la inestabilidad que supone el aumento del nivel del mar y el desplazamiento consecuente de millones de personas, deberían estar preparados para intervenir en muchas otras regiones.
En este sentido, reconoce que la intensa y prolongada sequía en Siria, hacia 2010, causó desplazamientos masivos de población hacia las ciudades, que tensionó. Y fue el origen de procesos migratorios causados por el cambio climático procedentes también de Irak. La población siria ha disminuido un 10% desde el inicio de la guerra. Un proceso que se podría ir repitiendo en muchos lugares y provocar tensiones y guerras sin fin.
Estados Unidos
Las ambiciones de los militares estadounidenses no se limitan a la política exterior, también reclaman intervenir – garantizar la seguridad, dicen – en el interior. Para ello, transmiten la imagen de un país que el cambio climático hará caótico, una imagen nada alejada de las amenazas reales pero que manipulan convenientemente para dar miedo y conseguir pasar a manos militares el control de las transformaciones y la seguridad de las que se debería encargar la sociedad civil. Y lo justifican con el argumento de que la tragedia es inevitable. En septiembre pasado, la administración Trump admitía que la temperatura media global subiría 3,9ºC [7ºF] y que es consecuencia de la actividad humana. A continuación, sin embargo, anunciaba que no pensaba hacer nada. Lo puede leer en el Washington Post.
Se resumen las amenazas tal como las presenta el ejército.
La mayoría de las infraestructuras críticas, aseguran, no están hechas para resistir las alteraciones que causará el cambio climático.
Caída de la red eléctrica en un plazo máximo de 20 años.
La red está envejecida y funciona sin las inversiones que serían necesarias. Detectan vulnerabilidades en las centrales eléctricas y en la red de distribución y sus componentes. Y argumentan: habrá más demanda de energía a causa de la radicalización de los fenómenos meteorológicos: calor y frío prolongados que exigirán más energía para hacerles frente. [Durante los fuegos de California de octubre/noviembre 2019, 1 millón de personas se quedaron sin luz para evitar, dicen, la caída de la red eléctrica].
El informe describe las consecuencias de la caída de la red.
Pérdida de sistemas informáticos, telefónicos y comunicaciones [Incluye vuelos aéreos, satélites y GPS], calefacción/climatización, alimentos y medicamentos perecederos, transporte público, distribución de combustible, iluminación, y distribución de aguas residuales.
También detalla las amenazas climáticas en las centrales nucleares. Hay 99 reactores funcionando en Estados Unidos. Un 60% son vulnerables por estar en zonas de riesgo, tales como por tormentas severas, escasez de agua para refrigerarlas o cerca del mar.
Ante estos escenarios, «una tormenta perfecta», según los militares, se necesitarían respuestas militares de emergencia, que podrían afectar a la misma capacidad de funcionamiento del ejército.
No dice nada, como hemos explicado más arriba, de desarrollar energías renovables de forma generalizada. Es cierto, sin embargo, que algunos Estados las están implantando, e incluso algunas bases militares también.
Alimentación
Está amenazada. Alrededor del 80%, tanto de los productos importados como de los que se exportan, dependen del agua para obtenerlos. Por lo tanto, los episodios radicalizados por el cambio climático, desde las sequías hasta las tormentas y las inundaciones, comprometen la alimentación. También resulta amenazado el transporte marítimo si falta combustible. Es escandaloso que ante esta realidad, se hable de seguridad alimentaria basada en medidas militares, en lugar de fomentar la soberanía alimentaria.
Enfermedades
En el sur, lloverá más y aumentarán las temperaturas. Entre 1 y 3ºC a corto plazo. Hasta 4ºC, como mínimo, a finales de siglo. Los inviernos más cálidos y húmedos impulsarán la proliferación de mosquitos y garrapatas, que mutarán y se adaptarán a las nuevas condiciones. Entonces, podrán transmitir enfermedades de alcance muy reducido o hasta ahora desconocidas y que habrán llegado a través de los contactos internacionales (Zika, enfermedad de Lyme, virus del Nilo occidental…) Entienden los militares que, en estas circunstancias, también deberían intervenir .
Por todo ello, reclama una ‘masiva’ infraestructura militar permanente en el país y fuera de EstadosUnidos.
Conclusiones
El ejército de Estados Unidos no recomienda medidas para hacer frente al cambio climático, como tampoco lo hace Trump. Y sí, en cambio, más poder, presupuesto, instalaciones, personal, armas, para atender la emergencia con criterios militares, excepcionales.
Es fácil imaginar que el presidente Trump y los poderes económicos no tienen intención de poner en peligro el dominio mundial que, aunque decadente – y compartido -, aún sueñan con recuperar. Y nos preguntamos: ¿hay alguna relación entre las intenciones expresadas en el documento y la desestabilización en Ecuador (país productor de petróleo), Chile (primera potencia mundial de producción de cobre), y Bolivia (muy rica en litio)? Porque esta relación sí se ha establecido ya en muchos lugares de África y de Oriente Próximo, incluido el Yemen, donde, como ya no queda petróleo, la guerra entra en la fase de exterminio/genocidio.
Una potencia militar no funciona con energías renovables – ¿se imaginan ejércitos a vela? ¿O en globo? -. Y, desde este punto de vista, para lograr el control de los recursos, hay que pisar el territorio, ocuparlo. Por este motivo hemos titulado ‘capitalismo militar’, porque siempre el capitalismo ha necesitado los militares para imponer su pensamiento y dominio. Y ahora queda claro que no piensan renunciar. Tampoco sus adversarios, China y Rusia.
Es la consecuencia de no mirar el futuro, de concentrarse en el presente,en el ombligo, en los genitales. No analizar el problema. No descartar las energías fósiles. Negar las renovables. No cuestionar el sistema económico. Someter territorios para asegurarse los abastecimientos. Forzar golpes de estado. Convertirlos en estados fallidos. Elegir las armas, la guerra, para obtener los recursos energéticos y estratégicos. Negar el diálogo y la solidaridad. Deshumanizarse. No mostrar ninguna empatía. Negar el valor de las personas, convertirlas en mercancía.
‘Desechos humanos’, que decía Bauman. Necropolítica. Genocidio. Prosperidad capitalista para quien el sistema quiera, necesite y quepa. Capitalismo ‘manu militari’. Digamos todas: ¡No pasarán!
Datos
Principal fuente periodística: Nafeez Ahmed en la revista VICE
En esta dirección puedes descargar el informe completo
Encargado por el general Mark Milley, ahora Jefe de la Junta de Estado Mayor
Escrito por: The US Army War College and White House’s Office of American Innovation.
Secretary of Defenses Protecting Critical Technology Task Force.
NASA’s Harvest Consortium.
The US Air Force Headquarters’ Directorate Of Weather.
The US Army’s National Guard.
The US State Department.
Presentado el mes de mayo por US Army War College y la NASA en Winston Center, Washington DC.
Los puedes encontrar al ‘Center for Climate andSecurity’.
Nota final: Los ejércitos de los Estados Unidos emitían, el 2017, 25 quilotones de CO2. Compran cada día un mínimo de 269.230 barriles de petróleo. Los Estados Unidos producen 12 millones de barriles pero gastan 22. España, 1’2 millones
https://catalunyaplural.cat/es/capitalismo-manu-militari/
Capítulo 1: Observando el futuro para prevenirlo