En la automoción sólo aprovechamos el 13% de la energía contenida en 1 litro de combustible para traccionar vehículos. El resto se pierde en calor y rozamientos mecánicos
Sólo el 1% del consumo de energía en el transporte proviene de la electricidad,
Vemos la salida del túnel de la pandemia de la COVID y ya se entrevé la siguiente devastación. Pero esta vez no será un virus sino la escasez de petróleo, a menos que surja un nuevo patógeno a muy corto plazo. Aunque hay decenas de miles de ellos, ISB Global explica que al parecer nueve de ellos son buenos candidatos para generar una pandemia real. Sin embargo la próxima pandemia será la escasez energética. Como bien expliqué en mi anterior entrada, España debe prepararse para organizar su transición energética, de los combustibles fósiles y la fisión nuclear a las energías renovables. Recordemos que todas las necesidades energéticas de la humanidad quedarían resueltas si lográramos aprovechar cada año una sola hora de la insolación global que recibimos, el 0,01% en cómputo anual.
La crisis del petróleo
En esta entrevista el físico Antonio Turiel avisa que la epidemia de la COVID ha dado el golpe de gracia a la industria petrolera. Hace ya un cierto tiempo que superamos el pico de producción de petróleo, el famoso peak-oil. La teoría nos dice que a partir de ese momento, por más dinero que invertamos en su extracción, no vamos a conseguir más petróleo. El espectacular descenso en el consumo de petróleo experimentado en 2020, en relación con el año anterior, ha acabado de convencer a la industria del petróleo de que no sale a cuenta invertir.
De petróleo fácil de extraer, sólo queda fundamentalmente el de los países del Golfo Pérsico. El resto debe obtenerse en condiciones muy penosas, a mucha profundidad, en el fondo del mar o con el fracking. Esta tendencia no va a variar en 2021, año en el que la economía va a estar también muy parada. El fracking masivo aplicado en los Estados Unidos en el último quinquenio ayudó a maquillar las cifras de la crisis de producción petrolera y llegó a hacer creer a algunos que podíamos mantener un adecuado ritmo de extracción para satisfacer los 90 millones de barriles diarios de petróleo que exige la avidez energética de nuestra especie. Pero el fracking es un negocio complicado que sólo puede aspirar a mantenerse con precios del petróleo por encima de los 80 USD/barril. Pero desde hace tiempo el petróleo está “barato” y debido a eso el 75% de las compañías norteamericanas dedicadas al fracking han quebrado. Biden tendrá que lidiar con la horrorosa herencia, dejada por su predecesor Trump, y deberá gestionar la colosal deuda de este sector. Los bancos aspiran a recuperar sus préstamos y van a presionar fuerte.
Pero esta crisis de producción viene ya de lejos, porque en 2014 las grandes compañías petroleras dejaron de invertir porque ya estaban perdiendo dinero. ¿Verdad que les suena Repsol vendiendo nuevos productos energéticos ? Pues esto es la punta del iceberg de su reconversión. El suministro estable de petróleo es un ideal al que ya no se puede aspirar. Vienen tiempos de precios petroleros en forma de dientes de sierra. Hoy está a 55 USD/barril, mañana puede estar a 200 USD, para caer al cabo de poco a 30 USD y volver a subir a 120 USD meses después. No hay inversor que pueda seguir invirtiendo con este panorama de inestabilidad. Al gas natural le pasa lo mismo que al petróleo pero con una década de decalaje, y en cuanto al carbón, Europa ya ha decidido prescindir de él por sus altas emisiones y toxicidad. Y como de las nucleares pocos quieren oír hablar, para no desfallecer energéticamente sólo nos queda el petróleo superficial, el del golfo pérsico, las renovables y algo de biomasa.
Cómo gastamos la energía en España
En la tabla siguiente aparecen los datos del consumo primario de energía en España en 2018 por fuentes de energía. He añadido a estos datos los de 2007, el último año antes de la crisis, y 2015, tres años atrás, para ver la evolución. La fuente es MITECO
Entre esta profusión de datos quiero destacar algunos de ellos. En primer lugar, que entre 2007 y 2018, en once años, ha habido un descenso del 12% en las necesidades energéticas del país. Como en el mismo período el PIB se ha incrementado en un 5,5% a precios constantes, esto significa que la eficiencia energética de nuestra economía ha mejorado en un 19%, un valor francamente interesante. Gastamos algo menos para producir algo más. En segundo lugar, quiero destacar que en estos 11 años el peso de las renovables se ha doblado, del 6,8% al 13,8%. Sin duda otra buena noticia.
El gas natural y la energía eléctrica nuclear se han mantenido y el carbón se halla en decadencia. También vemos que el saldo importador-exportador de energía eléctrica no llega ni al 1% del total, un valor anecdótico. La tendencia de nuestro modelo energético es a la lenta substitución de fósiles por renovables y el mantenimiento de las renovables, en un ambiente de reducción de consumo por unidad producida de PIB.
En qué gastamos esa energía
Debo indicar en primer lugar que de estos 1.510 GWh, o 129.813 de KTEP, que nuestro consumo primario de energía necesitó en 2018, al final sólo inyectamos en nuestra economía 86.883 KTEP, lo cual supone que nuestra eficiencia energética primaria fue del 67%. Pero la eficiencia productiva es mucho menor, ya que, por ejemplo, en la automoción sólo aprovechamos el 13% de la energía contenida en 1 litro de combustible para traccionar vehículos. El resto se pierde en calor y rozamientos mecánicos. Teniendo en cuenta que el 43% de la energía final se gasta en transporte, se entrevé ya que la eficiencia energética real puede estar en torno del 20%.
La tabla siguiente, con datos también de MITECO, nos indica cómo gastamos la energía en España.
Aunque nos gusta mucho hablar del consumo industrial, éste sólo representa el 24% del total, siendo ampliamente superado por la suma del consumo doméstico y del sector ejercicios, el 29%. Destaca poderosamente la cifra que sólo el 1% del consumo de energía en el transporte proviene de la electricidad, siendo el de servicios el sector más electrificado, con el 59% de su consumo, seguido por el doméstico con el 43%.
Estas cifras nos dan claras pistas somo cómo debemos proceder para hacer frente a la siguiente pandemia que se avecina, la de la escasez energética. Aumentando la electrificación proveniente de fuentes renovables vamos a reducir drásticamente el consumo primario de energía, y electrificando la movilidad y reduciendo el uso del coche y camión, vamos a aumentar enormemente nuestra eficiencia y vamos a reducir nuestra emisiones climáticas y la factura exterior de energía. Y, además, lo haremos con una energía mucho más barata. Esta es la tesis que voy a desarrollar y concretar en el artículo de la próxima semana, a modo de segunda parte, con una propuesta de políticas públicas.
Saludos cordiales,