La moto mata a Barcelona

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El mayor problema de las emisiones de los ciclomotores es que expulsan gases directamente cancerosos, el benceno el más destacado de ellos, aunque hay más, como los aceites motores.

PAU NOY SERRANO, 15/08/2021

Debido a un sobreuso de la motocicleta, ninguna ciudad europea genera tanto desorden en su movilidad, sobreaccidentalidad, ruidos, contaminación y comportamiento incívico como Barcelona. Qué agradable resulta visitar ciudades como las alemanas, francesas, la mayoría de italianas, belgas, británicas, portuguesas u holandesas sin tener que recibir el impacto sónico y de gases de la circulación motera de Barcelona. En casi todas esas ciudades se pueden oír las conversaciones de los viandantes, el cantar de los pájaros y el murmullo de los árboles que sólo se interrumpe con el ruido vehicular en las grandes avenidas o por el suave zumbido de los tranvías en su deslizar. Pero cuando el ruido se da, se trata de uno sin estridencias, sin sobresaltos. Y eso es así por el sencillo motivo de que en la mayoría de ciudades apenas hay motos. Por culpa de la moto Barcelona es la más ruidosa de las ciudades de Europa.

Inventario de los nocivos efectos de la moto

El más conocido es la accidentalidad. La moto se halla involucrada en el 50% de los accidentes de Barcelona cuando sólo representa el 7% de la movilidad. La moto es estructuralmente peligrosa, por tratarse de un vehículo ligero que no proporciona protección a quien la conduce, es inestable, y debido a la permisividad de los sucesivos gobiernos de Barcelona, ha incrementado su accidentalidad muy por encima de la normalidad. 

Los continuos esláloms entre carriles, a cargo de algunos motociclistas, sumado a la idea proyectada de que su uso permite minimizar el tiempo de desplazamiento, en un viaje que es puerta a puerta y no plaza de parking a plaza de parking, acaba dando como resultando un peligroso sistema de transporte. Esa concepción bárbara en el uso de la motocicleta es lo que fomenta la velocidad y sus imprudencias asociadas, dando como resultado esa increíble tasa de accidentalidad.

También es muy conocido el incivismo motero. Decenas de miles de motos aparcan sobre las aceras de Barcelona. De noche y también de día, pero no solamente sobre aceras estrechas, sino también en aceras anchas al lado de la parada del autobús o del paso de peatones, a pesar que la ordenanza municipal lo prohíbe expresamente. No hay forma que Barcelona encuentre la manera de poner en su sitio el aparcamiento vandálico de motocicletas, que no puede ser otro que sobre la calzada o en aparcamientos reservados, como se hace con el resto de vehículos a motor.

No menos conocido es el impacto sónico sobre la salud de las personas. En Barcelona se ven circular cada vez más motos vendidaa bajo el reclamo de que cada moto hace un ruido diferente. Por increíble que pueda parecer, el principal atributo de uso y venta de estos vehículos es el ruido que emiten, al parecer único. Esa alta exposición al ruido hace que cada año miles de barceloneses enfermen y 130 de ellos mueran prematuramente.

Aunque quizás el menos conocido de los dañinos efectos de la motocicleta sea el de la contaminación de los ciclomotores de dos tiempos, para entendernos, las motos con matrícula amarilla. Esos vehículos no están sometidos al control de emisiones que tienen las motos de cuatro tiempos. El mayor problema de las emisiones de los ciclomotores no es el CO2, ni el óxido de nitrógeno, ni las partículas en suspensión. Su mayor problema es que expulsan gases directamente cancerosos, el benceno el más destacado de ellos, aunque hay más, como los aceites motores. Si ustedes ven pasar una motocicleta por la calle o les adelanta una cuando van en bicicleta, podrán notar claramente que la calle cambia de olor a su paso, pasa a oler a gases de motor, el olor del cáncer.

Soluciones para restablecer el derecho de todos a la ciudad

La moto genera uno de los principales problemas de Barcelona que otras ciudades no sufren. Hay que desplegar pues un conjunto de decisiones públicas para restablecer el derecho de todos a la ciudad, un derecho hoy secuestrado por la moto.

Con carácter previo deben establecerse controles de velocidad de motos en las calles de la ciudad y exigir el cumplimento inmediato del precepto regulatorio municipal que determina que las motos tienen prohibido circular por el carril bus. Una vez llegué a contar 30 de estas infracciones en un sólo minuto, una cada dos segundo, en un punto concreto de un carril bus de la Ronda del general Mitre.

A continuación deben desarrollarse un conjunto de políticas públicas favorables a restablecer la normalidad de que goza el resto de ciudades. La primera de ellas es hacer aprobar un plan para hacer desaparecer el aparcamiento de motos sobre cualquier acera de la ciudad, de forma progresiva, en un plazo de 2 años. La moto es un vehículo motorizado más y como tal debe tener el mismo régimen de aparcamiento que el coche. Lo segundo es, en uso de las facultades que la ley atribuye al poder municipal, aprobar que en un plazo de 2 años sólo podrán circular ciclomotores eléctricos y en el de 6 años sólo podrán hacerlo motocicletas eléctricas. 

La zona de restricción viene perfectamente definida por la de Bajas Emisiones, ZBE. Lo tercero que se sugiere es un plan de achatarramiento de motocicletas que debería implementarse del siguiente modo: cada ciudadano que dé de baja una motocicleta o ciclomotor recibirá una bicicleta gratuita y si abona la cantidad de 300 euros esa bicicleta será eléctrica. Finalmente, debería proporcionarse un abono anual de transporte público a precio reducido a todo motorista que achatarrase su motocicleta.

Con estas medidas, en sólo 6 años Barcelona recuperará la normalidad. Claro está que los plazos para conseguirlo podrían acortarse.

Saludos cordiales,

https://blogs.lavanguardia.com/cambiar-para-seguir-viviendo/2021/08/15/la-moto-mata-a-barcelona-49094/

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