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Joan Vila: «Estamos ante un cambio de modelo y no le veo otra salida que no sea frugal»

Keynes, en 1930, dijo que en el 2030 no haría falta trabajar tanto porque ya
habríamos llegado a donde debíamos hacerlo. Previsión que se está
cumpliendo

Peru Erroeta

Entrevista a Joan Vila*

¿Por qué el fin de la abundancia?

El título sale del discurso de Emanuele Macron a su gobierno, a raíz de las últimas elecciones presidenciales, que él ganó. Esto se acaba, tal como vamos no podemos seguir; por tanto, ha llegado el fin de la abundancia, vino a decir ¿Por qué esto? Porque en el año 2020, a raíz de la revuelta de los chalecos amarillos, organizó una convención para el cambio climático, en la que participaron 150 ciudadanos escogidos al azar y representativos de la sociedad francesa. De aquella convención salieron 149 medidas, que Macron se comprometió, en alguna medida, a ponerlas en marcha. Cosa que no ha sido así. La primera de ellas, era la modificación del título 1 de la Constitución, que el Parlamentó rechazó. Pero Macron adoptó el relato y sigue con él, a pesar de todas las dificultades Me quedé con la idea de que da comienzo otra Era, y es por ahí por dónde va el libro.


Dices en tu libro que la economía se está gripando, digamos, debido no tanto a causas externas, sino a su propia dinámica…

El bienestar que tenemos es fruto del aumento de la productividad y la productividad, de alguna manera se ha estancado. Porque la sociedad ha llegado a un punto en el que dice que ya tiene suficiente bienestar y, por tanto, no pidas más, no me modifiques el paisaje, que cambie formas culturales, no
exijas nada más… En los últimos 300 años, la evolución de la economía ha ido superando el hambre, dotando servicios básicos como la salud, la enseñanza, la atención a la gente con problemas, a los mayores… Primero, de forma exponencial y luego más despacio, hasta llegar a un plano final, que es en el
que nos encontramos. Etiopía está en la pendiente, Irán y China en el cambio, y Europa, EE.UU., Japón, Canadá, Corea… en la fase plana. Esto hace que la gente tenga menos ganas de trabajar, y que realmente se plantea que ya tiene suficiente. Algo que afecta de forma primordial a la productividad. Keynes, en
1930, dijo que en el 2030 no haría falta trabajar tanto porque ya habríamos llegado a donde debíamos hacerlo. Previsión que se está cumpliendo.

Se nos dice, por activa y por pasiva, que la tecnología disponible es suficiente para acabar con los problemas que hemos creado ¿Hasta que punto es esto cierto?

Digo en el libro que la revolución la vamos a hacer con cinco tecnologías, que llamo disruptoras: las energías renovables; el coche autónomo de flota y el transporte público, la bomba de calor residencial, la Inteligencia Artificial y la proteína de fermentación de deshechos. Todo esto, a la hora a aplicarse, tiene
muchos efectos: reducción de combustibles fósiles; aumento de las energías renovables, menos coches particulares, camiones y aviones; menos material; más digitalización y robótica, menos presupuestos públicos, más ocio y más voluntariado… ¿Qué problemas conlleva todo esto? Seguramente, habrá
menos trabajo y tendremos que repartirlo: habrá que cambiar la enseñanza para que sea continuada y holística; menos poder adquisitivo, lo cual nos conduce a que la vivienda debe ser asequible ¿Por qué este escenario previsible se irá imponiendo? Porque de alguna manera el sistema económico está llegando al final del actual modelo. El anterior, que nació con el pacto de Bretton Woods, funcionó desde 1945 hasta 1970. EE.UU. hizo trampas y se salió de la paridad con el oro. En 1973, se produjo primera crisis del petróleo, que se absorbió bien, y en 1978 la segunda, que hizo desmoronarse la economía mundial. El mundo Keynesiano no tuvo solución para esos problemas. De ahí nace el modelo neoliberal, con Milton Friedman y la Escuela de Chicago.

¿Dónde estamos ahora?

En un modelo que se basa en incrementar la deuda de manera permanente para que maquinaría pueda funcionar. Había señales de que este modelo tenía problemas, pero con el COVID, entre otras circunstancias, los bancos centrales se han puesto como locos a inyectar liquidez al sistema, el consumo ha aumentado como nunca lo había hecho, y ha acabado con una inflación descomunal… ¿Y ahora, que? Pues que deberían retirar liquidez y no pueden hacerlo. Lo han hecho un poco y han visto que si siguen se cae todo. Es decir, estamos entrando en un período de crecimiento cero o mínimo, con una inflación del 3 o el 4 %, que puede durar años. Esto, en sí mismo, ya es un cambio de modelo. Y no se va aguantar si no se hacen cosas de forma diferente.

¿Qué nos puede salvar?

Estas tecnologías disruptoras a las que me refería pueden contribuir mucho a salvarnos. Introduciéndolas podemos aumentar mucho la eficiencia del sistema, pero hay un riesgo, que se llama Jevons, la paradoja de Jevons, que dice que cuando una tecnología se pone en marcha lo que hace, en lugar de disminuir el consumo de materiales, es incrementarlos. Para contrarrestarlo hay que adoptar medidas fiscales. El economista norteamericano Herman Daly, recientemente fallecido, proponía esto. Cambiar el Impuesto sobre el Valor Añadido (porque es absurdo que haya un IVA sobre la música o sobre un libro) por impuestos a las materias primas: CO2, hierro, agua, áridos, cobre… Así, de algún modo, lo que conseguimos es que la economía se desmaterialice y, por tanto, vayamos hacia esa economía frugal, que de alguna manera preconizo.

También planteas una penalización al consumo… y, en definitiva, una intervención más integral, compleja, sobre las cosas

El “colapsismo” que algunos, como Latouche, proponen lo veo, pero no lo comparto ¿Si nadie trabaja como vamos a aguantar los servicios esenciales? Soy más partidario de Tim Jackson. Entre las medidas pera reducir el consumo, la primera debería ser dejar de funcionar con tarjetas de crédito y hacerlo solo
con las de débito. Dejar de financiar el consumo. No se puede seguir fomentando el consumo, en base a créditos. Segunda medida, igual, pero a nivel superior, aumentar el aprovisionamiento de los bancos, cuando se conceden créditos. Cuando un banco concede un crédito lo que está haciendo es generar más dinero. Hay que frenar esto ¿Qué hacemos con el trabajo? Es cierto que acaba habiendo menos trabajo, y lo que hay que hacer es que trabajemos todos, repartiendo el trabajo, Hay que evitar que trabajen unos
cuantos y otros vivan de los subsidios. Esto es un error gravísimo porque degrada a las personas. Una pista de a donde conduce esto ya la estamos viendo en EE.UU. Es decir, dos sociedades, una que trabaja y vive normalmente y otra que sobrevive drogada, tirada.

Poner en cuestión el orden instituido, tal como tú lo haces en “La fi de l’abundancia”, pone los pelos de punta a más de uno, a pesar de que no exhibir mucha ideología…

Ninguna. Intento no mencionar el concepto “decrecimiento”, porque los economistas clásicos, digamos, ponen el grito en el cielo cuando lo oyen. Y los políticos también. Pero, insisto, vamos a tener un período muy largo sin crecer. Estamos en el business as usual y salir de él es muy difícil, la verdad. Explícale a un financiero que viva de la circulación del mercado de futuros que se lo van a quitar. No quiere ni oír hablar de semejante cosa. Y a los políticos explícales que van a tener menos presupuesto. Y diles que tienen que hacer una revolución interna, reduciendo a la mitad la burocracia. Estamos ante un cambio de modelo, como en 1945, y no le veo otra salida que no sea frugal.

¿Dónde anidan las resistencias, digamos más numantinas, a los cambios? ¿En el mundo financiero?

No solo. Es muy importante, por ejemplo, el bienestar marginal. Es el debate que tenemos ahora con los parques fotovoltaicos o eólicos. Hay gente que se opone a ellos por razones paisajísticas. Esto va ser muy difícil de superar.
Tenemos que volver a muchas buenas practicas del pasado. En mi libro anterior, yo proponía volver a la cultura de los años 70. Comer, divertirnos, relacionarnos…, como lo hacíamos entonces. Nos hemos hecho individualistas, hemos perdido aquel contacto social… Algo que también tendremos que saber cómo recuperar y transmitir a los jóvenes. Hay que explicarles que es lo que está pasando y como hacerle frente. Digo en el libro que hay que poner en marcha una especie de nueva creencia de la sostenibilidad. Kilian Jornet dijo que no quería emitir durante un año más de tres toneladas de CO2, lo cual le limita mucho los viajes en avión. Espero que algún día tengamos en los móviles una aplicación que nos avise del CO2 que genera nuestra actividad.

* Ingeniero industrial, y en tecnología del papel, por la Universidad de Grenoble. Empresario. Profesor. Articulista y escritor. Entre otros libros, ha publicado “La crisi desde de la trinxera”, y “Economía” en el canvi climàtic”. Ahora, sale a las librerías “La fi de l’abundancia” (Icaria editorial). Preside la Comisión de Energía de PIMEC

Publicado en https://www.esglobal.org/

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